LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES.
Los caminos de México de norte a sur y la sirvienta.
CAPÍTULO 13 extra.Ella sonriendo ahora le expresó:
—Te felicito mi chingón, mis tres maletas están bien cerradas con el candado que les dejé, recuerda la curiosidad mató al pinche gato. —
—No me gusta husmear lo que no es mío, te podría faltar una blusa, una falda o algo, hay pequeñas cosas que son muy importantes para algunas personas. —
Hubo un silencio. Alicia pensaba que él en realidad no sabía nada del contenido de sus tres maletas, así que ahora cambio su aptitud diciéndole:
—No me conociste del todo, no sabes ni quien soy, solo cogimos esa vez y eso fue todo, cuando llegaste a Querétaro a la papelería O. E. C. (Oficina, Escuela, Casa)
yo vivía muy cerca de ahí, a unas dos cuadras.
Así que cuando te bajaste aproveche para ver unas cosas, pero se me hizo muy tarde, cuando regresé a la tienda ya habían cerrado, y tú ya te habías ido a otro lado…
no adivine adonde. —
—Ya te dije que te espere toda la noche en el hotel de la salida de Querétaro, y en la mañana te espere por un buen rato, pero tenía ya la carga lista para Toluca. —
—No se me ocurrió ir para allá, solo hablé por teléfono a la compañía de Querétaro, al otro día una secretaria me dijo que te dieron un viaje para Toluca y me dio todos los datos,
cuando llamé a la empresa en Toluca, me dijeron, que tenías ya un viaje listo para Guadalajara, así que aquí me tienes te encontré cabrón, el mundo es muy chico.
¿Verdad que si lo es? —
—Ya vi que eres muy buena rastreadora Alicia, me encontraste muy rápido, o más bien encontraste tu equipaje, porque hasta ahora ninguna mujer me ha buscado de un
estado a otro estado, créeme. —
—Oye, discúlpame por el susto, pero me dieron celos el mirarte con esa hermosa morena, pensé, este hijo de puta ya se la anda cogiendo, y quedamos que me volverías a coger,
pero, eres un ojete, apenas te doy la espalda y ya estas con una pinche putita barata. —
Luis la escuchaba, ahora pensaba que ella se convenció de que él no sabía nada del contenido de las maletas. Alicia sonreía, dándole su cuento que fue a checar algo en Querétaro, y al regresar ya no lo encontró, solo lo decía, para no levantar sospechas de porque salió corriendo de ese lugar, al enterarse que entregarían la carga para el negocio de Graciela su ex patrona.
Luis aún muy serio, solo le preguntó:
— ¿A dónde vamos pelirroja? Veo que estas mejor de tu cara. —
Ella sonrió ante el comentario, no protesto por llamarla pelirroja. Enseguida, se quitaba con su mano izquierda los lentes obscuros mostrándole toda su cara.
Ahora su maquillaje, ya cubría mejor los moretones de su ojo derecho, ya no tenía las seis puntadas en su cabeza, solo le quedaba una
pequeña cicatriz.
Luis al mirarla, sonrió bajando la vista, mirándole que aún ella le apuntaba con el arma, que sostenía con su mano derecha, pegando a sus piernas el revólver.
Levantó Luis la vista, sin perder su sonrisa fingida la miraba a la cara preguntán-
dole:
— ¿Podrías guardar eso? Me ponen nervioso las armas. ¿Qué? ¿Venias con todas las intenciones de matarme, por llevarme tus maletas? Pues deberías de agradecer, que no las bajé en la tienda O.E.C….
Bueno, después de no encontrarte en el lugar, era lo más cuerdo que hubiera hecho, haberlas dejado en donde descargue, así tú solo las hubieras recogido ahí en ese lugar, y
no tuvieras que haber viajado tanto, para encontrarlas, creo que la regué al traerlas conmigo.
¿Verdad preciosa? —
Ella sonrió, con este comentario lavaba él la inocencia de
desconocer su contenido, porque si las hubiera dejado en la tienda. ¿Cómo Alicia hubiera sacado las maletas? Si era lo que le había robado a Graciela. Con esto pensó ella, que
Luis estaba limpio, que en realidad él desconocía el contenido, así que no le convenía matarlos después que se presentó ella en el almacén preguntando por él, podrían atar cabos y quedara ella como sospechosa de su muerte.
Por ahora lo mejor era cambiar su actitud, así que con una sonrisa agitando el revólver en el aire para justificarse, le contestó:
—No pienses mal de mí Luis, mira… mira esta arma es solo porque estoy… estoy paranoica, tú estarías igual si te asaltaran y te dejaran tirada en una casa dada por muerta, e internada tres días en el hospital, no es fácil para mi superar este pinche trauma. —
Después de decir esta explicación, se guardó el arma en su bolsillo derecho de la chamarra negra, respirando más tranquilo Luis, al no sentirse ya amenazado por ella.
Alicia le indicó:
—Maneja en esa dirección, a dos cuadras esta mi camioneta. —
Luis metió la velocidad, acelerando moviendo el tractocamión en la dirección que ella le señaló, queriéndole hacer la plática y comiéndose todo el miedo, ahora sonrió tratando de sentirse tranquilo, diciéndole:
—Te extrañé mucho pelirroja, no olvido aquel día que te conocí, cada que manejaba y descansaba me acordaba de ti, preguntándome. ¿Cuándo la volveré a ver? —
—Cosas del destino, nunca se sabe, cuando estuve la primera vez contigo, se suponía que iríamos a varios lugares, que juntos recorreríamos la república mexicana, pero ahora
tengo cosas que hacer, y no puedo estar contigo. —
—Yo tengo un buen recuerdo tuyo mi sirvienta. —
—Bueno, ahora que me llamas así, te diré que me darán trabajo en Puebla, empezaré a trabajar de nuevo de sirvienta, pero les dije que me dieran unos días para comenzar, bueno
no les dije que buscaría mi equipaje. —
—Bueno, mañana podrías comenzar a trabajar, todavía es buena hora para viajar hasta Puebla… estarás un poco magullada del viaje, pero volverías a tu rutina de trabajo, además, es dinero que a diario se necesita. —
—Tú ¿A dónde iras? —
—No tengo viaje, por el momento estaré un rato en la casa de Ana. —
— ¿Te quieres seguir cogiendo a la putita? —
Él sonrió ante el comentario, escuchando a Alicia decir:
—Detente aquí, mira esa camioneta roja es por ahora mi
transporte. —
—Es bonita una destructor del camino 4x4. ¿Es tuya? —
Después de preguntarle. Luis leía las placas de la camioneta. Alicia volteó su cara mirándolo con una sonrisa, contestándole:
—Es de mi nueva patrona, me la presto por unos días. —
Luis al saber que ella ya se iría, ahora más tranquilo estacionaba su tractocamión detrás de la camioneta, poniendo el freno de estacionamiento.
Alicia con una sonrisa abrió la puerta metiendo la mano derecha en el bolsillo de su chamarra, agarrando de nuevo su arma, volteó a ver a Luis diciéndole:
—Baja mis tres maletas por favor, y no hagas nada valiente que te comprometa, no cometas ni una pendejada. ¿Me oíste? —
Luis para no entrar en nervios otra vez, con una sonrisa le contestó:
—Tú eres la sirvienta, tú deberías de bajar las maletas mi amor. —
—Que gracioso eres, anda apúrate que se me hace tarde para irme de aquí. —
Ella se fue bajando despacio del tractocamión, muy atenta
miraba desde el estribo como se pasaba él al camarote.
Luis miró que Ana cleta estaba sentada asustada muy quieta en
una esquina, enseguida, puso Luis su mano derecha poniéndose el dedo índice en su boca, haciendo una señal que se callara la joven.
Con su mano izquierda agarró la primer maleta pasándola al asiento del copilotó recibiéndola Alicia poniéndola en la banqueta, así sacaron las tres maletas.
Ahora Luis muy despacio se bajó del tractocamión, ya Alicia había abierto la parte trasera de la camioneta destructor del camino 4x4, esperando que cargara sus tres maletas.
Él no la hizo esperar para no hacerla enojar, una por una las fue metiendo. Alicia con una mano cerró la cajuela diciéndole a Luis:
—Espérame aquí, a donde te vea, no te muevas ni hagas pendejadas, o ella se muere. ¿Entendido? —
Después de decir esta amenaza, Alicia caminó con rumbo al tractocamión, todo el tiempo, tenía su mano derecha adentro del bolsillo de su chamarra agarrando el arma, al subirse se paró entre los dos asientos asomándose al camarote.
Enseguida le dijo a la chica:
— ¡Hey! Putita, ven aquí ponte de pie apúrate. —
Ana cleta la miró sin saber cómo pararse. Alicia entró en el camarote para ayudarle a ponerse de rodillas, su mano izquierda la puso debajo de la minifalda, agarrándole todo
su bizcochito una vez más.
Mientras se lo acariciaba con
mucha lujuria le besaba sus labios, al separarse sus bocas, la miró a los ojos diciéndole:
—Me gustas un chingo putita, me hubiera gustado conocernos en otra situación. —
Después de decir estas palabras, con su mano derecha muy despacio le acaricio las nalgas, enseguida sacó una llave de su bolsa de su pantalón, quitándole a Ana cleta las esposas de sus muñecas, guardándolas de inmediato en su bolsa izquierda de su chamarra.
Ahora le expresó:
—No te muevas putita y no te pasara nada. ¿Me entiendes? —
Ana cleta asintió con la cabeza, quedándose muy quieta arrodillada con sus manos detrás en su espalda, enseguida, Alicia se salió del camarote mirando a Luis parado en donde lo dejo, ella en el tablero miró una tarjeta de presentación, enseguida la leyó viendo que era de Luis.
Ahora, se bajó del tractocamión cerrando con su mano derecha la puerta del copilotó, pasaba un carro tocando el clapson al verla caminar, cuando la sirvienta se detenía enfrente del trailero, mostrándole en su mano derecha una tarjeta, diciéndole:
—Ahora tengo tu número de teléfono, encontré una de tus tarjetas, estaremos en contacto Luis y muy pronto nos veremos…
eso te lo aseguro. —
—Cuídate pelirroja, ya nos volveremos a encontrar, el
mundo es muy pequeño, ya lo comprobé. —
Le contestó Luis mirando a Alicia caminar moviendo ese
par de deliciosas nalgas, ese pantalón de mezclilla lo tenía bien embarrado. La chica abrió la puerta de la camioneta roja destructor del camino 4x4. Subiéndose con prisa, arrancando yéndose enseguida del lugar, dejando una polvadera
detrás de ella.
Enseguida Luis caminó deprisa dirigiéndose a su tractocamión, abriendo la puerta del piloto subiendo a la cabina, pasándose enseguida al camerino, mirando a Ana cleta de
rodillas con sus manos aún en su espalda, preguntándole:
— ¿Estas bien Ana? —
Ella volteó con lágrimas en los ojos escurriéndole en sus mejillas, al mirar ella que era Luis se puso de pie abrazándolo llorando histérica, escuchándolo decirle:
—Ya todo está bien, no te preocupes más, estamos a salvo, ya se fue Alicia… ya se fue de aquí la sirvienta. —
Mientras abrazaba a Ana cleta, miraba la fotografía de Alicia Rosas Rico, que estaba pegada en el poster del grupo de rock pop THE SALEM junto a Angélica Montes, leía la
dedicatoria de la fotografía, en donde tenía escrito:
Para mi amigo Luis Estrada C. con mucho amor de Alicia Rosas Rico “Tu sirvienta”
Después de leer lo que decía la fotografía, se separó Ana cleta de Luis, mirándolo fijamente a la cara con coraje, entonces, comenzó a golpearlo con fuerza con los puños, dándole en los hombros y en el pecho, con histérica le decía:
— ¡Eres un pinche idiota! ¿En qué putas estas metido? ¡Casi nos matan por tu culpa! ¡Bien dijiste pendejo! ¡Qué morirás por las faldas de las mujeres! ¡Pues muérete solo!
¡Eres un hijo de puta! —
Luis recibía los golpes e insultos de la joven, sin poder correr a ningún lado estaba en una esquina del camarote,
solo se cubría la cara, mientras Ana cleta con histérica y totalmente enojada lo seguía golpeando con fuerza, una y otra vez, él solo se protegía diciéndole:
—Tranquila, ya cálmate amor, tranquila amor. —
— ¡Chinga tu madre! ¡No me llames amor pinche idiota! ¡Casi me matan! Me pusieron la pinche pistola en la panocha y… ¿Quieres que me calme? ¡Púdrete! ¡Púdrete! —
—Ya tranquila. —
Luis trataba de abrazarla entre los golpes que le daba, hasta que después de unos dos minutos de tanto puñetazo, se quedó quieta Ana cleta sollozando. Luis le explicaba:
—Perdóname, no creí que esto me pasara y menos contigo, apenas la conocía también. —
Ana cleta lo miró a la cara, ahora con coraje le gritó:
— ¡Aléjate de mí! ¡Aléjate de mí! ¡Aléjate de mí pendejo!
¡Casi me matan por tu culpa! —
— ¡Ya se fue! Tranquila… tranquilízate. —
— ¡Pinche ojete! Te escuche bien claro que le decías, te extrañé mucho pelirroja, no olvido aquel día que te conocí. ¡No me toques! ¡Déjame bajar! ¡Chinga tu puta madre! ¡Quítate pendejo! —
—Yo se lo decía, para que se calmará, y guardara el arma, por eso se lo dije. —
— ¡Te dije que chingues a tu madre! ¡Quítate pendejo! —
Después de gritar, con sus dos manos lo empujó con fuerza, retrocediendo Luis quedándose quieto, solo la miraba como salió enojada del camarote, pasándose a los asientos, agarrando su bolsa de mandado mientras con su otra mano abría la puerta del copilotó bajándose a toda prisa del tractocamión, azotando la puerta al cerrarla.
Luis entre cerró los ojos, respirando profundo, después de pasado el susto, muy despacio se pasó a la cabina sentándose en el asiento del chofer, estiró su mano derecha, agarrando la cajetilla de cigarros Cáncer Filters 100´s. M.R.
Agarrando un cigarro con sus dedos, poniéndolo de inmediato en sus labios, enseguida lo encendía mirando atentamente a Ana cleta caminar alejándose unos metros a pasos apresurados, metiéndose en la siguiente calle perdiéndola de vista.
Con su mano izquierda, aún nervioso se agarraba el cabello, también estaba asustado, por un momento creyó que Alicia los mataba, pero ahora ya también se había ido del lugar, tenía el número de teléfono de Graciela Montoya, la dueña de la tienda y ex patrona de Alicia.
Muy preocupado pensaba Luis, si debería de llamarla para que supiera que había estado en Guadalajara la sirvienta, y que según ella se iría a Puebla, ahora pensaba y pensaba.
Con su mano derecha agarró nervioso el celular, con la mano izquierda buscaba la tarjeta de la empresa de Graciela.
Al encontrarla, enseguida despacio marcó el número de su oficina, contestando al tercer timbrazo.
—Buenas tardes, papelería O. E. C. ¿En qué le puedo servir? —
—Buenas tardes señorita, por favor comuníqueme con la licenciada Graciela Montoya, de parte de Luis Estrada Camacho, le traje una carga a Toluca, y después le lleve una carga al estado de Guadalajara, me urge hablar con ella. —
—Permítame señor Luis Estrada. —
—Si espero. —
La secretaria lo anunciaba por la línea, transfiriendo la llamada a la oficina.
—Si diga, soy la licenciada Graciela Montoya. —
—Buenas tardes, soy el trailero Luis Estrada Camacho, el que le pidió los datos para localizar a Alicia Rosas Rico… su sirvienta. —
—Si dime. ¿Qué sabes de ella? ¿En dónde está? —
—Bueno, pues la vi aquí en Guadalajara, que es en donde estoy, y según ella se va para el estado de puebla, va en una camioneta destructor del camino 4x4, de color roja, con placas con letras y números CLB 6669. —
— ¿Estás seguro? —
Preguntaba la licenciada, escribiendo los datos en una agenda que tenía a la mano.
—Por la descripción que me dio usted de ella, al verla me acerque a la chica para platicar un poco con ella, me dijo que se llamaba Alicia Rosas Rico, que es sirvienta, y que va para Puebla, en donde según dice, consiguió trabajo en ese estado, me informó que la camioneta es de su nueva patrona.
— ¿Cuánto tiempo hace que hablaron? —
—Se acaba de ir de aquí en la camioneta, tiene unos tres minutos máximo que se fue. —
—Llamaré a la policía para que detenga esa camioneta.
¿Cómo agradecerte? —
—Usted dijo que son millones, si puede y le nace, deme una recompensa, no diré que no la quiero. —
—Por ahora es una gran noticia, ya la localizaste sé que con estos datos la policía la detendrá, para ver si ella es culpable de este robo. —
—Pues, apresúrese a llamar a la policía antes que vaya muy lejos, quizá no vaya a Puebla, por ahora será fácil capturarla, mientras no cambie de vehículo. —
—Gracias, tú fuiste más rápido, que los policías que la están buscando por todo el estado de Querétaro. ¡Mira! Escúchame, tengo tu número de teléfono, en cuanto la atrapemos, te llamaré y veras que no me daré por mal servida, agradezco mucho toda tu ayuda Luis Estrada.
—Entonces, estaremos en contacto licenciada Graciela Montoya dos amantes del Madero. —
—Soy Graciela para ti, y soy tu amiga… gracias por toda la información, cuídate mucho Luis. —
—Está bien Graciela, llámame pantera, estaremos en contacto, mucha suerte. —
—Está bien pantera, nos veremos muy pronto. —
Luis colgó el teléfono celular, ahora solo miraba para todos lados de la calle.
Tenía miedo de que Alicia regresará y lo matará, por ahora solo esperaría una carga para irse de ese lugar a cualquier parte de la república.
Así que llamo a la compañía de maderas, a lo mejor tuvieran un viaje a la frontera para él.
Por hoy fueron muchas las emociones. El conocer a Ana cleta y el a ver gozado de su hermoso cuerpo de Diosa Azteca, después librar una muerte segura con Alicia.
Quien según Graciela Montoya. Era una posible asesina y ladrona, bueno solo era un día más para el trailero
en los caminos de México de norte a sur.Está historia continuará...
Gracias por seguirme.
Los invitó a leer mis novelas publicadas aquí en wattpad
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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES. LA SIRVIENTA.
Ficción GeneralDespués de terminada la novela erótica titulada: NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el ca- mino a la perdición. Ahora solo queda leer, estas historias eróticas tituladas: Las cartas de EL CLUB 69 DE ARIES. En donde las personas dan su punto d...