LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES.
UNA MÁSCARA PARA LA SOCIEDAD.
CAPÍTULO 05Durante ese día no pasó nada más especial que portarse bien, mientras su mamá estuviera en casa, solo buscaban una oportunidad en la semana, para comerse las grandes nalgas y el peludo bizcochito de Norma.
Así que, el viernes en la tarde, después de tocar puertas predicando el nombre de Dios, y hacer todos sus deberes de la casa; los tres jóvenes estaban listos para comer.
Su madre llegaría a las cinco de la tarde, después de trabajar, ya que siempre tenía que rolar sus turnos en diferentes horarios, ya casi era la hora de que llegara, ellos comenzaron
a comer platicando en la mesa,
buscando una oportunidad
para convencer a Norma de dejarse coger por la boca, por su rico bizcochito, por el delicioso fundillito.
El par de cabrones querían estar siendo ordeñados a cada rato por ella, sacando todo el placer que pudieran de ese hermoso cuerpo juvenil, calentándose ella, hacia todo lo que
ellos quisieran.
—Norma. ¿Cuándo te daremos otra rica cogidota como hace dos noches? ¿Te gustó tener dos vergotas a la vez en tu panochita? —
Le preguntó Esteban con una sonrisa en los labios.
— ¡Cállate! Que, por tomar tus pinches viñas, por poco y nos encuentra mi madre a los tres encuerados en la cama, además aprende una cosa, no debemos hablar estas cosas en la mesa, par de pendejos lujuriosos. —
Les indicó Norma en un tono molesto y autoritario, mientras les servía la comida. Pero el par de burros calenturientos le siguieron diciendo: —Sentí bien rico y apretado tu bizcochito, cuando Esteban te metió su riata con la mía adentro de tu panochita. ¿A poco no te excita más Norma? Tener tu bizcochito bien repleto de carne. Ja jajá. —
Le comentó su hermano riendo, y haciendo ademanes con las manos, con una mano con sus dedos formaba un círculo introduciendo tres dedos de la otra mano, metiendo y sacando figurándose el rico bizcochito de Norma.
— ¿No entiendes pendejo, que no hablaremos de eso en un lugar público? Podría llegar mi madre en este momento, escuchar su estúpida conversación y preguntarnos: ¿Cuáles riatas le metieron? —
Expresó la joven en tono enfadado y golpeando el piso con su zapato por el enojo. Pero el par de pendejos no en-
tendía los regaños de Norma.
— ¿Te duele tu culito Norma? Te la tragaste bien rico entre tus nalgas. Ja jajá. —
Expresó Esteban sonriendo, al escucharlo Pablo se echó a reír también, diciendo: —Ja jajá hubieras visto tu cara Norma cuando te abrió el pinche culo este cabrón, los ojitos los abriste enormes, sentiste el rigor de este buey en tus nalgas... Ja jajá. —
— ¡Cállate cabrón! No hablen de eso aquí, mejor ya traguen y ¡Cállense los dos el pinche hocico! —
Gritó Norma muy seria. Al mirarla enojada Esteban se acercó más y al oído le comentó: —No te enojes Normita, la próxima vez que te coja, te pondré poquita vaselina en tu
fundillito y... —
— ¿Dónde están mis bebés? —
Gritó preguntando María, que ya estaba parada en la entrada de la cocina. Los tres jóvenes se quedaron helados, nunca escucharon el zaguán abrirse, ni el ruido del carro, ni
la puerta de la casa cuando María entró a la cocina, los miró en una hermosa e inocente escena, los tres jóvenes en la mesa muy comportados como los buenos niños que eran, entonces con una sonrisa les volvió a preguntar:
— ¿Cómo están mis bebés? —
— ¡Mamá! Qué bueno que llegaste, ya te estábamos esperando para comer. —
Comentó Norma quitando sus gestos de enojo, poniendo una sonrisa en su cara, corrió a abrazarla con mucho gusto, le dio un beso en la mejilla.
—Señora Mary, buenas tardes. ¿Cómo le fue en el trabajo? —
Le preguntó Esteban con una sonrisa nerviosa.
—Mamá, apenas empezamos a comer, siéntate con nosotros, déjame servirte tu comida para que se te valla enfriando. —
Expresó Pablo acomodándole una silla en la mesa, yendo enseguida por un plato para servirle su comida.
—Solo me cambio de ropa para estar más cómoda, voy a mi recámara y regreso para comer con ustedes mis pequeños “niños”. —
Expresó María dándose la vuelta caminando con rumbo a su alcoba, mientras que al salir ella de la cocina. Norma miraba muy feo al par de pendejos, en voz baja les expuso:
—Ya vieron porque les digo, que no hablen de lo nuestro en lugares públicos, ni de lo que hacemos entre nosotros, por poco y nos escucha mi madre, si les he seguido su estúpida plática, de cómo me dan su garrote entre mis nalgas, una buena chinga que nos da a los tres, y quizá un golpe en el hocico por decir groserías. —
Esteban miró a Norma a la cara, apenado fue agachando el rostro, con el plato en la mano solo le expuso:
—Perdóname Norma, no diré más cosas estúpidas en un lugar público. —
—Yo no la escuché entrar, ni ruido hizo mi mamá cuando llegó. —
Comentó Pablo, tapándose la boca con la mano derecha mirando a Norma apenado.
—La próxima vez que abran el pinche hocico, fíjense de que hablaran, pinche par de estúpidos idiotas, buenos para nada. —
Les regañó la joven diciéndoles sus palabras entre dientes, mirándolos muy feo a los dos.
Su mamá ya cambiada regresaba a la cocina para comer con ellos. Ahora traía puesto un short muy cortito de color negro mirándosele sus piernotas, tenía puesta una camisa blanca sin mangas dejando ver buena parte de sus blancos y grandes senos.
Esteban casi con la boca abierta la miraba aproximarse, como se le tambaleaban los dos grandes senos a cada paso que daba, se le cimbraban de una forma deliciosa, con su
mirada le buscaba con mucho morbo los pezones, bajó la mirada le veía muy fijamente entre sus piernas,
mirando la “Y”, que se le formaba, imaginando el rico triangulito que se cargaba María, en sus pensamientos se preguntaba: — ¿Cómo esta deliciosa señora se satisfacía su rico bizcochito? ¿Con un consolador? ¿Se metía algo en su rica papayita?
O solo se metía el dedo en el rico culito, tiene muy buenas nalgas, bien paraditas, han de estar bien duritas, las maravillas que haría yo con ese rico fundillito, ella hincadita
abriéndose de nalgas implorándome que le destroce el fundillito, hasta que la puta llore de placer.
Las mamadas que le metería en el bizcocho, metiéndole toda la lengua en medio de su mojada papayita, chupándole su clítoris, mientras le pico el delicioso culito con los dedos,
oyendo sus gemidos de placer de la muy puta.
Me haría una deliciosa rusa, le metería toda la vergota entre las dos pinches chichotas. Mientras ella con su lengüita me chuparía la punta, hasta que me deslechara en su boquita, tragándose la hija de su
puta madre toda mi leche caliente, con mi dedo le recorrería su boquita y su barbilla, metiéndole los espermas poniéndolos en su lengüita, mientras la muy puta me sonríe... —
— ¡Sordo! ¡He y! ¡Sordo! —
Le gritó María a Esteban, agitando su mano derecha enfrente de su cara, volviéndolo de su masturbación.
—Perdón. ¿Que me dijo Mary? —
—Que tu hubieras sido astronauta, siempre estás en la luna mi chavo. —
Todos se rieron de la respuesta de María, desconociendo ella por completo lo que pensaba Esteban de sus grandes senos, al ver tan animada Norma a su madre, decidió que era
el momento justo, para pedir el permiso de quedarse toda la noche con la “hermanita” Alejandra.
—Fíjate mamá, que hoy salen para el Distrito Federal los padres de Alejandra, y ellos no vuelven hasta el lunes, Alejandra me propuso que, si me quedaba con ella, desde hoy
en la noche en su casa y... —
Enseguida la interrumpió su madre:
— ¿Con Alejandra? ¿La hermana Alejandra? —
Le preguntó María poniendo una cara de no creo que esto me pidas.
—Sí, mamá... Alejandra estará sola en su casa, y me pidió que me quedara con ella, para que no estuviera solita estos días en su casa. —
Pablo al escuchar la petición, miró detenidamente a su madre, viéndole la reacción molesta de su cara.
— ¿Estás loca si crees que dormirás con ella? Y ¿A solas? La hermana Alejandra tiene ya una muy mala reputación, dice Rosario que ya tuvo sexo con ella, lo que convierte a “la
hermanita” en una lesbiana. —
—Pero… pero mamá, Rosario es una mentirosa y es mundana, ella no estudia la biblia como todos nosotros. —
Defendió Norma con cara enojada, al saber que le decía lo mismo que su hermano.
— ¡No! No es mentirosa Rosario. Escúchame, Alejandra anda en muy malos pasos, y la joven Estela anda diciendo que también tuvo una aventura con ella, que se revolcaron
las dos juntas, dejando muy en claro que son lesbianas. —
Le contestó María muy seria, mirando muy fijamente a la cara de su hija.
—Estela es una pinche mundana, y es una puta mentirosa mamá. —
—Sin groserías Norma, o te pegaré en la boca. ¿Quieres una buena cachetada? ¿Eso quieres? —
Hubo un silencio tratando de calmarse Norma, para no decir más malas palabras, o solo le lloverían unas cachetadas, agarró su aire diciéndole:
—Estela es mundana y mentirosa y tú lo sabes, y si no voy a la casa de Alejandra, “la hermana”
Esperanza se quedará con ella hoy en la noche, y quizá se quede los tres días, que este Alejandra sola en su casa. —
Expresó Norma poniendo su carita de ándale sí.
— ¿La hermana Esperanza? Esperanza es otra escuincla de dieciocho años, entiende que Alejandra y Esperanza, ya pasaron también con una aventura por la mundana de Estela, algo tienen que hacer esas dos niñas lesbianas, porque ya se están quemando aquí en el pueblo por no cuidarse, ni si
quiera cuidan lo que les gusta ser. —
Expresó en tono disgustado María.
—Son mentiras mamá, son puras mentiras que la gente dice de Alejandra y Esperanza, ellas son nuestras “hermanas” de religión. ¿Porque no creer que son solo víctimas de mentiras? Hay que apoyarlas, pobrecitas son nuestras “hermanas” espirituales, y todos las atacan diciendo mentiras e
inventando puros chismes. —
— ¿Mentiras? ¿Mentiras y chismes? ¿Eso crees? Que ingenua eres Norma, no son mentiras, escúchame con atención esto: La señora Nora Vargas me contó, que su hija Josefina tuvo amistad con la joven Estela, que después se fue a vivir un tiempo con ella, al poco tiempo Josefina era una
lesbiana ya declarada y eso no es todo.
Estela se agarró a golpes con Rosario. Quien le reclamo que le había quitado el amor de Josefina; a pesar de que ellas dos eran pareja, y ya vivían las dos en la misma casa, sin importarles el qué dirán, se pelearon las dos mujeres por otra mujer, son unas lesbianas descaradas y no otra cosa... —
—Ellas son del mundo mamá, Estela y Rosario son lesbianas y todos saben que eran pareja, tú lo dijiste mamá, son mundanas, ellas no son de nuestra religión. —
—No, si lo bueno viene Norma. Como Josefina se salió de la casa de Estela, regresó con su mamá doña Nora, y como lloraba por lo sucedido de perder el amor de Rosario y a
Estela, “la hermanita” Alejandra la visitó en su casa... después de muchas horas de estar con ella no se iba de la casa Alejandra.
Doña Nora entro al cuarto de su hija Josefina, porque ya era tarde, pero al abrir la puerta las encontró a las dos muchachas semi desnudas, besándose y manoseándose las dos mujeres las chichotas.
Si, la “hermanita” Alejandra no se
cuidó para nada, y ahora muchos del pueblo ya saben de sus preferencias sexuales. Ahora con qué cara sale a las calles predicar el reino de Dios.
Tú dices que, si no vas a la casa de Alejandra, va ir Esperanza. Pues yo te aseguro que, si vas, también Esperanza estará en la casa con Alejandra, “la hermana” Esperanza ya es una lesbiana declarada, pero no sé porque no la expulsan
de la religión, así que Alejandra estará contenta de tener a Esperanza y tal vez quieran, que durante tres días tú también les hagas el trio señorita. —
—Entonces, ¿No puedo ir a su casa mamá? —
Preguntó muy triste Norma agachando la cabeza. Mientras que su hermano sacó a relucir una gran sonrisa involuntaria, sabía que esas deliciosa nalgotas estarían a salvo en casa, porque no se las compartiría con otra vieja.
Pablo ya sabía muy bien, que Norma era una pinche puta calenturienta, que cogía como puta en celo, sabía que, si Alejandra le mostraba el bizcochito, Norma se animaría a experimentar el sexo con otra mujer, de eso no le cabía la menor duda, la muy puta terminaría la noche chupándole el bizcochito a “la hermanita”, alcanzando varios orgasmos.
—No hija, no iras, mira al rato toda la gente vera que estas en su casa, y dirán que tú también ya eres lesbiana, la gente pone etiquetas de lo que ve, tienes que cuidar tu imagen para servir a nuestro Dios, todos los del pueblo ya nos conocen y nos tienen mucho respeto, nos tienen en un buen concepto por nuestro buen moral y buen comportamiento, con la cara en alto les declaramos la enseñanza bíblica y el nombre de Dios. —
—Está bien mamá, tú mandas, no iré a su casa. —
Contestó Norma con cara de tristeza, sabía que cuando su madre decía no, era no.
—Por trabajar tanto tú y yo no hemos estado juntas por mucho tiempo, tengo algo que quiero que tú me ayudes hacer, ahora tenemos tiempo libre para las dos juntas. —
Miró María a Norma, sabiendo Norma que significaba esa miradita de su madre, sin decirle más palabras María. Enseguida Norma le enseñó su sonrisa a su mamá, y ahora contenta le preguntó: — ¿Estas, segura que quieres que te ayude hoy mamá? Porque todavía tenemos que ir hoy a las compras, no nos alcanzará el tiempo para hacer todo. —
Norma se lo expresó, haciendo disimuladamente una señal con los ojos, señalando a su hermano Pablo y a su inquilino y “hermano” de religión, Esteban.
Su madre le regreso la mirada junto con una sonrisita, ahora giró su cara mirando a los dos jóvenes que comían, enseguida les indicó:
—Pablo, tenemos que hacer en la casa y Norma me ayudará, así que necesito que te vayas al supermercado por las compras, necesito que Esteban te lleve en la camioneta, ahora te doy el dinero y te hago la lista de las cosas que nos hacen falta, terminen de comer y enseguida se van al supermercado, porque se hace más tarde, y no quiero preocuparme. —
Le ordenó muy seria María, pero la protesta no se hizo esperar cuando su hijo le contestó:
—Pero mamá ya casi son las seis de la tarde, regresaremos quizá hasta las diez de la noche, es muy tarde para regresar a casa, mejor mañana vamos. —
—No lo diré dos veces Pablo, solo terminen de comer y se me van a las compras, no me interesan tus protestas, solo haz lo que te ordené, mañana tenemos nuestra reunión y
andaremos más atareados. —
Después de decir estas palabras, María lo miró fijamente a la cara, Pablo sabía que no le debía de reprochar nada a su mamá.
—Como digas mamá, por cierto, ya que hablabas de Alejandra y Esperanza; me dieron la invitación esta mañana, en una semana tendrán una reunión social con los “hermanos”, porque se van ellas juntas a otro estado de la república, para poder predicar el reino de Dios, y quieren que vayamos también nosotros a despedir a “las hermanas” en el convivio que tendrán. —
Le comentó su hijo Pablo, mostrando la invitación a la reunión social.
—Por eso quería hoy estar con ellas, ya se van a ir de esta congregación mamá. —
Comentó Norma mirando a su madre a la cara.
— ¿Tú sabías, que se iban las “hermanitas” Norma? —
Le preguntó Pablo.
—Desde la semana pasada lo sabía, porque Alejandra me lo dijo, por eso sus padres van a comprar hoy cosas para su viaje, y de paso irán a visitar a unos parientes que tienen viviendo en el Distrito Federal.
Alejandra no quiso ir con ellos por no faltar mañana a la reunión de la congregación, y poder ordenar todos sus estudios bíblicos, antes de irse a otro lugar para servir a Dios. —
Al escuchar esta explicación María le expuso:
—Pues ojalá que adonde quiera que se vayan, que se cuiden de lo que hacen esas dos “hermanas”, porque aquí en el pueblo ya están fichadas de lesbianas, solo tienen dieciocho años y ya no haya con quien meterse, ni a quien darle las nalgas, de seguro se masturban como locas.
Ustedes tienen que saber y ya se los he dicho, que el ser testigo de Jehová bautizado es algo digno de defender hija, con una buena moral, cosa que esas dos jóvenes no entienden ya, deberían de ser ellas un buen ejemplo como lo somos nosotros. —
Al escuchar estas palabras. Esteban discretamente giró su rostro, miraba a Pablo y a Norma, vaya que los tres hijos de su puta madre eran el perfecto ejemplo de la alta moral en su religión.
—Bueno, me iré a bañar de una vez mamá, y después “te ayudo con lo que necesitas”. —
Le comentó Norma con una sonrisa en su cara, caminando rumbo a la escalera para agarrar su ropa y meterse a bañar.
—En cuanto salgas del baño Norma me meteré yo también a bañar, a veces no alcanza el agua caliente si uso mi baño a la misma vez. —
Eran las seis y cuarto de la tarde cuando terminaron de comer los dos muchachos, muy molesto Pablo agarró el dinero y la lista de compras saliendo de la casa.
María los despidió en la puerta mirando cuando se subieron a la camioneta, y sin más opción ni reclamos arrancaron con rumbo al
súper mercado, escuchando cerrar la puerta empezaron a platicar los dos jóvenes.
—Mejor nos hubiéramos traído el coche, ya estaba estacionado afuera. —
—Ya no llores mejor nos apuramos para regresar a tiempo, sabes no me di cuenta cuando tu mamá entro en la casa, a la otra y nos cacha diciendo pendejadas de tu hermana, o cacha enojada a Norma diciendo groserías. —
—Si me espantó mi madre, cuando habló en la cocina, no me la esperaba, nunca escuché abrirse el pinche zaguán. —
— Oye socio. ¿Crees que al rato podamos cogernos a tu hermana? —
—No, no creo, mi madre se quedará en casa toda la puta noche, y no sé si entre a trabajar hasta el domingo en la mañana o en la tarde, siempre le cambian de turno, tuviste suerte de encontrarla el lunes en la mañana, sabes no quisiera arriesgarme a cogérmela cuando esta mi mamá en casa. —
—Sí, es peligroso si nos cacha tu madre cogiéndonos a la Norma, se nos acaba la pinche diversión, ya oíste a tu madre ser testigo de Jehová bautizado, es algo digno y de buena moral, si un día nos cacha cogiendo a la Norma, no sé qué sea capaz de hacernos, aparte de una buena cueriza incluyéndome a mí que no soy su hijo, si se enterara que ya hasta me la sodomicé subiéndome en sus nalgotas. —
— ¿Porque crees que preferí que te arriesgaras a entrar cuando Norma se bañaba? si le decías algo a mi madre pinche puto perro traidor de mierda, le ibas a decir que me la estoy cogiendo, mi madre me deshace a puros madrazos, me lleva a lo mejor con el pinche anciano, y todo el pinche mundo en la congregación se entera que mi hermana se abre de nalgas conmigo, puto traidor de mierda interpreta mi silencio. —
—Yo no le diría nada, no te enojes socio, era para que me dejaras cogérmela… sabes, me encantan las nalgas de Norma, están un poco más grandes que las de tu mamá, y su
culito aprieta bien rico, me ahorcó de maravilla mi garrote, no creía que me dejara deslecharme en su fundillito, perdóname socio, pero es bien pinche puta tu hermana. —
— ¿Crees que fuiste el primero en derramarse en su fundillito? Me la eh culeado varias veces, y todavía aprieta bien rico la cabrona. —
Le expresó muy orgulloso Pablo, mientras manejaba Esteban volteó su cara para mirar al joven, con una sonrisa en sus labios le comentó:
—Pues mi calibre es más grueso que
el tuyo socio, y se lo sentí bien apretadito su pinche fundillito, sentí bien delicioso como me lo ordeñó, me derramé adentro de ella, eso fue algo único. —
—La próxima vez que no la forniquemos Esteban, tú te acuestas y yo me le pongo atrás, sentí bien rico los dos garrotes dentro en su bizcochito al mismo tiempo, ¿Cómo se te ocurrió lo de las dos manos metérselas en su papayita? —
—Hay que inventar para no aburrirse socio. La masturbamos bien rico. ¿No? Ja jajá pinche putita gritaba de puro
placer ja jajá. —
Expresó Esteban riendo, sintiéndose con mucha experiencia en el arte sexual. Pablo que imitaba la voz de su hermana reía diciendo: —Y todavía preguntaba la pendeja. ¿Qué me hacen? ¿Qué me están haciendo? Mi panochita Ja jajá. —
Después de diez minutos que salieron manejando desde su casa, el destino les tenía preparada una gran sorpresa, para que supieran la otra cara de la familia, así que se les exploto una llanta en el camino de una manera inexplicable.
— ¡Agárrate pendejo agárrate! —
Gritó Esteban tratando de controlar la camioneta, hasta que se paró por completo, los dos muchachos enseguida se bajaron a revisar la camioneta.
—Fue la llanta trasera, se voló por completo la pinche
llanta, la noticia es que tenemos que cambiarla, saca el pinche gato y la llave de tuercas para quitarla Pablo. —
Después de varios minutos de revisar completa toda la camioneta por dentro, y no poder encontrar la herramienta, ni el gato para levantarla, ni la llanta de refacción,
tenían que pensar en algo, así que Esteban muy serio miraba para ambos lados del camino, entonces le explicó:
—Tenemos que regresar a casa, para pedirle a tu mamá el gato del carro, para poder levantar la pinche camioneta, y poder cambiarle la puta llanta. ¡Ah! y preguntarle si tiene una llanta de repuesto, de lo contrario tenemos que ir a comprar una llanta, después venir hasta aquí para cambiarla. —
— ¡Estas pendejo Esteban! ¿Sabes cómo cuánto nos tardaremos en ir hasta la casa caminando? Son como treinta minutos, después tenemos que regresar hasta aquí y cambiar la pinche llanta, para después todavía ir por las pinches compras. —
—Ya no llores Pablo, te pondré peor la situación, tenemos que ver si tiene tu madre un gato, y si tiene también las herramientas en el carro para sacar los birlos, si no tiene, entonces a conseguir un gato o comprar uno para quitar la llanta, y como ya te dije comprar otra llanta, después ir de compras, sabes Pablo...
¡Me lleva mi puta madre! Tienes mucha razón tardaremos un buen rato componiendo este puto
desmadre. ¡Me re lleva mi puta madre! —
Resignados y maldiciendo su mala suerte, comenzaron a caminar de regreso a su casa, mientras Pablo renegaba de su suerte, Esteban trataba de distraerse hablándole de las ricas nalgas que Norma tenía,
como la pondría la próxima vez que
se la cogieran juntos, se moría de ganas por tenerla ya toda
encuerada y en posición de cuatro patas, metiéndole y sacándole su garrote del caliente bizcochito.
Mientras ella se abría las nalgas, rogando que la volviera a sodomizar por su fundillito, hasta que Esteban le preguntó:
—Por cierto Pablo, ¿Cuándo fue la primera vez que te cogiste a tu hermana? O ¿ella te cogió a ti? Cuéntame quiero saber. —
—Eres solo un pinche morboso, puto perro espía de mierda. —
—Anda cuéntame, que nos queda mucho camino que regresar hasta tu casa. —
—Bueno, te diré solo porque eres un buen perro culero. Escúchame bien, pinche espía de mierda, era una noche muy obscura y de inquietos luceros. —
—No seas mamón, y cuenta la historia bien. —
—Pues era de noche cabrón, yo que culpa tengo, tuve pesadillas ya eran como las once de la noche, me desperté espantado y con tanto miedo, me levanté despacio y salí de
mi recámara, abriendo la puerta del cuarto de Norma, se encontraba todo obscuro.
Solo me aventé a la cama para abrazarla, ella no tenía las cobijas cubriéndola estaba completamente desnuda, la abracé sintiendo su caliente chichota repegarse a mi cara,
le abracé su cintura y sentí tocar los pelos de su bizcochito, fue tan
rápido que Norma espantada gritó preguntando:
— ¿Que estás haciendo aquí cabrón? —
Abrió los ojos al sentir mi cuerpo golpearla, la muy cabrona se masturbaba el bizcochito, tenía las dos piernas separadas y un consolador bien metido en su papayita.
Tenía su chichota caliente contra mi cara, pude sentir su pezón en mis labios. Brincó a toda prisa de la cama estando toda desnuda, con la luz de la luna que entraba por la ventana, le miré sus nalgotas correr hasta la entrada de su cuarto, prendió
la luz cubriéndose su cuerpo con una sábana gritándome:
— ¿Qué haces aquí cabrón? ¡Me espantaste pendejo! —
—Tuve pesadillas y quería abrazarte, mamá llega hasta la mañana y tengo mucho miedo soñé algo horrible, tengo mucho miedo. —
Norma me miró mi cara de miedo, ahora estaba más asustado de verla y haberla sentido toda encuerada, ya no sabía si era mejor no moverme de la cama, o mejor salir corriendo de su recámara, la miré por un momento de arriba para abajo, entonces le pregunté: — ¿Qué haces encuerada Norma? ¿Qué te estabas haciendo? —
Se produjo un silencio profundo, quizá Norma buscaba palabras para explicar, se cubría sus dos grandes senos con la sábana, pero entre sus piernas se veía algo ensartado, pude
ver sus vellitos del bizcochito y su par de piernotas que en un descuido no se cubrió con la sábana.
— ¿Qué es eso que tienes ensartado entre las piernas Norma? —
Reaccionó deprisa jalando la sábana con la otra mano cubriéndose su bizcochito, y el consolador que era de color anaranjado, poniéndose más roja gritándome enojada:
— ¡Lárgate a tu cuarto cabrón! ¡Ya lárgate! —
—Tengo miedo Norma, abrázame por favor. —
Muy seria me miró por un momento, y tal vez sintió compasión por mí, ya no teníamos a papá que nos protegía y nos daba valor, mi madre a esas horas trabajaba.
¿A quién le pediría un abrazo para sentirme protegido? Así que lo pensó Norma dos veces, ahora cambio su cara de enojo diciéndome:
—Está bien, ven flaco, abrázame fuerte. —
Con una mano, con la sábana se tapaba sus dos senos, sin importarle más soltó la parte de abajo de la sábana, abriéndose de nuevo está dejándome ver entre sus dos piernas su bizcochito, que estaba bien ensartado por ese grueso y largo
consolador.
Me levanté de la cama corriendo, y sin pensarlo dos veces la abracé con fuerza soltando el llanto, realmente estaba asustado de mi pesadilla.
Pero con ella a mi lado ya estaba yo
a salvo, también me abrazó, dándome un beso en la frente tratando de protegerme de lo que fuera mi miedo, me dijo: —Ya pasó la pesadilla, conmigo estas a salvo Pablo. —
Después de un gran abrazo y sentir sus senos calientes en mi cara, le pregunté: — ¿Porque estas desnuda Norma? ¿Qué es eso que tienes entre tus piernas? —
—Eres muy preguntón flaco, de haber sabido que venías, le pongo seguro a mi puerta. —
—Te ves bonita desnuda Norma, eres muy bella. —
—Si te enseño lo que tengo, juras no decirle a mamá ni a nadie que me viste desnuda. —
—Te juro que nadie sabrá lo bella que eres sin ropa Normita. —
Me miró directo a la cara con una sonrisa, soltando la sábana blanca, mostrándome enseguida de lleno sus dos blancos senos, que ya eran grandes y firmes, con unos hermosos pezones de color rosas, podía mirar esa pequeña cintura y un bizcochito bien peludito semi abierto, tragándose una vergota de goma, que le colgaban como doce pulgadas fuera de su panochita.
Mostrándome sus dos piernas separadas, mientras boquiabierto miraba esto ya tenía una erección en mi pantalón que no se hizo esperar, solo por mirar detenidamente a mi
hermanita mostrarme todo su hermoso cuerpo desnudo.
Con una sonrisa en sus labios me explicó:
—Estoy muy caliente y me masturbaba mi bizcochito, se siente bien rico cuando alcanzas el orgasmo, es algo caliente… muy caliente,
puedo caminar entre las nubes. —
Se inclinó Norma, enseguida con su mano derecha se jaló muy despacio la vergota de goma, que tenía bien ensartada en su bizcochito, no lo creía, se sacó como ocho pulgadas
del grueso consolador, era una vergota de veinte pulgadas de largo, no lo puedo olvidar era ya una comelona de gruesos garrotes la muy puta.
—Veo que ya te calentaste, mira ese chipote entre tus piernas Pablito. —
Me dijo Norma sonriendo, mi erección no se podía esconder entre mis piernas con mi pijama puesta, después de lo que miraba enfrente de mí.
—Quítate tú pijama, y déjame ahora a mi mirarte desnudo Pablo. —
Enseguida me quite la camisa y el pantalón, mi garrote estaba bien tieso dentro de mi calzón, se acercó Norma mirando, con una sonrisa enseguida se arrodilló, con sus dos manos me bajo los calzones dejando mi tronco de fuera.
Al escuchar estas palabras, lo interrumpió Esteban riéndose le decía:
—Ja jajá. ¡No mames pinche Pablo! Ja jajá era una pinche astillita, ja jajá, si ahora que tienes dieciocho años es muy pequeño, yo creo que solo era un pinche clítoris excitado buey, ja jajá tu tronco ja jajá ja jajá, tu si te lo arrancaste. Ja jajá. —
—Bueno. ¿Quieres que te cuente la historia, pendejo?
—Bueno, ya síguele. ¿Que pasó cuando Norma descubrió tu madero de tormento? —
—Ahora chinga tu madre, que ya no te lo cuento por ojete. —
—No, si síguele, Pablo te creo y luego. ¿Qué? ¿Te chupo tu grueso garrote Normita? —
—Pues, aunque no me creas pendejo, me senté en la cama y me recosté, Norma se inclinó y enseguida abrió su boca, me dio una santa mamada chupándolo por completo con sus labios, y con su mano derecha lo acariciaba de arriba abajo, por unos minutos me estuvo mamando y lamiéndome hasta los huevos,después de varios minutos me dijo:
—Déjame acostar y tú ahora me metes tu garrote en mi bizcochito Pablo. —
Me quité de la cama, quedándome de pie mirándola, enseguida Norma se acostó en la cama, con su mano izquierda se acariciaba muy sensual sus senos, abrió sus piernotas
enseñándome completamente toda su papayita, que estaba peludita, con la mano derecha se la sobaba muy despacio, se abrió todo el bizcochito con sus dedos mostrándome sus
labios vaginales, me indicó:
—Súbete con cuidado y métela en mi bizcochito a ver si me puedo venir, mientras me coges con tu garrote. —
Coloqué mis brazos sobre el colchón, sus dos chichotas me quedaron en la cara, y ella con su mano derecha me agarró el garrote, se lo acomodó en su bizcochito, entonces me pidió:
—Húndela toda, húndemela. ¡Ah! ¡Que rico! —
Se lo fui metiendo, sintiendo como hervía por dentro todo su bizcochito, sentía que se movía por dentro, fue delicioso.
—Muévete Pablo, métemelo y sácamelo, pícame mi bizcochito con tu garrote para que me venga, lame con tu lengua mis senos, chúpame los pezones vamos, mámamelos y
mueve tu garrote en mi bizcochito. —
Al escuchar lo que me decía, abrí la boca y le chupé uno de sus pezones, después le lamí el otro, eran deliciosas esas dos chichotas que ahora están sumamente desarrolladas, pero logré sacarle gemidos de placer a mi hermanita.
— ¡Así! Chúpalas así, no dejes de meterme tu verga en mi bizcochito. ¡Muévete! —
La muy puta estaba bien caliente, sentía ricas las metidas que le daba, yo cadereaba sobre su cuerpo por un rato sin detenerme, sentía muy caliente el bizcochito hasta que me
dijo:
—Me pondré de rodillas y ahora tú me agarras de mi caderita, me lo metes y lo sacas de mi bizcochito, si sientes que te derramas sacas tu garrote de mi panochita. —
Sin más me quité de ella, Norma enseguida se arrodilló sobre la cama, sin ninguna pena me mostraba sus dos nalgas, se le vieron más grandes en esta posición sus dos nalgotas, se las acaricié con mis manos sin poderlo creer, sus pinches chichotas rosaban el colchón y ansiosa ya quería ser ensartada por mi garrote.
—Acomódate Pablo y agárrame bien de la cintura. ¡Cógeme! ¡Muévete! —
Le metí mi garrote entre las nalgas, sintiendo todo su bizcochito bien empapado y muy caliente, le comencé a meter y sacar mi vergota en su papayita, sin soltarle la cinturita, comencé a oírla gritar.
— ¡Así! ¡Ah! ¡Dame! ¡Ah! —
A cada empujón mi estómago le golpeaba las dos nalgotas, quería llenarle toda su panochita, le separaba con las manos las nalgas y miraba su pequeño fundillito, que se veía rosita se veía delicioso,
mientras ella con una de sus manos se masturbaba su bizcochito, no más de cinco minutos de estársela empujando y...
— ¡Me vengo Pablo! ¡No pares! ¡Me vengo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Me estoy viniendo! ¡Ah! —
Agitaba la cadera de izquierda a derecha, queriéndome tumbar agarrándome fuerte de su caderita, hasta que calló sus gritos Norma, no más de un minuto que yo seguía mete y saca mi garrote, sintiendo hervir su bizcochito, sentía como se contraía apretándome el garrote de forma divina.
En ese momento sentí un delicioso calor invadir todo mi cuerpo, dejándome quieto acariciando sus nalgotas con mis manos, sin saber qué hacer, solo le dije:
—Norma, Norma
que rico calorcito ciento. —
Norma se echó para adelante, sacándose rápido mi garrote, y con mi mano derecha lo empecé a agitar, enseguida sobre sus corvas y sus pies, comencé a echar mi primera leche sobre una mujer, sin poderlo creer.
— ¡Oh! ¡Que rico! ¡Ah! ¡Norma! ¡Ah! —
Norma me miraba como salpicaba su cuerpo, y la muy cabrona se reía, quizá de ver mis gestos que hacía al estarme derramando.
Después de agarrar mi aire, y estar por un momento admirando su cuerpo desnudo y embarrado de leche, ella me dijo: —Vente flaco, sígueme hay que bañarnos juntos. —
Así toda encuerada caminó dándome la espalda, mirándole esas ricas nalgas que me hicieron venir tan rico, nos bañamos juntos dejándome quedar con ella esa noche, nos
quedamos totalmente desnudos,
después de ahí, nunca más se cubrió su hermoso cuerpo, con la promesa de nunca contarle a nadie nuestros encuentros sexuales, porque cada que mi madre no se encontraba en casa.
Cogíamos en la sala, en la cocina, en su recámara, en la ducha, a veces entraba a mi recámara y encontraba su panty y su brasier sobre mi cama, en señal que en algún lado me
esperaba agachada, esperando que la encontrara y me la cogiera, así que de prisa buscaba en toda la casa, hasta encontrar esas dos blancas nalgas deseosas de que las abriera, y me derramara en su bizcochito, su culito, en sus senos o en su boquita.
No importaba que fuera de día o de noche.
Hasta que mi madre un día comenzó a alquilar una recámara, y debimos tener más cuidado con los inquilinos, pero un día un perro ojete y chismoso nos espió y descubrió nuestro obscuro secreto, queriéndome quitar lo que es mío, a mi hermosa hermana. —
—No te quiero quitar nada, Norma es tuya Pablo, y tengo el permiso de ella y el tuyo, para cogérmela, además, eres muy afortunado, si yo tuviera una hermana como ella, y fuera así de puta, me la cogería día y noche, es muy caliente la cabrona y muy abierta, acepta todo lo que le propones, es una verdadera puta soñada. —
—Así es, mi hermanita siempre ha sido muy caliente. —
—Oye. ¿Crees que si va con “la hermana” Alejandra se la tire? —
—No lo dudo, por eso me enojé esa noche, porque sé que, si se queda con ella, la muy puta es capaz de mamarle el bizcocho, y volverse lesbiana o bisexual. —
—Sí creo, por lo que tú me dices y por lo que tu madre cuenta, “las hermanitas” Alejandra y Esperanza son adictas ya al bizcochito, ahora que podamos, le damos a la pinche
Norma otra buena cogida, para que ella este contenta con nosotros y no busque panocha con alguna mujer. —
Así los dos socios se fueron caminando, platicando como se la volverían a tirar.Está historia continuará....
Gracias por el voto, te invito a leer mis novelas publicadas aquí en wattpad tituladas:
NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. (Erótica)
THE SALEM TOUR SIN FRONTERAS drogas, sexo y rock pop. (Erótica)
LAS BRUJAS DE LA MONTAÑA las bestias del infierno. (Terror)
LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas. (Terror)
LAS PROFECÍAS DEL MUNDO KAWA. (Fantasía)Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries gracias por seguirme.
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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES. LA SIRVIENTA.
Ficción GeneralDespués de terminada la novela erótica titulada: NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el ca- mino a la perdición. Ahora solo queda leer, estas historias eróticas tituladas: Las cartas de EL CLUB 69 DE ARIES. En donde las personas dan su punto d...