CAPÍTULO 1

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Sakura

—¿De verdad pasó un mes entero desde la última vez que te he visto?

Recuerdos de los martinis junto a la piscina y bailar hasta la hora de cierre en
Santa Bárbara parpadean y desaparecen en una sutil nostalgia.

—Cinco semanas en realidad.

—Ugh. Se siente como una eternidad.

—Eso es solo porque has estado jugando en Seattle con tu nuevo sabor del mes durante las últimas semanas.

—Me gusta este sabor. —Se ríe con ese sonido coqueto que me dice que se está
divirtiendo demasiado mientras yo he estado aquí reventándome el culo—. Entonces, ¿cómo está el nuevo lugar?

El nuevo lugar es una pequeña cabaña que alquilé en las afueras de Sunnyville.

Es acogedor y hogareño y no tiene nada que ver con la elegancia y los ricos colores de mi condominio en San Francisco.

—Es…

—No es como tú —dice konan a través de su risa, muy probablemente desde donde está mirando la vista de la ciudad que temporalmente he dejado atrás.

—No, definitivamente no es como yo. —Ni las tablas del suelo disparejas que crujen cuando camino sobre ellas. Ni el agua caliente que dura, tal vez, unos cinco minutos completos antes de enfriarse hasta congelarte los huesos. Ni los vecinos entrometidos que he encontrado mirando por encima de la cerca del patio trasero para ver lo que estoy haciendo. Y definitivamente tampoco el perro que ladra
incesantemente a todas horas de la noche.

—La tierra del vino y la sede de una revista sobre maternidad me parece muy
fortuito.

—Eso, o es un complemento perfecto. Tal vez todas esas mamás necesitan vino
después de un largo día con el niño. —Me río de su lógica que suena verdadera—.En cualquier caso, me dejaste para volver a tu antiguo territorio salvaje.

—Era demasiado joven para ser salvaje. Es más como una zona residencial
adormecida en la que los adolescentes se vuelven locos y no pueden esperar para
irse.

Gruñe. Su disgusto por cualquier cosa que no sea el ajetreo y el bullicio de la ciudad es igual al mío. Y, sin embargo, la ciudad es diferente de lo que recuerdo, aunque de alguna manera sigue siendo la misma.

Globos aerostáticos flotan en lo
alto del cielo, la vista desde sus canastas permite la afluencia de turistas para la
cosecha, una vista de las fascinantes filas de vides que forman los cerros que nos
rodean. Se ven majestuosos, pero hace años pensaba que eran molestos. La calle
principal es más larga ahora, con boutique tras boutique de artículos cursis, listos para atraer las billeteras de los turistas. Solía mirar a la calle y ver muros de una prisión confinándome, pero esta vez hay un encanto en todo. Un atractivo que atrae a los forasteros para escapadas de fin de semana o para catas de vino.

—Sí, bueno, te fuiste y ahora estás de regreso.

—No por elección… pero lo que mi papá quiere, mi papá lo consigue.

—Y lo que él quiere es que demuestres que puedes salvar esta revista.

—Exactamente —lo digo porque hace que parezca una hazaña fácil cuando sé
que está lejos de eso.

—Bueno, creo que estás en algo con esta idea del concurso.

—¿Quién sabía que los papás eran un tema tan candente?

—Si un hombre está bueno, está bueno. Y a veces ser padre lo hace aún más sexy.

—Eh, sí, claro. —Pongo mis ojos en blanco—. Fue tu comentario acerca de lo atractivo que crees que se ve un hombre con el torso desnudo y sosteniendo un bebé recién nacido lo que me dio la idea.

WORTH THE RISKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora