Alta voluntaria.

1.1K 112 43
                                    

POV SAMANTA

Me volví loca en el despacho de Jaime, ni siquiera cuando ella me dijo que estaba bien. Aguanté cinco minutos más hasta que una llamada de Memo, advirtiendo al hospital al que la llevaban para extirparle la bala, curarle y coserla, me hizo correr todavía más a por ella.

Según Jaime, debido a mis recientes circunstancias, no me dejó conducir; entre el temita de mi secuestro y lo histérica que estaba cada vez que me imaginaba a Jessica desangrada por la calle, no estaba en condiciones de conducir. Lo acepté, solo deseaba que él condujera lo suficientemente rápido como para llegar en el menor tiempo posible.

Enseñé mi placa en la recepción, dejando a Memo en la sala con cara de rendición, directo a por el jefe para explicarle todo lo que había sucedido. Yo pregunté por Jessica y sin más preámbulos, me llevaron hacia ella.

—Está bien —dijo la enferma—. Ahora no sentirá el brazo porque se lo hemos dormido, pero está bien.

—¿Podrá recuperarse?

—Ha pedido el alta voluntaria, así que creo que sí.

—¿Se la han dado?

—Le hemos explicado que tiene que esperar un par de horas, pero no se lo ha tomado muy bien.

—Ya me lo imagino.

Lo cierto es que me la imaginaba como una pequeña a quién acababan de castigar.

—Aquí.

—Gracias.

Entré de inmediato, encontrándomela medio tumbada en la cama, con el brazo vendado y mirando hacia la ventana. Enseguida me miró, sonriente, como si todo eso para ella, fuera un juego de niños.

Maldita Jessica.

—Estoy bien.

—Bueno... —Señalé el brazo—. A la vista está que no.

—Con pastillas se curará.

La miré rindiéndome, no iba a poder con ella en esas circunstancias; mucho menos cuando sabía que en su cabeza solo había sitio para mi secuestro.

—¿Seguro que te encuentras bien? —pregunté sentándome a su lado, acariciando su mejilla.

—Estoy bien.

—Vale... —susurré—. ¿Te duele?

—Ni lo siento, supongo que es por la anestesia.

—Eso me ha dicho la enfermera.

—¿También te ha dicho que los besos aceleran mi recuperación?

Sonreí mordiéndome el labio inferior, eso, en ella, tampoco iba a cambiar nunca.

Por eso me acerqué, cumpliendo su petición, tal y como quería.

—No me vuelvas a hacer esto.

Me dejé caer sobre ella, oliendo una mezcla entre sudor y perfume un tanto extraño y ciertamente desagradable; pero ni siquiera eso me importó. Jessica me abrazó como pudo, con tan solo un brazo, pero lo suficiente para hacerme cerrar los ojos, apoyada en ella; sintiendo como aquella montaña rusa, no iba a acabar jamás.

—Ya los tienes —susurré agarrándome con fuerza a su camiseta.

—A todos, no —contestó—. Falta la principal.

—Tenerlos a ellos es un gran paso, hablarán. —Vi cómo tragaba saliva, pues su garganta, frente a mis ojos, se movió considerablemente—. ¿Qué?

Miradas de celos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora