LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES.
LA SIRVIENTA.
CAPÍTULO 06
Alicia estaba muy contenta, en solo dos días ya se había cogido a toda la familia, le fue más fácil de lo que ella pensó, tenía lista la combinación de la caja fuerte, podría decir que ya el dinero lo tenía en sus manos, pero mientras hacia el que hacer, en su cabeza había muchas preguntas...
¿Tomaría todo el dinero y se iría esa misma noche? O ¿Gozaría las deliciosas nalgas de la joven Rebeca?
Quien aprendía muy rápidamente las artes lesbianas, que ella le enseñaba, porque en las manos de la sirvienta, la joven era solo arcilla para moldearla y pervertirla a su antojo, ya tenía una cita con la inocente colegiala, para ensartarse con su grueso y largo consolador, y ahora estrenar su virginal bizcochito hasta hacerla llorar de puro placer.
Miraba la fotografía que estaba sobre un mueble, pensando. ¿Le chuparía el bizcochito una vez más a Graciela?Quien también se entregaba a ella con mucho placer, para callar su obscuro secreto de su pasado, con Socorro su ex amante, ya tenía también la sirvienta una cita con ella, donde también se ensartarían juntas con el grueso y largo consolador, hasta derramarse una y otra vez.
La sirvienta miraba hacia arriba, mirando la puerta de la recámara del gemelo, preguntándose si. ¿Jugaría con el estúpido de Gerardo sacándole la leche una vez más? Moviéndole sus grandes nalgas, mientras él se las manoseaba a su antojo excitándolo hasta alcanzar el orgasmo.
Ahora caminaba la pelirroja, deteniéndose enfrente de la llamada oficina de Hugo, mientras con un trapo limpiaba se preguntaba. ¿Sería bueno cogerse a Hugo dándole su hermoso cuerpo? Y oír las súplicas de no te vayas.
Sería bueno verlo arriesgarse entrando a media noche en su recámara, mientras ella estando desnuda lo esperaba con las piernas
separadas, esperando esas mamadas de bizcochito que él le dio la noche anterior. ¿Qué pasaría si Graciela los descubría?
Alicia pensaba que respuestas dar a sus preguntas, pero por el momento, trabajando ya eran las ocho de la noche, Graciela había llegado a casa, era recibida por sus dos hijos y
por la sirvienta, quien le mostraba una gran sonrisa al verla entrar a la casa.
—Mamá que bueno que llegaste. —
Comentó Rebeca besando en la mejilla a su madre.
—Hola hija. ¿Todo bien? —
—Si mamá, pero estoy muy cansada hoy me iré a dormir temprano. —
Mientras decía estas palabras, Rebeca giró su cara para ver a la sirvienta, bajando la vista admirándole los grandes senos y ese delicioso triangulito que tenía entre las piernas, el cual se lo chupo de forma golosa, ahora con una sonrisa pensaba
la joven que la esperaría totalmente desnuda en su recámara, para ser masturbada por ella otra vez.
Ya quería la joven sentir explotar su caliente orgasmo en medio de sus piernas, mientras la pelirroja le chupaba todo el bizcochito ensartándola con el consolador. Con prisa se dio la vuelta teniendo su sonrisa dirigiéndose a la escalera,
para subir a su recámara.
Mientras Gerardo caminaba llegando hasta la entrada, y también saludaba a su madre, pero este pobre cabrón tenía “la cola entre las patas”, con miedo de que la sirvienta le contara a su mamá de la cogida que le dio en la mañana, comiéndose esas deliciosas nalgas, derramándose en su apretado fundillito, que lo deslechó de maravilla, por eso ahora él también buscaba escapar del lugar, antes de que empezará su madre a preguntar.
¿Qué hicieron durante el día? Quizá la sirvienta lo acusaría.
—Mamá. ¿Cómo estás? Qué bueno que llegaste. —
—Estoy bien mi Gerardo. —
—Me siento cansado... me saludas a mi padre, hoy me dormiré temprano, ya cené, te amo mamá. —
Le expresó volteando a ver a la sirvienta, mirándole los deliciosos y grandes senos de piel blanca, que se asomaban de su blusita escotada, enseguida agachaba la mirada viéndole todo el bizcochito, que se remarcaba con esa hermosa “Y”
entre sus piernas.
Graciela extrañada solo comentó:
—Pues. ¿Que hicieron Alicia? Que todos están muy cansados. —
—Quizá, fue un día muy pesado para todos Graciela. —
Al escuchar la temida pregunta, Gerardo se dio la vuelta
diciendo: —Adiós mamá, hasta mañana Alicia. —
Entonces corrió hacia la escalera alcanzando a su hermana, desapareciendo los dos en su respectiva recámara. Mientras con libertad la sirvienta miraba los grandes senos de Graciela, soltó una sonrisa que no pudo evitar.
En voz baja le comentó: —Graciela, no quiero que Hugo sospeche de nosotras, créeme que tengo muchas ganas de lamerte tu bizcochito, pero atiende a Hugo esta noche, cógetelo para que no sospeche nada entre nosotras. No lo descuides por favor. —
Graciela la miró a los ojos, alzó la vista buscando a sus hijos, al no ver a nadie en el pasillo de las recámaras, bajó la mirada ahora puso su vista hacia la entrada principal de la
casa, al estar segura de no haber nadie, con sus manos agarró de la cintura a la sirvienta, besándola en los labios, sintiendo su respiración en la cara, bajando su mano acariciándole con mucha ternura las grandes nalgas.
Graciela también ya quería hacerla suya esa misma noche, moría de ganas de sentir esa boquita lamerle y chuparle su bizcochito, como la primera vez que la derramó tan rico.
Ahora le comentó: —Quiero estar contigo Alicia, pero tienes razón esta noche estaré con Hugo. —
—Ya casi llega. ¿Porque no subes a bañarte y te pones muy sexi para él? —
—Bueno está bien tu sugerencia, pero sabes que, cuando Hugo se duerma te iré a buscar a tu recámara Alicia, tengo muchas ganas de que otra vez me lamas y te lama la panochita. ¿Me dejas? —
—Ve a mi recámara a las doce de la noche, te estaré esperando desnuda mi amor con las piernas bien abiertas, si me gana el sueño me despiertas con tu lengua en mi bizcochito, entonces sabré que ya llegaste. —
—Es una cita mi hermosa pelirroja, a las doce. —
Cuando le dijo estas palabras, la sirvienta le devolvió el beso en los labios a Graciela, ahora la miró caminar muy sexi hacia las escaleras, para irse a bañar y ponerse hermosa para su esposo.
La sirvienta se quedó a limpiar la cocina lavando los trastes, veinte minutos después se escuchó abrirse la puerta principal.
Hugo llegó de trabajar, al verlo entrar a la casa Alicia a propósito le dio la espalda, mostrándole las ricas nalgas que tenía, según ella se agachaba acomodando unos trastes en la parte debajo de un gabinete,
Ella movía muy despacio sus nalgas
de derecha a izquierda, dejándolo que se acercara a ella escuchando los pasos que con cuidado se acercaban, hasta que sintió unos brazos la tomaron por la cintura, enseguida le
repegaba el garrote entre sus nalgas, recargándose Hugo en su espalda besándole la mejilla.
— ¡Me espantas! No esperaba que nadie se me acercara así. —
—Alicia, mi hermosa Alicia, que bueno que no te fuiste mi amor. —
La sirvienta mirándolo fijamente abrió enormes los ojos, entre dientes le reprochó: —Ya te dije que no lo hagas en público, podrían vernos tus hijos o tu esposa. —
—Ya tranquila no me regañes, me gustas mucho y deseo tenerte otra vez Alicia. —
—Mira Hugo, para no levantar sospechas con Graciela, deberías de estar con ella esta noche. —
—Pero, tengo ganas de ti Alicia. —
La sirvienta ahora haciendo su plan, le comentó: —Graciela llegó y se fue arreglar para ti, me dijo que te ama y desea estar contigo, no levantemos sospechas entre nosotros, mira no la hagas esperar, ve a tirártela déjala contenta y satisfecha, después de las doce de la noche, te espero completamente desnuda en mi cama, entra a mi recámara te estaré esperando para que me chupes todo mi bizcochito.
Al escuchar esto, sorprendido le preguntó: — ¿Me dejarás cogerte Alicia? —
—Lo que tú me quieras hacer, pero no levantes sospechas con tu esposa, te esperaré en la noche a las doce, la pasaremos muy bien. ¿No me quieres tener en cuatro acariciándome mis nalgas jodiéndome mi bizcochito?
Al escuchar esta pregunta, Hugo enseguida sintió moverse su garrote entre sus piernas, ya en ese momento pedía poder cogerse ese bizcochito. Le contestó: — ¿Graciela está en la
recámara? —
—Te está esperando, y yo ya me voy a mi recámara para que al rato me despiertes o ¿Quieres cenar algo? —
—No, solo quiero cenar tus deliciosas nalgas Alicia, te veo a las doce en tu recámara. —
Después de hacer la cita, el hijo de puta con mucha libertad la besó en los labios, agarrándole con sus dos manos de lleno los enormes senos, después bajo las manos despacio
por la espalda acariciándole el par de nalgas que ya deseaba abrir.
La sirvienta se dejó manosear su cuerpo como él quiso, entonces le comentó: —Tus hijos ya se fueron a dormir, entra a la recámara antes de que Graciela salga. —
—Está bien mi amor, al rato te mamaré tu bizcochito, a las doce te veo. —
—Lo que tú quieras para eso estoy aquí, soy tu sirvienta para servirte y complacerte, cuando sienta tu lengua lamerme mi bizcochito sabré que ya entraste a mi recámara. —
Después de acariciarle todo el delicioso culito, los senos
repegandole su cuerpo al de la pelirroja, al besarla de nuevo
sintiendo una erección repegarse en su estómago.
Hugo la soltó de sus brazos, muy contento comenzó a caminar con
rumbo a las escaleras para ver a su esposa, sabía ahora que pondría a la sirvienta en cuatro patas, pero esta vez le sodomizaría el delicioso fundillito.
Mientras la sirvienta apagaba todas las luces de la casa, viendo a Hugo entrar a su recámara, donde Graciela ya salía del baño con un pequeño baby doll puesto muy provocativo, los dos con un objetivo.
Hugo al terminar de cogérsela
esperaría a que su esposa se durmiera, para que a las doce de la noche él pudiera ir a tirarse a la sirvienta.
Graciela por su parte, después de deslechar a su marido, esperaría que él se durmiera, para que a las doce de la noche pudiera ir a la recámara de la sirvienta, para tirársela chupándole su bizcochito mientras él dormía.
Vaya que resultó el plan de la sirvienta, ya todos estaban bien encerrados en sus recámaras, ahora checaría que nadie por ningún motivo se saliera de su cuarto, así que muy despacio se subió las escaleras, se detuvo en la puerta de la alcoba de Gerardo que ya estaba obscura, la sirvienta abrió con cuidado la puerta entró caminando sin hacer ruido, muy despacio se acercó hasta la cama de Gerardo, abría los ojos tratando de mirarlo acostado, entonces en voz baja le dijo: —Gerardo. —
—Sí, Alicia. —
—Quiero que sepas que no le diré a nadie lo que pasó hoy, eres un buen chico. —
— ¿Deberás? —
Le preguntó preocupado, con la luz que entraba por la ventana se veía el cuerpo de la sirvienta, quien se agachó acercándose más a Gerardo al oído le comentó: —Ese será nuestro secreto. —
Al sentirla tan cerca Gerardo sintió sus enormes senos repegarse en su hombro, levantó la mano derecha y con sus dedos le acariciaba la bolota de carne, sintiendo muy suavecito, le comentó: —Me gustó mucho hacerlo contigo, mi hermosa Licha. —
Alicia ahora lo dejo que le manoseara su cuerpo, antes de levantarse le señaló: —Pórtate bien y tal vez me vuelvas a coger mis nalgas, ya duérmete por favor. —
En la obscuridad, la sirvienta sintió la mano izquierda acariciarle las nalgas, ella se enderezó sin ninguna protesta, caminó despacio hasta llegar a la puerta, cerrándola lentamente.
Ahora dio unos pasos hasta la puerta de la recámara de Rebeca, colocó su mano derecha en la perilla, abrió la puerta muy suavemente para entrar en el cuarto, había una lamparita con una luz azul muy tenue.
Rebeca estaba acostada en la
cama con los ojos cerrados, la sirvienta se acercó a ella, realmente le gustó mucho la joven, se detuvo enfrente de ella, enseguida se agachó dándole un beso en los labios.
Rebeca abrió sus ojos sonrió al verla diciéndole: —Me gustan tus besos Alicia, ya te estoy esperando, mira. —
Mientras decía estas palabras, la joven con su mano derecha se descobijó, mostrándole que ya se encontraba totalmente desnuda, la sirvienta abría los ojos sorprendida, al mirarle sus dos senos con sus pezones obscuros, tenía separadas las piernas viéndose sus vellitos negros de su bizcochito, que ya impaciente esperaba sus delicadas caricias.
—Eres tan hermosa Rebeca. —
Le dijo en voz baja la sirvienta, enseguida le dio un beso mordiéndole suavemente los labios, pensó un poco mientras admiraba el cuerpo desnudo de la joven. Alicia lesbiana como era, ya se le despertaba el deseo de mamarle el bizcochito en ese mismo momento, con lo que vio, ya se le había mojado todo su bizcochito.
Pero sabía y estaba consiente que ya había trazado su plan, y no lo dejaría por unas nalgas, así que le explicó:
—Tus padres todavía están despiertos, al rato, como a las doce te despierto, sentirás mi lengua chuparte tu bizcochito en señal de que ya entre a tu recámara, es mejor esperar para
estar más seguras, no nos vayan a escuchar y nos cachen encueradas y bien ensartadas en el consolador. —
—Está bien, te esperaré, pero bésame, Alicia. —
Le comentó Rebeca, quien ya deseaba la hiciera suya otra vez. La sirvienta acercó su cara besando sus labios, bajó su mano derecha acariciándole su bizcochito, este ya estaba bien húmedo y excitado, solo lo acaricio un poco sintiendo también las manos de Rebeca, que le acariciaban sus dos
grandes senos.
Ahora se enderezó, diciéndole: —Al rato te despierto preciosa… a las doce de la noche, ya duérmete. —
Comenzó a caminar muy despacio la sirvienta hacia la puerta de la entrada abrió la puerta saliendo de la recámara y con mucho cuidado la volvió a cerrar.
La alcoba de Hugo y de Graciela se veía todavía con la luz encendida. La sirvienta se acercó muy despacio deteniéndose en la puerta quedándose quieta sosteniendo su respiración, fue pegando la oreja
a la puerta pudiendo claramente escuchar: — ¡Ah! ¡Ah! —
Alicia sonrió, a Graciela se la estaban cogiendo en ese momento, despacio comenzó a caminar bajando con precaución la escalera a obscuras, hasta llegar a la sala. La sirvienta detrás de un sillón sacaba dos maletas negras grandes, que ya tenía listas, alzaba la cara no perdiendo ni un instante de vista la parte de arriba.
Casi a obscuras con cuidado recorría la mesita y movía la pequeña alfombrita, se arrodilló y con una pequeña linterna se alumbraba, enseguida con su dedo ponía la combinación de la caja, la puerta brincó al abrirse, agarrándola con su mano derecha, la abrió completamente, de inmediato metió las manos una y otra vez, le brillaban sus ojos al sacar todo
el dinero y todo lo que guardaban en la caja fuerte, poniéndolo rápido en sus maletas.
Los esposos ignorando lo que pasaba en la sala, en la recámara Hugo le lamia los senos de Graciela, muy contento sabía que cuando ella durmiera, tendría a la sirvienta abierta de piernas fornicándole su bizcochito, que era lo que más lo
excitaba en ese momento, ya se imaginaba sodomizando las nalgas de la pelirroja, sus senos, su fundillito, la panocha….
Mientras Graciela agachada recibía su gruesa vergota entre las nalgas, pero ya soñaba con la lengua de la sirvienta, lamiéndole toda su panochita, sabía que cuando Hugo se durmiera, ella saldría de puntitas a la alcoba para buscar a la sirvienta para poder tirársela, quería sentir sus dos manos recorrer todo su cuerpo, y lamerle su rica papayita ensartadas
las dos con un grueso consolador hasta derramarse.
Mientras Rebeca en su recámara, seguía completamente desnuda, con su mano derecha se acariciaba su mojado bizcochito deseando que la sirvienta ya entrara a su cuarto, y
con su lengua le chupara todo su mojado clítoris, la esperaba con mucha ansiedad, pensando en esto no podía detenerse de masturbarse su bizcochito, casi llagaba a la culminación sintiendo un delicioso escalofrió recorrer su vértebra, explotando entre sus piernas el orgasmo, ahogando su grito de satisfacción.
— ¡Ah! Ah… ah… —
Sin saber que en unos minutos ya no la volvería a ver más.
Gerardo ahora más tranquilo por lo que le dijo la sirvienta, a solas recordaba las grandes nalgas, cuando estaba bien empinada mirándole su pequeño fundillito tragándose todo su garrote, pensaba en las dos grandes chichotas de la sirvienta, su mano derecha subía y bajaba de su hinchado garrote, casi se venía el cabrón se masturbaba en silencio, deseando que al siguiente día pudiera estar solo con la pelirroja otra vez, para que le diera otras ricas mamadas de garrote, esa boca tenía mucha experiencia en el arte de mamar la reata.
Toda la familia en secreto, tenían la esperanza de volver a cogerse a la sirvienta, mientras esta cabrona en esos momentos ya había acomodado la alfombra y la mesita en su lugar,
dejando sobre esta el libro titulado: “negocio redondo, violencia, drogas y sexo el camino a la perdición”.
Si, mañana después de no encontrarla en la casa temprano, quizás la buscarían, solo Hugo decidiría cuando checar la caja fuerte, si le caía el veinte que los había robado, porque a simple vista no les faltaba nada en la casa.
La sirvienta tenía toda la noche de ventaja para huir de la casa, y quizás hasta toda la mañana, al estar alcanzando su caliente orgasmo los cuatro familiares, ninguno de ellos en ese momento se imaginaba que se cerraba la puerta principal, y salía de la casa la sirvienta, con dos maletas negras grandes multimillonarias.
Con una gran sonrisa en su rostro, ya que como sirvienta para ella valió la pena que la familia completa se la cogiera, ahora buscaría la pelirroja otros clientes o simplemente gozaría de la vida con el dinero que llevaba en sus maletas.
La sirvienta era caliente y astuta en el arte de amar, era una ladrona profesional y hasta el momento era la perfecta asesina, pues esto fue lo que en verdad pasó en casa de Socorro Esquivel Madero, durante el supuesto robo a su casa:
Mientras Socorro salió de su casa para hacer unas compras, la sirvienta le robo todas las joyas y todo el dinero de su caja fuerte, Alicia escondió en una maleta negra todo el botín en un lugar muy secreto.
Después regresó a la casa y rompió la cerradura de la puerta trasera, para que pensara la policía que por esa puerta entro el supuesto ladrón.
Cuando Socorro regresó a la casa, después de hacer unas compras, antes que se diera cuenta que ya la habían robado y notificara a la policía el robo, la sirvienta llamó a Socorro
gritando con desesperación que subiera a verla en el segundo piso.
— ¡Socorro! ¡Mi amor! ¡Sube rápido! —
— ¿Que pasa Alicia? ¿Que son esos gritos amor? —
— ¡Apúrate! ¡Te quiero mostrar algo! —
— ¡Ya subo! ¿Qué te pasa amor? —
Ya en el piso de arriba, la sirvienta dejo abierta la puerta de la recámara, en la mera entrada en el pasillo había roto un florero de cristal transparente, para llamar la atención de Socorro. Se escondió Alicia en el baño del pasillo, para esperarla.
Entonces Socorro Esquivel paso sin darse cuenta que la sirvienta se escondía detrás de la puerta, tenía la cara agachada porque miraba al piso trataba de adivinar qué era lo que se había roto, pues había muchos vidrios regados en el piso.
Preguntó: — ¿Que se te rompió mi amor? No te vayas a cortar, ten mucho cuidado. —
Con una gruesa estatua de bronce, que tenía la sirvienta en sus dos manos, los cuales tenían unos guantes, con fuerza le golpeo por la espalda a Socorro en la cabeza.
— ¡Tu cabeza! Ja jajá. ¡Se rompió tu pinche cabeza! Ja jajá Ja jajá. —
Gritó Alicia riendo, viendo caer pesadamente a su amante en el pasillo sobre los vidrios, después del fuerte golpe que le dio.
Enseguida la sirvienta expresó:
—Ahora para asegurarnos de que tu seguro de vida ya es todo mío. ¡Hay cabrona! ¡Como pesas! Te tiraré por la escalera… pinche cerda pesas mucho. —
A como pudo la sirvienta la arrastró por todo el pasillo, hasta la orilla de la escalera, enseguida sin ningún sentimiento la tiró por las escaleras provocándole la muerte al chocar su cuerpo desmayado contra tantos escalones.
Socorro se dio varios golpes en la cabeza y en distintas partes del cuerpo. La sirvienta con una sonrisa, desde arriba miraba hasta donde se detuvo el cuerpo de su amante.
—Creo que ya se partió toda su puta madre esta pendeja, pobre de mi amante, para que tiene dinero la pendeja, voy a ver si está bien la pobrecita. —
La sirvienta solo bajo las escaleras para asegurarse de que la mujer ya se encontraba muerta, con mucho cuidado Alicia revisó el cuerpo, efectivamente estaba sin vida su amante, entonces con cinismo le comentó: —Mi amor creo que no
te pude salvar. ¡Malditos rateros! —
Con una sonrisa la sirvienta subió nuevamente las escaleras, con un palo grueso que tenía escondido en el baño, lo agarró con sus dos manos y ella misma con fuerza se golpeó
varias veces la cara.
—En el nombre sea del dinero. —
Se golpeó hasta sangrarse el rostro, de una manera alarmante para fingir la paliza y el robo por unos maleantes.
— ¡Ah! ¡Pendeja mi labio! ¡Ah! ¡Puta madre! ¡Ah! —
Brincaba por el dolor que se provocó ella misma, pero volvió a golpearse duro, ahora se atinó muy cerca del ojo gritando de dolor:
— ¡Ay! ¡Mi puta madre! ¡Mi cara! ¡Ah! ¡Mi ojo! ¡Ah! ¡Ah! Si me di duro. —
Se dio otro golpe ya con miedo, atinándose en el mismo lugar gritando: — ¡Ay! Mi…. ¡Ah! ¡Mi ojo!… pendeja si me duele. ¡Ay! —
Ya le escurría la sangre de la cara, la sirvienta pataleaba del dolor, agarrándose el rostro con sus manos llorando, las dos manos se le llenaron de sangre, quedándose quieta por un momento, tratando de asimilar tanto dolor, le escurría la sangre manchándole su blusita blanca, preguntándose:
— ¿Que más sigue? ¡Ay! Mi cara… ¡Oh! ¡Dios! Duele… así, ahora llamar a la pinche policía. ¡Ah! Duele. —
Desde la recámara en donde estaba la caja fuerte abierta y vacía. Enseguida agarró el teléfono, y con voz de desesperada llamó a la policía, dando la dirección cortando enseguida
la llamada, para que no le hicieran preguntas.
—Buenas tardes, departamento de policía. ¿En qué le ponemos servir? —
— ¡Auxilio! ¡Me quieren matar! ¡Auxilio! —
—Deme su dirección, cálmese y deme su dirección. ¡Cálmese! —
— ¡Calle Marzo, número veinticinco! ¡marzo número veinticinco! ¡Auxilio! ¡No me mate! —
Colgó la sirvienta pretendiendo un ataque.
—Bueno, ya viene la policía. ¡Ay! Mi cara me duele, tiraré estos guantes de plástico por el escusado, están todos llenos de sangre, pero la estatua no tendrá mis huellas digitales. ¡Ay!
Mi cara me duele. —
La sirvienta entro en el baño, con su blusa blanca cuidaba de no gotear la sangre que le salía de su cara, tiro con cuidado los guantes llenos de su sangre, de inmediato jaló la palanca del escusado, agarró otra vez el palo con el que se abrió la cara, por último, caminó hasta el librero, que había en la recámara parándose enfrente de este, miró que estaba en lo alto del librero un pesado jarrón.
En la mano izquierda tenía el teléfono con el que llamó a la policía, la sirvienta respiró profundo sabiendo lo que venía, nuevamente alzó la cara levantando el brazo derecho, y con el palo movió el pesado jarrón que era algo grande, tratando de que callera encima de ella, diciendo:
—Mis huellas solo estarán en este palo, no con lo que golpee a Socorro, si encuentran mis huellas digitales en este, creerán los pendejos policías que traté de defenderme de mis agresores, y así no me culparan de…
Estaba cayendo el pesado jarrón justo encima de ella abriéndole la cabeza al chocar, quebrándose en el impacto.
— ¡Ah! ¡Mi cabeza! —
Después de unos segundos quedaba la sirvienta de verdad desmayada, tirada en la recámara del segundo piso, sobre un pequeño charco de sangre, que producía su herida de su cabeza, tirando el teléfono inalámbrico cerca de ella, hasta que después de varios minutos de la llamada de emergencia, llegó la policía a la casa, descubriendo enseguida la puerta trasera que había sido violada.
Los policías enseguida descubrieron que Socorro Esquivel se encontraba muerta en el primer piso, justo enfrente de las escaleras, los policías de inmediato sacaron sus armas, ahora con mucha cautela y en silencio subieron las escaleras, llegando al segundo piso, checaron el pasillo donde estaba el florero roto con los vidrios regados en el piso, había gotas de sangre.
Al entrar a la recámara solo encontraron a la sirvienta, que estaba tirada en el piso con la cara hinchada llena de moretones, con mucha sangre en la cabeza, el teléfono estaba cerca de ella, el jarrón totalmente roto en el piso, el palo tirado a un lado de ella, pensando los policías que tal vez se quiso defender, miraron en la pared de esta recámara un cuadro de una pintura que habían quitado, y la caja fuerte se encontraba abierta y completamente vacía, se habían robado todo el contenido.
A la sirvienta se la llevaron en la ambulancia de emergencia, decían que quizá él o los ladrones la dieron por muerta, al ver como quedó de golpeada, dejándola tirada en la recámara, los médicos en el hospital le pusieron unas puntadas en la cabeza, dijeron que la sirvienta tenía mucha suerte de poder estar viva, después de estos violentos acontecimientos en contra de ella, ya que los golpes en la cara se le veían muy aparatosos.
Un día después en el hospital, por la noche la sirvienta recuperaba el sentido. Los policías la exoneraron de toda culpa, fue víctima del robo, cobrando Alicia el seguro de
vida de Socorro Esquivel Madero, quedándose además con todo el dinero de la caja fuerte, que ya había escondido en algún lugar.
Pero por ahora una sombra sin rumbo se perdía en la obscuridad en medio de la calle, sin que nadie la viera metió las dos maletas en un coche, que ya tenía preparado para darse a la fuga, el cual ya también tenía adentro una maleta negra grande del robo a la casa de su amante, y ex patrona Socorro Esquivel Madero.
La sirvienta como siempre seguía un plan, dejando a la nueva familia con las manos vacías, Gerardo se queda dormido después de masturbarse, imaginando a la pelirroja chupar todo su garrote, Rebeca desnuda esperaba que, con unas lamidas en su bizcochito, supiera que la sirvienta estaba ya en su alcoba para tirarse juntos teniendo una noche de pasión.
Mientras Graciela y Hugo pensaban que en un par de horas irían a la recámara de la sirvienta para comerle las nalgas, pero Alicia, muy astuta para que no notaran su ausencia
a esa hora en la casa, les dejó la puerta de su cuarto con el seguro puesto, para que ninguno de los dos pudiera entrar a su recámara, nadie a la media noche le iba a golpear la puerta para que les abriera la sirvienta.
Con el ruido se despertarían los demás, así que no teniendo otra opción que regresar a su recámara, para después pedirle en secreto una explicación en la mañana, de porque puso el seguro en su puerta, y eso si uno de los dos conyugues se podía dormir, porque ya ansiaban los dos con lamerle el bizcochito a la sirvienta, y recibir de ella sus deliciosos labios y su lengua.
En la obscuridad la sirvienta arrancó el carro que tenía estacionado en la otra calle, saliendo con rumbo desconocido, eran ya tres las maletas negras grandes que contenían sus
cosas personales y con mucho dinero para gastar, era el botín de Socorro Esquivel y de estos dos incautos, con una sonrisa la pelirroja manejaba el carro alejándose más de la
enorme casa.
Como leerás en esta carta Aries, no es tan malo ser sirvienta, recuerda el sexo mueve al mundo entero, o como dice el dicho: “Con un hueso baila el perro, con sexo el mundo entero”.
Yo digo que, si eres muy inteligente, nadie te detiene en lo que te propones. Si, si eres inteligente consigues todo lo que quieras, no siempre tienes que perder en esta vida como sucedió con Victoria, y las demás mujeres que sufrieron en tu novela erótica titulada:
"NEGOCIO REDONDO" violencia, drogas y sexo el camino a la perdición.
Sí que es diferente esta historia. ¿No lo crees Aries? Bueno, ya te escribiré en otra ocasión, espero que te haya
gustado mi historia que también fue muy erótica, recibe un caliente saludo de mi mojada parte.
Alicia Rosas Rico… la sirvienta.© NOMBRE DEL AUTOR:
Humberto David Arellano Vázquez.
TÍTULO DEL LIBRO:
Las cartas de EL CLUB 69 DE ARIES.
La sirvienta.
Solo para mayores de dieciocho años.
Reservados todos los derechos. Salvo excepción prevista por la ley, no
se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.
La infracción de dichos derechos conlleva sanciones legales y puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Gracias por el voto te invito a leer mis novelas publicadas aquí en wattpad tituladas:NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. (Erótica)
THE SALEM TOUR SIN FRONTERAS drogas, sexo y rock pop. (Erótica)
LAS BRUJAS DE LA MONTAÑA las bestias del infierno. (Terror)
LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas. (Terror)
LAS PROFECÍAS DEL MUNDO KAWA.
(Fantasía)Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries gracias por seguirme.
davidarellano400
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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES. LA SIRVIENTA.
General FictionDespués de terminada la novela erótica titulada: NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el ca- mino a la perdición. Ahora solo queda leer, estas historias eróticas tituladas: Las cartas de EL CLUB 69 DE ARIES. En donde las personas dan su punto d...