CAPÍTULO 12

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Sakura

—¿Puedo tener su atención por favor?

Un hombre se sube a la barra y extiende los brazos, y por si acaso tuviera alguna duda sobre cuán genéticamente bien dotado era Sasuke, este hombre al mando de la atención del bar simplemente las borró. Tiene cabello negro, ojos del mismo color negro y un anillo de bodas en la mano izquierda que brilla contra las luces.

Definitivamente está relacionado con Sasuke, de alguna manera, y apuesto a que es su hermano.

Cánticos de ¡Sasuke! ¡Sasuke! ¡Sasuke! Llenan la habitación mientras agita las
manos para callar a todos. Parece que la mitad de Sunnyville está aquí para celebrar a Sasuke y su heroico “rescate”. Eso o tomarán cualquier pequeña razón para 0celebrar.

Anko está a mi lado, Cathy al otro lado, y en los treinta minutos transcurridos desde que llegué aquí, no he podido moverme mucho más adentro del salón porque definitivamente está en su capacidad máxima. A pesar de todo, me siento fuera de lugar en mi ropa de diseñador en este bar de clase obrera. La gente me mira de reojo, tratando de descubrir por qué me veo familiar, pero después de diez años, los recuerdos se desvanecen y las apariencias cambian, por lo que simplemente no pueden ubicarme.

Probablemente sea mejor. Pero al mismo tiempo, hay algo en la camaradería
entre los ciudadanos que no se parece a nada que haya experimentado antes. Los
vecinos que se conocen desde el preescolar chocan el cuello de sus botellas. Las personas se abrazan como si fueran parientes perdidos hace mucho tiempo, cuando en realidad, es probable que hayan pasado solo una semana o dos desde que se vieron por última vez.

Es una dinámica fascinante, y mientras estoy aquí y asimilo todo mientras la multitud se aquieta, me doy cuenta que Anko lo entiende.

Anko entendió que esta dinámica era todo lo que se necesitaba para obligar a Sasuke a aparecer.

—En caso que algunos de ustedes no lo supieran, mi hermano, Sasuke Uchiha, ha caído en un estatus de héroe hace poco. —Los gritos y vítores suenan alrededor del bar. Miro a Anko, cuya sonrisa es engreída y sus ojos marrones están vivos con travesuras, y niego—. Señoras, parece que si necesitan ser salvadas, o tal vez incluso un poco de respiración boca a boca, o ser llevadas a nuevas altitudes en su club de las alturas. —Obito sonríe mientras la multitud grita otra ronda de comentarios—. Él es su hombre.

—¡Sálvame! Necesito algo de respiración boca a boca —grita una mujer, y una
risa suena en respuesta.

—Escuché que hay una larga fila, Linda, pero Sasu es una persona de igualdad de oportunidades —dice Obito. Alguien le tira algo y lo atrapa—. No solo mi hermano anda por ahí salvando doncellas en apuros, no se desmayen, señoras; ¡también ha sido nombrado uno de los veinte papás más sexys de Modern Family!

La multitud estalla en gritos y silbidos mientras Obito se encoge de hombros
como si no fuera gran cosa, y la sonrisa de Anko se vuelve cómplice. Sí, tiene algo
más bajo la manga, lo sé.

Obito toma un sorbo de la cerveza en su mano y luego se lleva un dedo a los
labios para calmar a la multitud de nuevo.

—Pero no estamos satisfechos con que solo esté entre los veinte primeros, ¿verdad? —Los ruidos de desaprobación retumban entre la multitud, y desde donde estamos paradas en la parte de atrás del bar, se ve lo que parece un movimiento orquestado de cabezas en desacuerdo—. Si alguien merece ser votado como el mejor, es mi hermano, el héroe. —Se ríe a carcajadas de la palabra y niega como si esto fuera una broma. Porque lo es. Quiero decir, ¿la fiesta de un héroe por nada?—. Cuando la votación comience el próximo miércoles, vamos a votar para que ocupe el primer lugar, ¿no?

El lugar se vuelve loco, y los gritos vibran en mi pecho. Es como si estuviera viendo las porras para el juego de campeonato o algo así.

—Sasuke. Sasuke. Sasuke. —Su nombre retumba, cada sílaba salpicada por un aplauso.

—Sin más preámbulos, damas y caballeros, ¡denle la bienvenida al héroe, mi hermano, Sasuke Uchiha!

Si pensaba que el ruido era ensordecedor antes, estaba equivocada, porque casi se duplica en volumen. Una cacofonía de vítores y silbidos suena cuando las cabezas giran hacia donde Sasuke debe estar de pie.

Me pongo de puntillas, cada parte de mí con ganas de verlo.

Cada parte de mí queriendo ser vista por él.

Veo una mano levantarse. Veo a Obito tratando de convencerlo de que se una
a él en la barra. Entonces comienzan los cantos de “discurso”.

Con la tendencia de Sasuke a restarle importancia a su estatus de héroe,
garantizo que ahora quiere matarme.

Es muy tonto que, cuando veo una mano apretarse alrededor de la de Sasuke,
para ayudarlo a subir a la barra, me quedo sin aliento.

Es impresionante. Es triste que sea mi primer pensamiento cuando está a la vista. Lleva vaqueros azul marino y una camisa negra con botones, y su cabello tiene un estilo desordenado, que es similar al de su hermano. Sus mejillas están enrojecidas, y eso solo aumenta su atractivo. Claramente, no es un fanático de esta atención.

Sonríe mientras niega ante el alboroto.

—Esto es realmente ridículo. —Mira a su alrededor, y de alguna manera sus ojos se fijan en los míos. Nos miramos, y luego esa sonrisa se detiene momentáneamente antes de ampliarse mientras niega—. Estoy lejos de ser un héroe. Solo hice lo que cualquiera de ustedes hubiera hecho, pero parece que alguien en particular quiere hacer un gran espectáculo de esto. Y a esa persona, me gustaría agradecerle toda esta atención no deseada. —Señala en mi dirección—. Señorita Sakura Haruno, damas y caballeros.

La gente vuelve su atención en mi dirección, y un rugido atraviesa la habitación mientras lo maldigo silenciosamente y deseo poder mezclarme con la pared a mi espalda.

—Si no fuera por ella, no tendríamos esta oportunidad de reunirnos, beber unas cuantas cervezas y pasarlo bien así que, háganme un favor —dice mientras su
sonrisa pícara se ensancha y sus ojos brillan con maldad—, asegúrense de darle un abrazo esta noche y darle la bienvenida de nuevo a Sunnyville. O al menos un trago. Eso es lo menos que pueden hacer para ayudarme a darle las gracias.

El bastardo presumido.

Es el único pensamiento que puedo procesar antes que manos comiencen a darme palmaditas en la espalda mientras las personas se acercan a mí. Gente buena. Gente amable. Personas distraídas que no tienen idea de lo desconcertante que es para mí tenerlos a todos tan cerca.

Pierdo de vista a Sasuke, pero no está lejos de mi mente mientras lo maldigo largamente en voz baja por su pequeña represalia de mierda.

Su forma engañosa de decirme que soy una arrogante. Que pienso que soy demasiado buena para estrechar las manos, o dar abrazos a las personas trabajadoras que conforman esta ciudad.

Busco a Anko, esperando que me salve. Está de pie justo fuera del círculo de personas que se ven parcialmente familiares, tomando un sorbo de su margarita en las rocas como si fuera una habitual aquí cuando no lo es.

Maldita sea, es buena

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