Chapitre neuf

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El ruido de los dedos golpeando contra el teclado y el mouse, era lo único que podía escuchar junto al desliz de las hojas en las fotocopiadoras. Una y otra vez sin descanso. Estaba harto. Harto de sentir el frío invierno por las mañanas, harto de ver las mismas caras todos los días, harto de sentarme en este mismo lugar y hacer exactamente el mismo trabajo y harto de sentirme tan malditamente cansado que si me movía un centímetro de mi lugar, me dolían todos los huesos de mi cuerpo.

Todo monótono. Todo igual. Mismas máquinas, mismos comentarios, trabajos repetitivos, café amargos y almuerzos de cinco dólares. Incluso las cortinas de las ventanillas eran las mismas, grises como el cielo de este día y mi estado de ánimo habitual. No había un cambio, esta habitación de mi trabajo se resumía a todo lo que era mi vida, todo lo que, por parte, yo era: Park Jimin. Por eso cuando el fin de semana llegaba y con ella la noche de un sábado estrellado, mi escapatoria eran las discotecas, allí había luces de colores que no eran iguales, canciones que no eran las mismas y estaba rodeado de personas que eran tan solitarias como yo lo era.

Todo aquello iba acorde a mi rutina, hasta que apareció Jeon Jungkook en mi vida y cambió todo tipo de pensamiento repetitivo en mi cabeza.

Estábamos a miércoles y el sentimiento de confusión junto a la incertidumbre por descubrir quien demonios era Jungkook en realidad, no se marchaba de mi cuerpo. Era como una tormenta de granizo, cada pregunta era una piedra congelada que golpeaba en mi cabeza.

Y cuando me refería a quien demonios era Jungkook, no aludía a su vida privada, las cosas personales que me contó, su familia o cosas íntimas; si no más bien, su personalidad, las cosas que él mismo pensaba y quería con ello. Su verdadera persona.

—¿Quién eres, Jungkook?

Si había algo que no podía dejar pasar y por lo cuál estuve pensando tanto que me agoté psicológicamente en estos días, era que los estados de ánimos de Samedi no eran normales. Sus cambios los noté desde más o menos que lo conocí, pero nunca había estado tan pendiente de ellos porque no me molestaban y mucho menos era algo que debería importarme. Sin embargo, las últimas veces que nos vimos, sus cambios habían sido más notorios que de costumbre y yo no sabía si todo eso se debía a la ruptura abrupta que tuvo con su ex novia y si se comenzó a manifestar con intensidad debido a eso o era otra cosa que nada que ver.

—¿Quién eres, Jungkook?

Estuve investigando en internet sobre el tema, sin embargo. Me di cuenta que cada artículo que leía, más confundido me volvía. Todo esto era nuevo para mí y por parte, me sentía un ridículo sumergiéndome en los problemas ajenos cuando no debería meter mi nariz en ellos. Sí Jungkook realmente tuviera alguno de estas manifestaciones, me lo hubiera dicho. Y si yo estaba dando en el blanco y él solo me lo estaba ocultando, entonces me sentiría un poco triste porque él no estaba confiando lo suficientemente en mí como me lo dijo. Se suponía que éramos amigos, ¿verdad?

Jungkook era un misterio. Tan misterioso que me estaba creando mi propia historia de suspenso en mi cabeza para saber quién era en realidad. Lo peor de todo el caso, era que le mandé un montón de mensajes —demasiado intenso, lo sé— desde que él se marchó en lágrimas de mi piso y hasta el día de hoy, no me contestó ninguno.

Dando un bufido fuerte —creía que era el décimo en toda la mañana— me incorporé en la silla y decidí continuar con mi trabajo para poder irme a casa cuanto antes. De todas maneras, mi malestar no pasó desapercibido por Aeon, quien giró su cabeza frunciendo el ceño y me miró.

—Sé que no eres una persona que dice mucho y que se guarda los problemas para sí mismo —demandó—, pero deberías soltarlo —negó varias veces y lo miré atento—. No es bueno guardarse todo allí dentro —señalando mi pecho, se acercó junto a su silla hasta donde yo me encontraba.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora