Chapitre douze

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Miércoles. Miércoles era un día un tanto peculiar para mí. Como que ese día era el que estaba próximo al fin de semana y como que a la vez no. Un intermedio. Y a veces odiaba los miércoles, pero este estaba siendo la excepción.

El sol radiante en el gran cielo de la ciudad principal de Busan había puesto contento a todos los habitantes en la mañana, porque los pájaros estaban volviendo a cantar y las mariposas a aletear sus alas en las praderas cerca de las montañas. También porque el día iba demasiado bien como para parecer miércoles, que incluso los estudiantes de preparatoria caminaban saltando y con una sonrisa a los establecimientos. Y claramente, yo estaba de muy buen humor. Sí alguien podía verme ahora, pensaría que había dejado de ser el Grinch que odiaba la navidad para convertirme en un Santa Claus que todo lo daba. Podía sentir que de mi cuerpo salía un aura color rosa junto a muchos corazones. La sonrisa risueña no se esfumaba de mi rostro para nada.

—Ya debo cortar, Jungkook —murmuré en un susurro y sonreí. Giré sobre mi silla fijándome si nadie me estaba viendo y regresé a mi posición en frente de la computadora.

Sólo algo más —me dijo aquel a través del teléfono y me reí cuando escuché la voz de un sujeto pidiéndole a sus alumnos que pusieran atención a la clase.

—¿Estás en clases? Pensé que me habías llamado porque estabas en el receso.

Jungkook rio.

Bueno, sí —musitó en un susurro—. Tú estás en el trabajo, por lo que hay que hacer las cosas con equivalencias.

Ah.

Relamí mis labios y me tiré contra el espaldar de la silla sonriendo como nunca. Mi corazón latía muy rápido y la sensación acogedora en mi estómago no se iba. Mordí mi labio inferior y comencé a jugar con un plumón que estaba sobre el escritorio, rayando una fotocopia manchada.

—No sabía que eras un rompe reglas —dije y solté una carcajada haciendo que mis compañeros me miraran con las cejas alzadas, por lo que me sonrojé y me escondí detrás del computador. Aeon se volteó a verme extrañado.

Voy a romper cualquier regla si es por ti, Jimin —murmuró.

Volví a reírme despacio por ese coqueteo prudente que suponía que era en broma y negué con la cabeza.

—Realmente tengo que cortarte, a mí también me gustaría romper las reglas como a ti, pero mi salario está en juego. Nos vemos-

¡Espera! —chilló interrumpiéndome—. Solo quiero escucharte decir "Jungkook, tendrás un bonito día hoy" y te dejaré en paz.

Ladeé un poco mi cabeza y fruncí mis cejas.

—Jungkook, tendrás un bonito día hoy y espero que tu profesor no te reclame por estar utilizando en clases el teléfono celular —riéndome, me incorporé en la silla y solté el plumón.

Gracias, ahora sí puedo continuar —me respondió—. Adiós, ten un bonito día también, Jimin.

—Adiós, Jungkook.

Luego de eso, finalicé la llamada y dejé el teléfono sobre el escritorio llevando ambas de mis manos a mi rostro y sonriendo emocionado como un verdadero niño al que acababan de regalarle su juguete favorito.

Sentía que mi relación con Jungkook cambió luego de que ambos durmiéramos juntos en mi departamento y de que estuve prácticamente a punto de besarlo esa noche. No lo entendía, pero parecía como si nuestro lazo estuviera más unido de lo normal. Como que lo sentía a él más cercano a mí. Quería decir, nos estuvimos comunicando mucho en estos días, él ahora me llamaba por las noches —aunque hoy lo hizo hace un rato en la mañana— y no dejaba de pregúntame cosas o coquetearme tontamente en broma, haciéndome poner colorado y reírme por las estupideces que decía.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora