POV SAMANTA
Me crucé de brazos mirando el teléfono de mi mesa, junto con Tomás, esperando que la orden del juez para registrar la casa del sospechoso nos dejara cerrar de una vez por todas el caso. Llevábamos unos tres días sumergidos en algo que se nos había complicado casi sin querer; parecía pan comido pillar al ladrón cuando las cámaras de tráfico pillaron la furgoneta, pero todo empeoró cuando esa furgoneta pertenecía a un hombre que encontramos muerto recientemente. Después de setenta y dos horas de lleno en el trabajo, siguiendo las pistas y algunas corazonadas que no nos llevaron a ningún lado; teníamos al mismo tipo: el ladrón y el asesino.
Tomás se abalanzó sobre el teléfono en cuanto sonó y por la cara que me puso, no eran buenas noticias. Por alguna razón burocrática que desconocíamos, no nos daban la orden y la posibilidad de arrestarlo, se nos escapaba.
—Va a huir —dijo Tomás en cuanto colgó—. Y si se va, será a un país donde no podamos hacer nada. Necesitamos un plan B.
—¿Sin orden? —pregunté retóricamente apoyándome en la mesa—. Sería detenerle sin nada. Necesitamos entrar en su casa, allí está todo.
—¿Y si presionamos?
—¿Cómo?
—Podemos hablar con el comisario.
—Sigue siendo demasiado lento —susurré pensando a la par que sentí mi móvil vibrar—. Necesitaríamos algo más grande...
JESS_19:08
Sube al despacho que estoy en una reunión
—Algo como esto —dije iluminando todas mis ideas.
—¿Tu mujer?
—Sí, había quedado con ella que es su cumpleaños, pero me va a venir bien. Me voy a la central, consigo la orden y te vas directo a la casa, ¿vale?
—¿Por qué asumes que podrás conseguirlo? —preguntó subiendo el tono de voz mientras yo me marchaba.
—¿¡Quién puede negarse a Jenkins!?
Tomás hizo un gesto con la cabeza dándome la razón. La posición de mi propia esposa solo la había usado tres veces y todas de manera justificada; las mismas que Jessica me ayudó sin preguntar y sin poner ningún pero.
Nos separaban casi veinte minutos de mi comisaría a la central, recorrido que estaba harta de hacer; y la suerte era que Jessica me había conseguido una plaza de aparcamiento exclusivamente para mí. Eso, quizás, era en lo único que me beneficiaba tenerla ahí. De esa manera, me ahorraba horas y horas buscando aparcamiento.
Subí por el ascensor leyendo en mi móvil como Tomás me avisaba de que estaba todo listo, solo estaba esperando a que yo consiguiera la orden. No tenía ni una mísera duda de que Jessica lo haría.
Saludé con la mano a su secretaria y pasé directamente, encontrándomela apoyada sobre su mesa, leyendo una carpeta entre sus manos.
—Hola, amor —dije en cuanto cerré la puerta.
—Hola, guapa. Perdón por hacerte venir—excusó dándome un beso—. Hemos tenido una reunión de última hora. —Yo negué restándole importancia—. ¿Reservaste?
—Sí, pero tenemos tiempo todavía. Necesito tu ayuda y es bastante importante.
—¿Qué pasa? —preguntó soltando los papeles.
—El caso en el que estoy, ¿te acuerdas? —Jessica asintió—. Nos han denegado la orden de registro de la casa por no sé qué movida burocrática y es un error porque todas las pruebas están en esa casa. Si conseguimos la orden, tenemos las pruebas y a él encerrado.
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Miradas de celos.
General FictionJessica Jenkins, ascendida ahora la inspectora jefe del todo el cuerpo nacional de policía; deberá enfrentarse a uno de sus mayores miedos. ¿Bastará la compañía y el amor de Samanta, su esposa, para que todo vuelva a la normalidad? Esta cuarta entre...