LA SIRVIENTA SE TIRA A GRACIELA.

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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES.

LA SIRVIENTA

CAPÍTULO 02

A los quince minutos que Graciela salió de la recámara, se fueron de la casa su esposo Hugo con sus gemelos, enseguida se oyeron pasos subir las escaleras a toda prisa.
- ¡Ya terminas Alicia! -
Gritó Graciela agarrando su aire, entrando a la recámara deteniéndose de golpe se quedó mirándola de arriba abajo, porque Alicia solo tenía puesto su pantalón blanco, pero ya se había quitado la blusa y el brasier,
tenía los grandes senos al aire libre desafiando la gravedad, eran dos grandes bolotas de carne que le llamaban la atención de cualquiera, estaban adornadas por dos grandes pezones rosas que se antojaban mamar y lamer una y otra vez.
Alicia usaría todo su hermoso cuerpo y sus sucias artimañas para poder tomar el premio mayor que había en la casa.
-Te estoy esperando Graciela. ¡Mírame!... Soy tu ya. -
Contestó Alicia en tono seductor, abriendo los brazos, no perdiendo de vista la cara de su presa. Quien la miraba atónita, pues no esperaba encontrarla ya semi desnuda.
Se acercó muy despacio Alicia a Graciela, con ambas manos la agarraba de su cintura, de inmediato acercó sus labios Alicia besándola en la boca.
Graciela realmente quería recordar sus años lesbianos que tuvo con su amante Socorro, su amiga y amante, ahora al estar a solas en la casa Graciela era como arcilla en las ma-
nos de la sirvienta, haría lo que ella le pidiera.
Alicia muy despacio le colocó sus manos en los dos senos, le empezó a desabrochar la blusita de Graciela, botón por botón mirándole detenidamente su rostro, podía escuchar su respiración que se le hacía a cada segundo más agitada.
- ¿Crees que sea correcto que nos enredemos así? -
Preguntó Graciela rogando por dentro que la pelirroja contestara que sí.
- ¿No te gustó Graciela? ¿No te gusta mi cuerpo? -
Cuestionó Alicia, mientras la blusa de Graciela ya caía al suelo, sin ninguna protesta de ella dejándole ver un hermoso brasier de color negro, que sostenía dos enormes senos blancos, tenía unos pequeños chupetones marcados en sus senos, muestra que Hugo se la había cogido la noche anterior o en las últimas noches.
-Solo lo hice con Socorro, y no sé si podría hacerlo contigo Alicia. -
Indicó Graciela agachando el rostro, fingiendo alguna vergüenza.
- ¿Porque no? Contéstame. Yo soy tan mujer como Socorro. -
-Solo tienes veintiún años y no sabes realmente que quieres Alicia. -
La sirvienta. Quien era una lesbiana de corazón, con mucha experiencia por delante, enseguida calló las protestas de su nueva amante con un tibio beso en los labios, solo atacó
sabiendo que Graciela doblaría las manos y abriría las ricas piernas, así que con mucha delicadeza le quitó el brasier, dejándole ver los dos pezones que eran rosas y duros, sin perder el tiempo puso su lengua en la punta de uno de estos, se lo apretó con sus labios suavemente, después muy delicadamente estaba lamiéndolos todo alrededor con su lengua.
-Alicia para, detente... esto es muy rico, por favor para... ya para...-
A pesar de la pequeña y débil protesta, la sirvienta siguió
lamiendo con la punta de su lengua, apretando con sus labios el pezón,
mientras ahora con sus mágicas y ágiles manos le desabrochaban el pantalón de mezclilla, bajándolo
despacio acariciándole las dos nalgas, tocándole con sus dos manos la pequeña tanguita negra que traía puesta Graciela.
-Para Alicia... por favor detente, no tienes por qué hacerme esto. -
Graciela suplicaba falsamente en voz baja, con la esperanza de que la chica no se detuviera ni un momento, y ya le bajara su tanguita, desesperada su bizcochito mojado esperaba esa tibia lengua entre sus piernas.
Mientras pensaba esto, con las dos manos Graciela suavemente y con mucho cariño le acariciaban todo el cabello pelirrojo de la joven, como agradeciendo las mamadas en sus senos, que le estaban mojando su pantaletita a cada nueva chupada que le daba.
-Alicia ya... ya detente por favor. -
Continuaba suplicando falsamente Graciela. Mientras Alicia sin hacer ningún caso se arrodillaba lentamente, colocaba sus dos dedos índices de cada lado de la diminuta tanguita, muy despacio fue bajándole la pantaletita, sus delgados vellitos de su bizcochito tocaban la cara de la sirvienta, aspirando ella con fuerza el bizcochito, que olía muy delicioso invitándola a lamerlo y a mamarlo por completo.
- ¡Ah! Te huele bien rico mi amor, te huele deliciosa la panochita. -
Comentó Alicia levantando la cara y la vista, buscando la cara de su nueva amante.
- ¿Qué haces mi niña? Ya para por favor. -
Seguía Graciela haciendo sus falsas suplicas, ya estaba muy excitada de tener la cara de Alicia entre sus piernas.
Alicia con sus manos la jaló girándola con facilidad, cambiando ahora de lugar, quedando las nalgas de Graciela cerca de la orilla de la cama, solo tenía que acostarse y abrir sus dos piernas para que le mamara todo el delicioso bizcochito.
-Siéntate en la cama Graciela y acuéstate por favor, esto te encantará. -
Indicó la sirvienta mirándola, sonriendo pícaramente, mientras Graciela en silencio agradecía, puesto que sonrió cuando escuchó las palabras que fueron pronunciadas por la joven.
Ahora Graciela muy obediente y llena de excitación se sentó de golpe sobre la orilla de la cama, sus dos grandes senos se menearon de abajo para arriba al sentir el sentón.
La sirvienta bajo sus dos manos quitándole los zapatos, y enseguida le jaló el pantalón, la pequeña tanguita negra que estaba en los tobillos salió volando, Alicia colocó su mano en uno de los grandes senos de Graciela, empujándola suavemente acostándola sobre la cama.
Graciela con sus codos se arrastró un poco hacia dentro de la cama, para que su amante se acostara y estuviera más cómoda, la sirvienta se subió arrodillándose en la cama.
Graciela ahora sabía lo que venía, si, las mamadas de bizcochito no se harían esperar ni un momento, quería ver si esta pequeña lesbiana tenía la experiencia necesaria en el arte de mamar papayita, las deliciosas nalgas quedaron en la cara de Alicia,
quien le sujetó con sus manos cada una de las piernas levantándoselas y separándolas en el aire, su par de hermosas piernotas quedaron abiertas de par en par, quedando el bizcochito bien abierto invitándola a mamárselo por completo, lo que la pelirroja no lo pensó dos veces al tener ese manjar en frente de su cara, enseguida se agachó acercándose, respirando profundamente oliendo una vez más el bizcochito, ahora con voz melosa le dijo: -Te va a gustar esto mi reina, te lo aseguro. -
Después de decir estas palabras, la sirvienta le hundió toda su tibia lengua en la peluda panochita, lamiéndole las paredes vaginales chupándole todo su enrojecido clítoris, sacándole enseguida unos gemidos de placer a su nueva amante.
- ¡Ah! ¡Que rico! ¡Ah! ¡Ah! -
Muy suavemente le mordisqueaba con sus dientes, y le apretaba con sus labios el delicioso clítoris, le lamía desde abajo hasta arriba toda la papayita.
Graciela al sentir las deliciosas mamadas en su papayita, ella solita se abría lo más que podían sus piernas, ofreciéndole todo su rico bizcochito, hasta que la sirvienta saciará su hambre de chupar esa panochita.
- ¡Ah! ¡Así! ¡Lámelo así! ¡Ah! ¡Que delicia! -
Se quejaba desesperada Graciela al sentir las suaves caricias de la lengua, tenía esta pinche zorrita una experiencia encabronada, hacía que su amante rogara y pidiera que no
parara ni un momento de mamarle su panochita, esta pinche lesbianita tenía mucha experiencia en el arte de mamar bizcochito, en unas cuantas mamadas también le despertó su hambre a Graciela de mamar panochita.
Quien ya gozaba de estas maravillas entre sus piernas, abría la boca sacando su lengua lamiendo el aire, imaginándose un bizcochito caliente
en su boca.
-Ahora te voy a meter los dedos, en tu golosa papayita mi vida. -
Comentó la sirvienta levantando su carita toda llena de saliva, buscando la aprobación de su amante, quien respiraba muy agitada.
-Has lo que quieras mi amor... hazme lo que tú quieras... ¡Soy toda tuya! -
Contestó desesperada Graciela, mientras mantenía abiertas todo lo que podía sus dos piernas, deseando ser cogida por su joven amante, en ese momento sus nalgas, su bizcochito y sus dos grandes senos, ya le pertenecían a la sirvienta.
- ¿Te gusta mi amor? ¿Te lo mamo rico? ¡Vente en mi boca si quieres! -
Gritó la sirvienta. Quien volvió a colocar su lengua en ese bizcochito caliente, enseguida le puso la yema de sus dos dedos en la papayita, mientras seguía mamándole la panochita, y por lo mojado que tenía su bizcochito, le empezó a introducir los cuatro dedos que de inmediato le entraban y le salían estremeciéndola de puro placer.
- ¡Ah! ¡Si, así! ¡Ah! ¿Qué me haces? Sigue... ¡Sigue! ¡Qué rico! ¡Ah! -
Gritaba temblándole las piernas ante las mamadas que recibía en su bizcochito. Le metía y le sacaba los dedos, hasta que al estar tan mojada la mano de los jugos vaginales de
Graciela, y con la saliva de Alicia,
quien cerró su pequeño puño sin decirle nada a Graciela, muy despacio se lo fue metiendo sin dejar de lamerle con su lengua todo el mojado bizcochito. Gritando la muy puta de placer, al sentir el grosor del puño de la sirvienta penetrarle en su bizcochito.
- ¡Ah! ¡Que rico! ¡Ah! ¿Qué me haces? ¡Ah! -
Abría los ojos enormes al sentir las lamidas y mamadas de bizcochito, gozando las metidas del puño que no daba ninguna tregua dentro de su papayita.
Graciela con sus manos ya desesperada se apretaba los pezones, se manoseaba sus grandes senos buscando ya su caliente orgasmo, ya quería alcanzar el clímax.
- ¿Te gusta mi amor? ¿Te gusta? -
Le preguntó Alicia. Quien ni un momento le dejaba de meter y sacar el puño en la mojada panochita, en momentos se lo sacaba por completo dejando el bizcochito bien abierto, solo para de nuevo volvérselo a meter de golpe, haciéndole brincar su cuerpo a Graciela de una manera involuntaria.
- ¡Sí! ¡Me gusta! ¡Ah! ¡No pares! ¡No te detengas! ¡Ah! ¡Ah! -
Suplicaba Graciela cadereando muy excitada. Su rico peludito se estremecía, el calor de su cuerpo subía a cada momento más y más, ese puño no se cansaba de entrar y salir
de su resbaloso bizcochito,
abriéndoselo de manera deliciosa, se lo sacaba y se lo volvía a meter, se desaparecía más allá de la muñeca, mientras la boca de la sirvienta seguía pegada al pequeño clítoris, que se iba haciendo muy sensible a cada nueva chupada, solo lo soltaba para preguntar a su amante:
- ¿Te vienes perra? ¿Ya te bienes? ¡Vente en mi boca! -
Alicia levantaba el rostro mojado de saliva, buscaba la cara de su amante, quien continuaba bien ensartada y abierta de piernas, sentía ya un calor recorrer su cuerpo su culminación
estallaba en su vientre, apretándose con sus dedos los pezones con furia,
volteando desesperada su cara de izquierda a derecha sintiendo la muy puta llegar hasta el mismo cielo,
alcanzaba el clímax, mientras el puño de Alicia no le daba tregua ni un momento en el bizcochito, el cual se contraía al sentir los espasmos en su cuerpo, proporcionándole dos
grandes orgasmos en uno.
Graciela temblaba de placer la muy puta, sintiéndose en otra dimensión, quejándose de placer: - ¡Ah! ¡Ah! -
- ¡Así cabrona! ¡Vente así! ¿Te gusta? -
Gritaba Alicia, mientras su amante ya no escuchaba nada, solo disfrutaba su venida. La sirvienta le hundía todo el puño, se lo giraba adentro del bizcochito de izquierda a derecha sin parar, escuchando la venida de su amante, quien boquiabierta y con los ojos en blanco gritaba desesperada.
- ¡Me! ¡Ah! ¡Vengo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Me estoy! ¡Ah! -
Se derramaba Graciela, su gran orgasmo invadía todo su cuerpo. Alicia sonrió al ver a Graciela venirse en su puño, puesto que después de esta cogida, de seguro Graciela la
buscaría una y otra vez para seguir gozando con ella.
Lo mismo pasó con la señora Socorro. Quien después de su primera cogida con Alicia, al mes de haber llegado a su casa ya hasta dormían juntas en la misma cama, por miedo que la sirvienta saliera de la casa en busca de alguien más.
Fue tanto su amor o satisfacción sexual de su amante Socorro Esquivel, al grado que el seguro de vida lo puso a nombre de Alicia Rosas Rico, sin que ningún familiar de Socorro lo supiera para no dar cuentas a nadie.
Solo fueron novecientos mil pesos los que adquirió Alicia con la muerte de Socorro, mas todas las joyas que le robó de su caja fuerte, había más de tres millones de pesos guardados, que nadie de sus parientes supo que tenía Socorro, por vivir sola en su casa con su sirvienta.
Si, al saber Alicia del dinero y de las joyas que Socorro tenía en su poder, solo fueron suficientes seis meses para que la sirvienta planeara el robarse todo lo de la caja fuerte,
junto con las noches calientes de placer lesbiano que gozo con Socorro.
Quien le confeso a Alicia en la cama, que cuando Graciela fue su amante se la cogía y le metía el puño en el bizcochito, y la muy puta enloquecía de puro placer.
Se ensartaban en toda la casa y a cualquier hora con grandes y gruesos consoladores, y muchos secretos íntimos más, incluyendo el secreto del dinero que Hugo y Graciela guardaban en algún lugar de su casa,
pero después de saber que esta familia tenía más dinero que Socorro, decidió Alicia que era tiempo de moverse y ganar más dinero, quitando a su patrona Socorro Esquivel de su vida.
Hasta ahora la sirvienta tenía casi cuatro millones de pesos escondidos en algún lado, pero su ambición ahora era de los seis millones, si, seis millones de dólares, que esta familia
tenía ocultos.
Alicia los robaría, pero primero averiguar dónde estaba la caja fuerte y la combinación para abrirla, aunque esto implicara darle las nalgas a toda la familia, después la sirvienta tomaría todo el dinero, y desaparecería de sus vidas
dejándolos en la calle.
- ¿Te gustó mi amor? -
Le preguntó Alicia, moviéndole muy despacio el puño dentro del venido bizcochito, mientras Graciela agarraba su aire y volvía a la realidad, se encontraba a la mitad de la cama
con las piernas bien abiertas, su bizcochito lo tenía bien mojado y derramado, sus dos grandes senos de piel blanca se miraban bien hinchados después de su venida, ahora mostraban más moretones de lo fuerte que ella misma se apretó
con sus manos, por la desesperación al estarse viniendo.
La sirvienta sonriendo la miraba, muy despacio le sacó su puño del venido bizcochito, quedando su mano completamente mojada después de la venida.
-Sí que te viniste delicioso mi reina. -
Le señaló Alicia sonriendo, mirándose su empapada mano, ahora miró a la enrojecida cara de Graciela, enseguida la sirvienta gateo muy despacio sobre la cama, se acercó para besar en la boca a su amante, dándole a probar el sabor de su caliente y venido bizcochito.
-Me supo delicioso tu bizcochito, cuando te estabas viniendo en mi boca mi amor. -
Graciela muy lentamente bajaba las piernas, le besaba suavemente en los labios a la joven pelirroja, agradeciendo sus deliciosas mamadas que le había dado en la panochita,
hasta lograr venirse en sus labios con esa delicada lengua, que tenía tanta experiencia en las artes lesbianas.
-Eres toda una perra para mamar bizcochito, nunca mi marido me ha cogido así. -
Comentó Graciela mientras con su mano derecha le acariciaba con delicadeza el cabello, la sirvienta con sus labios le chupaba uno de sus pezones, que aún se sentía muy duro, después de unos segundos y unas lengüeteadas separo su cara diciéndole:
-Un día te contaré como comencé a lamer panochita, hasta que me hice adicta a esta, lo importante es que te gustó, si tú quieres te lo vuelvo hacer, cuando tú quieras mi amor, estoy para servirte... -
Caliente como estaba Graciela solo atinó a decir: -Si me enseñas ahora mismo a mamar panochita, te de-
volveré cada mamada que me diste, eso te lo aseguro mi amor. -
Haciéndose Graciela como si nunca hubiera mamado un rico bizcochito. Con una sonrisa en sus labios, a toda prisa la sirvienta se desabrochó su pantalón, bajándose su mini tanguita de color rosa, al agacharse, le mostró las grandes y perfectas nalgas que se cargaba, al enderezarse le dejo ver entre sus piernas un hermoso triangulito...
si su pequeña panochita la tenía bien rasurada, su diminuta cinturita y los dos grandes senos blancos, con un hermoso pezón grande de color rosa
que los adornaban, se acercó Alicia colocando en la boca de Graciela uno de sus senos.
Graciela seguía admirando el cuerpo de la joven, no sabiendo que la sirvienta planeo el tirársela. Graciela sin saberlo solo le dio trabajo a la joven, para proteger lo que sabía de
ella, no quería que a nadie le contara que fue lesbiana.
Ahora ella volvería a mamar panochita, como lo hizo por mucho
tiempo con su amiga y amante Socorro.
-Chúpame los pezones uno y uno, mi amor. -
Le pidió la sirvienta ofreciendo con su mano uno de sus dos senos, Graciela saco la punta de su lengua y le lamió el pezón, lo empezó a chupar suavemente con sus labios.
Eran tan grandes sus senos, que Alicia con sus dos manos se las juntó, después con sus dedos índices se juntó sus dos pezones, agachó su cabeza sacando su lengua, y ella misma se los colocó en la boca, chupándoselos, demostrando como se hacía una lamida de pezones,
mientras Graciela juntaba la lengua junto con la lengua de la sirvienta, chupando los pezones juntas, chocando sus lenguas al lamerlos.
-Son enormes tus senos, no creí que los pudieras juntar y lamer tu misma. -
Dijo Graciela mordisqueándole los dos pezones juntos.
-Así chúpalos, me mojaras más mi bizcochito con esas lamidas. -
Graciela con sus dos manos se los juntaba, chupando con placer los dos pezones al mismo tiempo, después mamándolos uno y uno dándole de pequeños mordiscos en los pezones rosas, estremeciéndose la pelirroja de placer.
- ¿Qué te parece mi bizcochito? -
Preguntó la sirvienta con una sonrisa traviesa, Graciela enseguida le soltó sus dos senos, enderezándose Alicia modelándole su hermoso cuerpo desnudo.
-Te ves hermosa desnuda. -
Comentó Graciela admirando a la joven lesbiana. Sus dos senos estaban enormes y firmes, tenía su pequeña cinturita, su bizcochito lo tenía rasurado se le veía una rayita rosa entre las piernas.
La muy cabrona se dio la vuelta y enseguida se agachó viéndosele unas nalgas hermosas y grandes, enseguida se colocó sus brazos atrás de ella, ahora se puso cada mano en cada nalga, abriéndoselas mostrándole muy orgullosa su fundillito, que estaba escondido entre sus nalgas, lo
tenía adornado por una aureola rosa esperando ser penetrado por su amante.
-Eres bellísima muchachita, eres toda una diosa en piel de seda. -
Comentó Graciela sentándose en la cama, sin perderla de vista las dos hermosas nalgas.
- ¿Tú crees que lo sea? ¿Crees que cualquiera, quiera mamarme mi bizcochito? -
Le preguntó la sirvienta buscando la cara de Graciela. Quien de inmediato le contestó: -Acércate a mí chiquilla, sí que eres muy hermosa. -
Extendió Graciela sus brazos esperándola. Alicia se enderezó y de inmediato se dio la vuelta caminando hacia ella.
- ¿Me chuparías mi bizcochito? -
Le preguntó, mientras le ponía de nuevo los grandes senos en la cara.
-Te juro, que voy a hacer que te vengas en mi boca, pequeña lesbiana. -
Señaló Graciela, mientras con su boca y lengua le chupaba los senos, acariciándole con sus manos el par de nalgas, después de casi dos minutos Graciela se levantó de la cama, le
besó los labios de la sirvienta, ahora cambiaban de lugar.
Alicia se sentaba en la cama y con cuidado se recostaba, muy despacio fue abriéndose las piernas enseñándole todo su bizcochito, que ya estaba súper mojado, era una rayita rosa y un hermoso clítoris, que esperaba muy ansioso los labios de
su amante en turno, para que le devolvieran todas las mamadas de papayita.
-Te vas a derramar zorrita, te lo aseguro. -
Comentó Graciela sonriéndole a la pelirroja, enseguida fue hincándose, sacando la lengua mirando el bizcochito que mamaría.
La sirvienta con sus manos se agarraba sus dos piernas, que estaban abiertas esperando que la lengua le acariciara su bizcochito.
-Mámamela... mámame todo mi bizcochito. -
Suplicó la sirvienta mirando hacia el techo, acariciándose muy suavemente con su mano derecha su papayita.
Graciela acercó su cara con su nariz respiró profundo, percibiendo el
delicioso aroma a sexo, enseguida desde abajo hasta arriba le lamió toda la panochita, sintiendo Alicia la tibia lengua hundiéndose en su bizcochito.
¡Claro! Esta putita de Graciela le mamo durante mucho tiempo el bizcochito de su amante y amiga Socorro ¿Cómo no se iba acordar, de cómo se da una buena mamada de bizcochito?
- ¡Ah! ¡Que rico! ¡Ah! -
Enseguida le sacó el grito a la joven, al sentir la mamadota entre sus piernas. Una tras otra lamida le daba Graciela con su lengua en la mojada papayita, sin detenerse ni un momento, haciendo a la sirvienta gritar de placer: - ¡Oh! ¡Dios
mío! ¡Ah! ¡Sigue... así... sigue! ¡Ah! -
Succionaba el clítoris dándole de ligeros jaloncitos con sus labios, ya adentro de su boca le daba de vueltas con la lengua, haciéndole sentir temblores en el cuerpo a la joven.
Quien ya le eran devueltas las mamadas que le había dado en
el bizcochito, una tras otra sin darle tregua, desde el pequeño fundillito subía su lengua, hasta detenerse en el sensible clítoris, haciendo bailar la punta de su lengua sobre de este,
haciéndole sentir escalofríos en todo el cuerpo, retorciéndose la pelirroja de puro placer.
- ¡Ah! ¡Cabrona! ¡Lames bien rico! ¡Ah! -
Se quejaba la sirvienta, ahora ella, apretaba sus manitas en sus dos grandes senos poniéndose desesperada.
Graciela sonreía al ver que su esfuerzo daba frutos, no olvidaba como dar unas buenas mamadas de bizcochito. Socorro le enseñó muy bien este delicioso arte lesbiano.
Después de unos minutos de chupar, lamer y mamar panochita, se detuvo acercando más su cara para escupir en el pequeño fundillito. Alicia sintió caliente entre sus nalgas sentía resbalar la saliva, sostuvo sus piernas en el aire, mientras colocaba sus manos una en cada nalga, se abría con sus manos las dos nalgotas como pidiéndole que la jodiera por su
fundillito.
-Ponte flojita mi niña, que ahora yo te meteré dos dedos. -
Comentó Graciela. Quien después de decir estas palabras, escupía otra vez su caliente saliva en el fundillito, enseguida le colocaba la yema de los dedos que suavemente se le fueron metiendo, abriéndose camino en el estrecho fundillito, haciendo gemir a la pequeña lesbiana.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Me entra bien rico! -
Ya con los dedos bien hundidos, Graciela se pegó otra vez a la panochita, lamiendo de abajo hasta arriba mamándole el rico clítoris, ahora moviéndole los dedos masturbándola de adentro para afuera, dándole placer en el fundillito y en su delicioso bizcochito, su lengua no se detenía de nuevo ni un momento, devoraba y saboreaba esa caliente papayita, que cada momento se calentaba más.
- ¡Así! ¡Así! ¡No pares! ¡Ah! -
Gritaba excitada la sirvienta, su cuerpo se calentaba a cada minuto más y más con esas delicadas caricias, sin que le dijera Graciela que hacer, ya tenía la pelirroja tres dedos adentro del fundillito, masturbándole a un ritmo delicioso, paró de lamer por un momento, mientras con la otra mano comenzó a introducirle cuatro dedos en la panochita.
La sirvienta sintió delicioso, el tener sus dos agujeros masturbándoselos a la vez, con sus dos manos no se soltaba sus nalgas, las mantenía bien separadas para facilitar la entrada de los dedos en su apretado fundillito.
Graciela le preguntaba: - ¿Sientes rico? ¿Así zorra? ¿Te gusta? -
-Así, sigue así. ¡Que rico! ¡Casi me vengo! ¡Así mastúrbame! ¡Ah! ¡Así! ¡Ah! -
Gritaba desesperada la sirvienta cuando sintió un delicioso calor recorrer toda su columna vertebral, anunciándole su caliente culminación, ya estaba por estallar su orgasmo, no más de treinta segundos de metidas de dedos en el bizcochito, la muy perra se venía gritando:
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! -
Graciela que movió las dos manos acercó sus labios a la caliente panochita, lamiéndole el sensible clítoris, dándole más placer a Alicia. Quien sintió como un toque eléctrico en su bizcochito, fue tan delicioso, en segundos más y más caliente se puso su cuerpo, estallando en un inevitable y caliente orgasmo, alcanzando el deseado clímax.
- ¡Sigue! ¡Ah! ¡Sí! ¡Me Vengo! ¡Saca la mano! ¡Ah! ¡Saca la mano de mi bizcochito! ¡Saca la...! ¡Ah! ¡Me derramo! ¡Ah! ¡Ah! -
Graciela de inmediato sacó la mano del caliente bizcochito, no dejando de mover los tres dedos del fundillito, enseguida pego sus labios lamiendo con más fuerza el clítoris.
- ¡Me vengo! ¡Me! ¡Quítate! ¡Ah! ¡Me! ¡Ah! -
Abrió Alicia más las piernas, cerró los ojos estallando en su caliente orgasmo, caminaba entre las nubes llegando al séptimo cielo, aquel que solo te brinda placer mientras flotas
fuera de este mundo, en ese momento de su bizcochito le empezó a salir chorros de líquido caliente, mojando la cama cayendo parte en la mejilla de Graciela.
Quien muy sorprendida dejó de lamer la papayita, miraba la venida de la pelirroja, chorro tras chorro de líquido fue su culminación, saco enseguida Graciela los dedos del fundillito, su mano estaba bien mojada de aquel liquido caliente.
Entre flotando la sirvienta soltó sus nalgas, agarraba su aire, suspiraba temblando todo su cuerpo en su caliente venida, se derramó como vil puta que era.
-Te viniste cabrona, mojaste todo. ¡Mira! ¡Qué manera
de derramarte! -
Expresó sorprendida Graciela, solo había visto eso en videos
pornográficos, pero nunca en vivo lo había vivido, creía que todo solo era un truco de las películas, para que se viera excitante como se derramaban de esta manera.
La sirvienta ahora, muy despacio bajo sus piernas, y con la mano derecha se acariciaba todo su bizcochito, pero al tocarse estaba brincando su cuerpo de forma involuntaria, con la mano izquierda se tocaba los senos y los pezones, abría la boca queriendo hablar.
Pero seguía temblando en su venida, todavía tenía espasmos, abría y cerraba los ojos queriendo entrar en la realidad, todavía no "regresaba" por completo a la tierra.
-Eres toda una perra mi vida, no puedo creer. -
Comentó Graciela dándole un beso con ternura en uno de sus senos.
-Que... que... que rico... se siente venirse. -
Le contestó con mucho trabajo Alicia suspirando. Quien se metía los dedos en su mojada panochita,pellizcándose su excitado y sensible clítoris, ahora con una sonrisa Graciela acercó su boca besando en los labios a Alicia.
Quien le introdujo su lengua en la boca mordisqueándole los labios con suavidad.
-Eres toda una experta Alicia, me gustó la cogida que me diste. -
-La próxima vez amor, usaremos unos gruesos consoladores que tengo, los traje conmigo en mi maleta, te gustará estar bien ensartada mi vida, tú bizcochito con mi bizcochito
masturbándonos suavemente las dos hasta derramarnos. -
Le indicó la sirvienta, agarrándole los enormes senos a Graciela.
-Ya habrá otras ocasiones, estarás aquí en casa todos los días, tendremos nuestros ratos a solas, cuando se vayan los gemelos a la escuela y Hugo se vaya a su trabajo, encontraremos tiempo para nosotras, eso te lo aseguro.
¡Ah!... y no se lo digas a Hugo ni de broma, este será nuestro secreto pequeña chicuela. ¡Vale! -
Sonrieron las dos mujeres juntas admirándose su cuerpo desnudo una a la otra, sellando su pacto con un beso en los labios.
La sirvienta notó la respuesta de su nueva amante, ya habrá otras ocasiones, esta putita ya era toda de ella, y se la cogería a su antojo cuando quisiera.
Ahora también Alicia la tenía con la advertencia "no se lo digas a Hugo", como si fuera algo tan malo y pecaminoso. Se dio cuenta que ya la tenía bien agarrada como había planeado, haría lo que fuera Graciela porque Alicia no dijera su obscuro secreto de lo que pasó entre ellas.
Tal vez por eso acepto darle las nalgas a Alicia, para poder guardar su secreto con Socorro Esquivel, la que fue su exnovia y amante, ahora solo era una difunta que guardaba todos los obscuros secretos que hubo entre ellas.
-Me vestiré y esperaré allá abajo a mi familia, por si llegan me encontrarán en el primer piso...
Ahora con voz baja le comentó:
-Este será nuestro secreto Alicia. -
La sirvienta la miró con una sonrisa en los labios, solo le contestó: -Ya te cogiste a Socorro y a mí, ahora sí que haces honor a tu apellido mi amor, eres Graciela monto... ya dos amantes Del madero ja jajá, ja jajá.
-Eres una cabrona, ja jajá, si ahora tengo un esposo y en mi lista a dos amantes. -
-Te aseguro que es el principio de algo grande entre tú y yo mi amor, me bañaré y cambiaré la cama que está bien mojada, ya te alcanzaré allá abajo mi amor, por cierto, tu familia cuando regrese te preguntará. ¿Qué pasó? ¿Sabrás responderles algo? Piensa en una respuesta. -
-Les diré que te mostré toda la casa y parte de lo que harás todos los días, bueno te espero allá abajo Alicia. -
-Está bien Graciela, solo término de tender la cama, me baño y bajo a que me expliques un poco. Sirve que conozco el lugar y caminamos juntas en tu casa para no mentir. -
La primer víctima de la sirvienta había caído en sus manos, esta era la más difícil de manejar, de convencer para coger con ella, ya que Alicia desconocía si Graciela le gustaría otra vez probar una mujer, pero después de este acto lesbiano, la nueva patrona ya era de ella, porque el marido ese pinche Hugo, era un pobre pendejo, es más fácil de montar y hacer que caiga, nada más es esperar el momento oportuno, solo enseñarle el culo mover las nalgas y solito el pendejo caería en sus brazos.
La sirvienta sabía que Hugo creía que podría comprarla con el dinero que tenía, cuando vivía Alicia con Socorro Esquivel, se fijaba cuando Hugo la saludaba como el hijo de puta que era, la desnudaba con la mirada.
Simplemente la deseaba tener en la cama, por lujo y placer, demostrando que su dinero compraba todo lo que él quería.

Está historia continuará....

Gracias por el voto, te invito a leer mis novelas publicadas aquí en Wattpad tituladas:
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Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries, gracias por seguirme.











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