CAPÍTULO 6

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Sasuke

Observo las luces que se encienden en la antigua casa Kraft en Olympic Street
y debato si llamar a la puerta o no.

Se merece una disculpa.

Estaba de un humor de mierda después de salir de la estación y ver todo de lo que estaba siendo excluido. Luego me fastidió cuando todo lo que quería hacer era sentarme en el bar y disfrutar de mi maldita cerveza antes de ir a casa a un lugar silencioso. No quiero ser parte de su concurso, y mucho menos estar en el maldito cartel publicitario. No quiero su amistad. No quiero una disculpa por la
desconsideración que me mostró en la secundaria.

Pero estaba allí en ese bar con su cuerpo tan cerca del mío, y todo lo que quería hacer era besarla. ¿Cómo es posible? Cómo puedo despreciarla… no querer nada que ver con ella, y sin embargo, ¿tener que obligarme a irme solo para no besarla?

Luego estaba el jodido Mick.

Independientemente de cuán inofensivo fuera el bastardo borracho, solo sirvió para complicar el asunto. Me forzó a estar cerca de ella cuando deliberadamente me obligué a alejarme. Por supuesto, no todo fue su
culpa. Cualquier hombre en su sano juicio lo sabe, pero la forma en que actuó; la forma en que levantó la barbilla desafiante, o con superioridad; como solía hacer, mierda, me fastidió.

Y que me maldigan si no me aferré a esa reacción para alejarla cuando la adrenalina que corría por mi cuerpo suplicaba que pusiera mis manos sobre ella en lugar de las de Mick.

Cristo.

Es una mala señal cuando quieres follar con la persona que estás determinado a odiar.

Cuando estás sentado fuera de su casa, preguntándote si actuaste bien.

Pero aquí estoy.

Solo tomó algunas llamadas para saber dónde se estaba quedando. La casa
Kraft es una buena opción; aunque probablemente, esté lejos de la vida de lujos a la que estoy seguro está acostumbrada afuera de la ciudad.

Mis intenciones eran venir hasta aquí, llamar a la puerta y pedirle disculpas por ser un idiota. Por acusarla de planear toda la situación. Y para decirle que no seré su trofeo en exhibición para salvar su revista. Si se trata de Sakura Haruno, entonces tiene que haber algo en esto para ella. La chica que solía conocer no hacía nada a menos que obtuviera algo a cambio.

Pero no he hecho una mierda. En cambio, estoy sentado aquí dándome cuenta que la excusa que inventé para mí mismo; asegurarme que hubiera llegado bien a casa; ha sido superada por mi necesidad de disculparme por todo lo anterior.

Malditos modales.

Si fuera Luke haría que se disculpara. Eso sería lo correcto.

Entonces, ¿por qué estoy dudando?

Su silueta se mueve por la ventana y atrapa mi atención. Su cabello está suelto sobre sus hombros. Miro la sombra y odio estarla imaginando de antes. Esos ojos verdes sorprendidos. Esos labios abiertos. El calor en sus mejillas. La innegable forma de su cuerpo.

Me odio a mí mismo por mirarla. Odio que me esté preguntado cómo se sentirán esos labios y cómo se sentirían esas uñas clavadas en mi espalda.

Sentarme aquí y tener estos pensamientos no me hace mejor que Mick.

Y es por eso que enciendo mi auto sin llamar a su puerta… porque al diablo con haberme dejado caer al nivel de Mick.

Al diablo Sakura Haruno.

Al diablo la chica que solía fastidiarme cuando era adolescente y que está fastidiándome muchísimo más como una mujer adulta.

Es el tipo de mujer de la que me alejo. Materialista. Superficial. Egoísta.
No me hace desearla menos.

Golpeo mi puño contra el volante porque no es justo. Esa es la adolescente que solía ser.

No tengo idea de cómo es ahora.

Malditamente preciosa es lo que es.

Mierda. He cambiado a pasos agigantados desde entonces. Un enamorado de veinte años que estaba tan ocupado consigo mismo y el día a día que no vio cada señal que indicaba que la madre de su hijo no planeaba quedarse.

¿Qué tan justo sería que alguien me juzgara como ese hombre por el resto de mi vida, cuando ahora sé que son las pequeñas cosas a las que tienes que prestarles atención? Los suspiros de frustración. La falta de respuestas. Que me diera la espalda cada noche en la cama cuando sus labios solían estar contra mi cuello y sus dedos enlazados a los míos.

Cristo. Mis manos agarran el volante cuando llego a un semáforo en rojo.

La gente cambia, Sasuke Uchiha. Mírate.

Entonces, ¿por qué me cuesta tanto creer que Sakura también puede hacerlo?

Porque es un problema con P mayúscula.

Eso es un maldito hecho.

La luz cambia a verde, y acelero el motor un poco más fuerte de lo que debería.

Vaya intento de disculpas.

Y vaya forma de no pensar en ella.

WORTH THE RISKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora