Chapitre vingt-neuf

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El lunes no tuve escapatorias que correr y correr hasta la universidad de Jungkook esperando encontrarme con Soomi el día de hoy. Necesitaba hablar con ella porque pensaba que así se me quitarían algunas dudas que todavía seguían presionando en mi corazón para darle un cierre final a todo esto y darle la libertad a Jungkook que tanto quería.

Después de la charla que tuve ayer con el señor Jeon, los clavos se perforaron más en mi corazón y la inquietud no me dejaba respirar. No podía pensar con claridad, toda mi cabeza estaba llena de Jungkook y de los momentos que vivimos juntos siendo yo, un ignorante a todo lo que vivió porque realmente había sido tan ajeno a su vida. Y no me estaba culpando y tampoco lo estaba culpando a él, simplemente culpaba a la vida por haber tratado tan mal al pelinegro haciéndole ver las dos caras de la moneda y haciéndolo vivir vidas completamente distintas a bases de mentiras.

Así que cuando llegué a la Facultad de Cinematografía de Busan una vez que salí del trabajo, me apoyé en el portón de la entrada y a las ocho de la noche en punto los estudiantes comenzaron a salir del edificio cansados, algunos sonreían y charlaban entre ellos pasando a mi lado. Ni siquiera sabía si Soomi estaba aquí o siquiera si esta era su hora de su salida. Me vi tan desesperado que solamente corrí hasta aquí sin pensar en nada más. Me sentía tan cansado.

La busqué entre los demás estudiantes por varios minutos, hasta que por fin la vi bajando de las escaleras con aquel muchacho que había visto aquella vez cuando la encontré en el gamecenter. Soomi hablaba con él cabizbaja y una vez que llegaron hasta donde yo estaba, su mirada se encontró con la mía y triste frunció las cejas.

—¿Park Jimin? —me preguntó en un hilo de voz.

—Sí —le dije intentando esconder mi desesperación y chisté mi lengua nervioso—. Soomi, ¿tienes un momento para hablar conmigo?

Ella se sorprendió por mi pregunta y abrió la boca, luego asintió escondiendo un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Sí, por supuesto —me respondió y luego señaló la banca vacía que estaba en la plazoleta del frente. Le asentí en respuesta cuando comenzamos a caminar hasta allí. Sin embargo...

—A solas, por favor —le dije en un murmuro y miré al chico a su lado, quien se estremeció cuando mis ojos se encontraron con los suyos y bajó la mirada hasta el suelo sujetándose de las cuerdas de su mochila.

—Oh, claro —Soomi carraspeó la garganta y miró al muchacho—. Puedes irte, nos vemos mañana.

—De acuerdo, cuídate de regreso a casa.

El chico me asintió y despidiéndose cruzó la carretera, marchándose. Soomi y yo seguimos caminando en silencio hasta la banca y ella se sentó allí con las piernas cruzadas sujetando su mochila en el pecho. En cambio, yo me afirmé contra el tronco del árbol en frente de ella y miré el cielo estrellado.

—¿Has visto a Jungkook? —ella fue la primera en iniciar la conversación—. ¿Sabes si está bien?

Le negué con la cabeza y ella asintió triste, vi sus ojos llorosos de repente.

—No sé nada de él, ni donde está. ¿Tú sabes algo?

Ella negó.

—Canceló su cursado en la universidad. Cerró todas sus redes sociales y no sé dónde encontrarlo —ella comenzó a llorar despacio—. Despejó su departamento y ni siquiera sé dónde vivía antes o donde puedo encontrar a sus padres porque nunca me habló de ellos o donde viven —me dijo entre lágrimas—. Estoy muy preocupada.

—Yo también lo estoy, pero confío en que Jungkook estará bien —Soomi levantó la cabeza y me miró sorprendida—. Hablé con su padre, salió del país.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora