Chapitre sept

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Me quedé callado y tieso mirando por la ventanilla del automóvil mientras nos dirigíamos a mi departamento. No podía pensar en nada más que en Samedi yéndose y desapareciendo en su motocicleta dentro de la oscura noche. Mi pecho dolía y mis manos temblaban en mis rodillas, mis labios estaban apretados. El sentimiento que sentía no era nada bueno, era como asfixiante y podía jurar que cada minuto de camino a casa en el taxi, no dejé de darle vuelta a las últimas palabras de Jungkook sin encontrarle sentido alguno.

Una vez que llegué, distraído bajé primero y ayudé a Hyolin, quién me había olvidado por completo de su existencia y me sorprendí cuando la tuve en frente mío durante meses de su ausencia.

—Lo siento, yo-

—Lo sé, es raro —me interrumpió y miró el edificio gigante frente a nosotros con nostalgia—. Porque hasta yo estoy sorprendida de regresar aquí.

—Vamos, entremos —murmuré, todavía descabellado y caminé hasta la puerta de entrada subiendo los escalones de uno en uno. Hyolin me siguió por detrás, pero se detuvo a mitad de la escalera—. ¿Qué sucede? —le pregunté girándome.

Ella negó y miró al suelo sujetando las cuerdas de su cartera con ambas manos. Entonces cuando la observé temblar, entendí todo. Mi corazón se rompió al recordar el pasado que, —por parte— quería olvidar y las pequeñas cosas que amé en un tiempo atrás, me golpearon el rostro con mucha fuerza. Caminé hasta ella y le sujeté el hombro, levantó su mirada junto a sus ojos llorosos y el puchero en sus labios haciendo que la abrazara a medida que nos sentábamos en los escalones.

—Lo lamento, no estoy...no estoy preparada para entrar aquí —tartamudeo en mi hombro.

Rompí el abrazo y corrí los mechones de su cabello en su frente mirándola atento. Me partía el alma toda esta situación.

—Sabía que venir a Busan, especialmente a 15feetunder me haría encontrar contigo y me prepararé mentalmente para verte, pero estar aquí no lo había pensado y es difícil, después de todo lo que viví, lo que vivimos —corrigió— allí dentro —sonrió triste y quitó las lágrimas de sus mejillas—. Todavía puedo verme siendo una joven de dieciocho años subiendo por estas escaleras, ilusionada por haber aprobado el examen de la universidad y querer contártelo de inmediato.

—Dieciocho años, éramos unos críos que queríamos parecer adultos razonables y con responsabilidades de unos de treinta —me reí y ella me imitó—. ¿Seis años juntos fueron? —asintió.

—Seis años.

Hice una mueca triste y bajé mi cabeza mirándome las manos entrelazadas. Seis años junto a Hyolin, años que pasaron demasiado rápidos y sin progreso alguno. Realmente no sabíamos lo que queríamos, no lo sabíamos. Y creía, que seguíamos sin saberlo.

—Seis años dentro de una relación sin amor, sin besos, sin sexo habitual, sin cenas románticas o todas esas cosas que hacen las parejas. Pero fueron seis años en donde fuiste un amigo, el mejor que tuve, porque me consolaste cuando estuve mal, porque nos divertimos juntos haciendo tonterías, jugando a los videojuegos o yendo a comer ramyon gratis cuando a ti te daban los cupones en la universidad —sonrió triste—. Y mirábamos series y animes juntos, fuimos a la playa en verano y a las montañas en invierno, siempre estuviste en cada aventura loca que se me cruzaba por la mente.

«Y cuando estuve enferma, fuiste él único que creyó en mí y que estuvo a mí lado diciéndome que saldría de allí. Yo siempre te quise, pero nuestra relación jamás tendría que haber empezado en un noviazgo y ese fue el gran error que cometimos juntos.»

Cerré mis ojos, recordando cada momento vivido junto a ella y toda pizca de Samedi en mi cabeza desaparecieron en un segundo. Recordé como conocí a Hyolin en la preparatoria, me había gustado y yo a ella. Sin embargo, éramos unos adolescentes con las hormonas por las nubes y nunca vimos la diferencia del "gustar". Estuvimos saliendo durante nuestro último año y la relación era más sexo que palabras y besos.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora