CAPÍTULO 40

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Sakura

—Así que déjame ver si lo entiendo. El chico Uchiha, el concursante de tu ciudad natal al que recuerdas de la escuela secundaria, pero casi no, ¿es con el que te has estado acostando? —pregunta konan.

Estamos en una pequeña mesa en la parte de atrás de la sala de degustación de Greer Vineyard, y aunque no hay mucha gente alrededor, estoy tentada de callarla.

—Por quinta vez, sí, sí, y más sí. —Tomo otro sorbo de vino, esperando que esto sea el final, pero sé que es solo el comienzo.

—Pero no me dijiste que el hombre con el que estabas durmiendo y el chico piloto sexy eran el mismo. ¿Por qué?

—Se me fue de la mente.

—Ja. —Se ríe—. Más como que se te metió y lo sacó de tu mente.

—Bien… ¿puedes culparme?

—Pero están escondiéndose haciendo todo el asunto de los amantes clandestinos, ¿por qué?

Mi mente vuelve a la semana pasada. A los mensajes traviesos y la escapada sexual en The Cottage. Y luego me doy cuenta de lo mucho que lo extrañé desde que comenzó a trabajar en sus turnos de veinticuatro horas.

Enviar mensajes de texto es divertido, pero definitivamente no es lo real.

—Trabajo. Mi papa. Lo mal que se ve que esté durmiendo con el concursante que actualmente está ganando el concurso —digo finalmente cuando me doy cuenta que no he respondido.

Me mira con amargura y levanta las cejas.

—Entonces, el chisme de pueblo que le dijiste a la gente era una mentira total, ¿es verdad?

—No. Algo de eso es una mentira. ¿Ves un anillo en este dedo? ¿Me ves comprometida?

—Sabes que te patearía el culo si me lo estuvieras ocultando, ¿verdad? —me
pregunta mientras desvío mis ojos y miro alrededor otra vez—. Espera. No quieres
eso, ¿verdad? —La expresión de su rostro, cejas levantadas, mandíbulas relajadas, ojos abiertos; se parece a conmoción por su tono.

—¡No! Por supuesto que no —digo y niego como si estuviera loca—. Solo nos hemos estado viendo un par de meses y…

—¿Y tus padres salieron durante cuánto? Tres meses antes de casarse y ahora están cumpliendo cuarenta años de felicidad conyugal.

—Estás loca. —Me río y tomo un sorbo de vino para sofocar el mini ataque de
pánico que sus palabras me acaban de dar mientras imaginaba a Sasuke en un
esmoquin, de pie al final de un pasillo, esperando que caminara hacia él.

—Está bien, entonces, ¿por qué estás siendo tan reservada sobre él conmigo?
¿Por qué ni siquiera sabía que había algo? Y lo que es más importante, ¿por qué estás pensando demasiado en esto? Si él es un tipo de chico, para sexo sin compromiso y está jodidamente sexy, entonces disfruta del sexo sin compromiso y grita joder antes de irte cuando haya terminado.

—Dios, es bueno verte, Konan. —Extrañé su actitud contundente, sin tonterías, sin no-me-digas-mentiras. Lo necesito para despejar la niebla en mi mente y detener las cosas en mi corazón que no quiero sentir sino hacer.

—Lo sé. Te he echado de menos. Siento que perdí mi brazo izquierdo sin ti cerca, y estar con una sola mano es algo difícil, por eso vine aquí para sorprenderte.

También soy la que te mantiene honesta, así que dame respuestas o te daré más vino para emborracharte y hacerte hablar.

—Graciosa.

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