EN QUERÉTARO CON GRACIELA MONTOYA.

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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES.

Los caminos de México de norte a sur y la sirvienta.

CAPÍTULO 15 extra.

Yolanda con una gran sonrisa, ahora con ambas manos se abrió su blusa mostrándole sus grandes senos, diciéndole:
-Despídete pantera y que te vaya muy bien. -
No acababa de admirar esos senos con los pezones rosas, cuando las otras dos chicas también se abrían sus blusas, mostrándole sus grandes senos, unos eran enormes y morenos y los otros grandes de piel blanca, esperando que él las chupará por última vez.
Luis se inclinó, abriendo su boca, enseguida lamia los senos de Yolanda, chupándole los grandes pezones rosas, después, chupó los senos de Paulina, y al último los senos de
Marisol.
Manoseando con mucha lujuria los seis senos dejándoselos bien llenos de saliva, para terminar recibiendo un beso en la boca de las tres chicas, quienes se fueron saliendo con risas del camarote, bajándose del tráiler.
Luis, ahora se sentó en el asiento del chofer, encendiendo su potente máquina del "Pantera negra". Mirando a las tres chicas despedirse, moviendo esas grandes y deliciosas nalgas, a cada paso que daban sobre la banqueta, recordando como las tuvo bien empinaditas, a cada una de ellas.
Les metió su garrote hasta saciarse en esas panochitas. Las admiró hasta
meterse ellas en la casa de Marisol, cerrando la puerta de la entrada.
Con una gran sonrisa, Luis estiró su brazo, con su mano derecha agarraba su cajetilla de cigarros Cáncer Filters M.R. poniéndose uno en los labios, enseguida, lo encendió, sacando el humo por la boca sintiendo satisfacción de a ver estado con estas tres jóvenes.
Quería quedarse unos días con Paulina, para fornicar otra vez.
Pero, a lo mejor era buena la recompensa que le daría la
licenciada Graciela Montoya, por aportar los datos para la captura de la sirvienta Alicia.
Por ahora Luis comenzó a mover su tractocamión de ese lugar, alejándose poco a poco de la casa, en unos minutos dejo las calles y se empezó a entroncar en la carretera principal.
En ese momento, viajaría hasta Querétaro para su siguiente carga, para hacer más ameno su camino. Luis encendió su radio escuchando el comercial:
-Para ese clásico partido de futbol que veras con los amigos, nada mejor que tu cerveza Guante al Hígado M.R. "Tómala bien fría con su noqueante sabor que te refresca" M.R. festeja cada gol. "La cervecería tres pasos orgullosamente mexicana" M.R. apoyando a tu selección, tome con
medida.
-Buenas noches radio escuchas, esta es su estación radio mundo 103.3 de tu F.M. en el D.F. y el valle de México. Posibilidad de lluvias esta noche, gracias por tus reportes en esta hora de dos en dos.
Ahora escucharemos a J. J. de Jerez, Jaqueline Jiménez y Janeth Juárez con su bachata titulada: "recuerdos de un amor" y "besos olvidados".
No le cambies estas en la estación perfecta. -
Escuchando la música, Luis Estrada continuaba manejando en la carretera, estaba sumando kilómetros en su tractocamión el pantera negra, se sentía muy contento y sonreía.
Uno por haber conocido a las tres chicas, olvidando por ahora su mala experiencia en la frontera, y dos, la posible recompensa, que recibiría de la licenciada Graciela tal vez resultará muy buena.
Estaba cansado de tanto viaje, solo se haría presente ante ella, y checaría si seria para Monterrey la siguiente carga que le prometió.
Si algo ya quería, era descansar por unas buenas horas. Mientras fumaba un cigarro Cáncer Filters M.R. pasaban los minutos, después durante unas horas escuchaba sus casetes de la cantante e ídolo Sahara Mendoza Luna.
Alumbrando sus faros de halógeno el obscuro camino, cerca de la una de la mañana, llegaba a la entrada de Querétaro, estaba estacionando su tractocamión en el hotel de nombre "los arcos", en donde espero aquella vez a la sirvienta Alicia.
La empresa de Graciela Montoya estaba ubicada a unos veinte minutos de camino.
Así que Luis entró al hotel, mirando el mostrador y a espaldas de la encargada, había un estante de color blanco con cigarros, refrescos y frituras a la venta, un cuadro con muchas llaves colgadas de las habitaciones. Así que saludo a la encargada:
-Muy buenas noches, señorita. ¿Cómo está usted? -
-Buenas noches, joven, estoy muy bien gracias. -
Enseguida miró Luis la blusita amarilla, que le mostraba los grandes senos de la mujer.
Quien parecía de unos treinta años de edad, con cabello negro hasta el hombro, ojos cafés claros, nariz chata de labios delgados. Hasta donde dejaba ver el escritorio, se le miraba una cinturita.
Ahora escuchó preguntarle:
- ¿En qué le puedo servir?
El área de restaurant ya cerró. -
-No se preocupe, por ahora solo necesito una habitación, perdón. ¿Cómo dice su gafete? -
-Laura Domínguez Ayala, para servirle. -
-Mucho gusto Laura, mi nombre es Luis Estrada Camacho, soy trailero y necesito una habitación, por cierto meda por favor una cajetilla de cigarros Cáncer Filters 100's M.R. Ya
casi se me acaban los que trigo. -
-Si joven. ¿Algo más? -
-Por el momento es todo. -
Ella dio tres pasos para agarrar la cajetilla de cigarros, pudiendo mirar Luis el pantalón de mezclilla de color negro que cubría ese par de nalgas que se miraban grandes, y confirmó esa pequeña cinturita que ella tenía.
Al agarrar los cigarros, la encargada se dio la vuelta, poniéndolos en el mostrador.
Enseguida, le hizo una nota cobrándole el cuarto y los cigarros, al pagarle Luis agarró su llave, los cigarros y su maleta negra que tenía su ropa y cosas personales diciéndole: -Hasta mañana señorita. -
-Hasta mañana joven, que descanse. -
Luis entraba en una habitación para descansar un poco, se desvistió metiéndose a la cama tratando de dormir, cerraba los ojos recordando a sus tres amigas, que el nombró como la puta, la golfa y la zorra.
Con una sonrisa, recordaba todo lo
que hicieron hasta que lo venció el sueño, para él este solo era un día más lleno de placer en los caminos de México de norte a sur.
La noche voló, el trailero dormía tranquilamente en la cama de la habitación, eran como las ocho treinta de la mañana, cuando escuchó sonar su teléfono celular rin... rin... rin...
Abrió los ojos desorientado, mirando todo a su alrededor ubicándose en donde estaba.
Entre dormido miró hacia la puerta del baño, volteó ahora hacia el buró para ver el reloj que tenía números rojos luminosos, marcando este las ocho treinta de la mañana, diciendo el mismo:
-Estaba cansado a noche, ya es tarde. ¿Quién será en el tabique? -
El celular continuaba sonando rin... rin... rin...
lo agarró con su mano derecha, enseguida miraba el número que aparecía en la pantalla, no teniendo ni puta idea de quien le llamaba, ahora apretaba el botón de contestar, diciendo:
-Buenos días, este es Luis Estrada. -
Colgaron el teléfono, Luis no sabiendo quien le había llamado, con una mano se rascaba el cabello, miraba hacia la puerta de la entrada de la habitación. Ahora el trailero más despierto, recordaba, que tenía que ir temprano a la empresa de la licenciada Graciela Montoya.
Pensaba en hablarle por teléfono, como acordaron cuando llegara a Querétaro, así que ahora Luis se sentó en la orilla de la cama.
Con flojera comenzó a marcándole desde su celular a la empresa, contestando su llamada una secretaria:
-Buenos días, esta es la empresa O. E. C. a su servicio, en que le puedo servir. -
-Buenos días señorita, busco a la licenciada Gabriela Montoya dos Amantes del madero. -
- ¿Quién la busca? -
-Mi nombre es Luis Estrada Camacho, soy transportista, ella espera mi llamada. -
-Permítame un momento por favor. -
Después de unos segundos de espera, escuchó la voz de la licenciada decirle:
-Buenos días, Luis. ¿En dónde estás? Que gusto escucharte. -
-Buenos días licenciada... digo buenos días Graciela, estoy casi en la entrada de Querétaro, en un hotel de nombre "los arcos", quizá está a unos... veinte minutos de tu empresa. -
-Okey, ya sé dónde queda, en una media hora, ahí te veo ¿Te parece? -
-Está bien por mí, sirve que me das unos minutos para alistarme. -
-Entonces, sin problema en media hora te veo en el hotel "los arcos". -
-Gracias, te estaré esperando. -
Colgó el teléfono Luis poniéndolo sobre la cama, de inmediato se metió a bañar, al salir de la ducha, enseguida se vistió, poniéndose un pants de color negro, una camisa blanca con el emblema de "el show de los vergotones"M.R. unos tenis negros, una gorra negra con el emblema de cigarros Cáncer Filters M.R.
Faltando dos minutos, para los treinta minutos que acordaron de verse.
Luis entregaba las llaves del cuarto en la recepción.
-Muy buen día. Aquí le dejó la llave. -
-Está bien, tiene hasta el mediodía para desocupar la habitación. -
-Está bien señorita, tengo una cita no sé si regresaré a ocupar otra vez el cuarto. -
Enseguida, se salió del hotel con sus lentes obscuros puestos, y en su mano derecha cargaba una mochila de color negra.
Caminando llegando hasta su tractocamión, abriendo la puerta guardando su maleta.
A los cinco minutos, se estacionaba adelante de él un carro de color gris, que era del año de una marca lujosa, nombrado por el fabricante "Infierno Interceptor".
Luis lo miró muy atento, viendo bajarse a una bella mujer, si, era la licenciada Graciela Montoya.
Quien usaba unos zapatos negros, un pantalón de mezclilla de color negro, mirándosele unas grandes y deliciosas nalgas.
Cerró ella su puerta del vehículo caminando hacia el hotel, pasando junto al tractocamión moviéndose de una forma muy sensual.
Ahora, mientras ella caminaba, Luis podía mirarle enfrente en el pantalón una deliciosa "Y", que formaban las piernotas.
Alzó su vista mirándole una blusa negra que estaba mostrándole parte de sus grandes senos de piel blanca. Miraba el cabello castaño largo hasta la cintura, así la recordaba aquella vez en su oficina, cuando Graciela hablaba por teléfono.
Luis, enseguida abrió la puerta de su tractocamión, descendiendo rápido de este, cerrando la puerta.
Graciela giró su cara mirando al joven con una sonrisa, que la miraba con los lentes obscuros, enseguida muy atento le saludaba diciendo:
-Buenos días Graciela. -
-Hola. ¿Luis? -
-Sí, soy yo, Luis Estrada Camacho para servirte. -
-Te iba a buscar en el hotel Luis, creí que todavía estabas adentro. -
-No, ya me salí para esperar a que llegaras. ¿Cómo estás Graciela? -
Luis protegido por sus lentes obscuros bajaba la vista, mirándole de cerca ese par de enormes senos que se antojaban para mamarlos, hasta hacerla derramarse.
Escuchándola contestar:
-Estoy muy bien, estoy muy contenta por todo esto que paso, gracias por toda tu ayuda, y... ¿Este es tu
tractocamión? -
-Sí, este es el tractocamión que meda de comer cada día, es el que me lleva de día y de noche por todos los caminos de México de norte a sur, y de este a oeste.
Yo lo llamo "el pantera negra" por cierto, a mí me dicen el pantera. -
-Pues mucho gusto pantera, discúlpame, que la primera vez, no nos pudimos conocer, tenía yo un gran problema por culpa de Alicia... mi sirvienta. -
Al estarle hablando, ahora ella también lo miraba más atentamente, se veía fornido el joven, era alto, apuesto esos labios la invitaban a sentir rosar su barba y su bigote.
-No te preocupes Graciela, todos tenemos problemas en esta vida. -
Le contestó Luis.
Quien seguía protegido por los lentes obscuros, sin que ella lo notara, ahora bajaba más la vista mirándole de cerca, esa hermosa "Y" que formaba en medio del pantalón, imaginando en su morboso pensar, si ella tenía
peludo todo su bizcochito.
Luis agregaba:
-Ahora... ¿Te sigo a tu empresa? -
Ante la pregunta, ella sonrió sintiendo como le miraba su cuerpo, así que le contestó:
-No, este... mira deja aquí estacionado tu tractocamión, y súbete a mi vehículo, te llevaré a un lugar. -
Graciela, le hizo un ademán con su mano derecha, señalando en donde estaba estacionado su coche, si su hermoso Infierno Interceptor. Comenzando a caminar juntos, abrió la licenciada su puerta y Luis la puerta del copilotó, abordando el vehículo.
- ¿Ya desayunaste? -
Él, giro su cara mirando de cerca el rostro de ella, sus ojos que eran cafés claros, de labios delgados y de nariz afilada, su cabello largo castaño, le contestó:
-No, solo me levanté, me bañe y todavía no desayuno. -
-Podría llevarte a un restaurant, pero, prefiero llevarte a mi casa, creo que es más íntimo, mas privado para nosotros. ¿No? -
-Como tú gustes, tú estás al mando. Pero, no sé si le moleste a tu familia meter a un extraño a tu casa. -
Ella comenzó a manejar el vehículo diciéndole:
-Para mí, no eres un desconocido, para mí, tú eres un héroe de nombre... Luis. Mi hija Rebeca y mi hijo Gerardo, ahorita están en la escuela.
Bueno, te diré que son gemelos, y ya tienen dieciocho años de edad, mi esposo se llama Hugo, se deprimió con todo lo que nos hizo la sirvienta, que se encerró y estuvo llorando de tristeza, y lo entiendo.
Era nuestro esfuerzo de muchos años, y por el momento, él no está en casa. -
- ¿A qué se dedica tu esposo? -
-Es licenciado, tiene su despacho y trabajan para él, unos diez abogados, ya tiene su propia firma. -
-Que interesante. -
-Interesante, seria el saber en dónde anda el cabroncito.
Tiene tres días, que no pone un pie en la casa, se enteró del arresto de Alicia y se fue a no sé a dónde para festejar. Así que de la depresión, brincó al gusto. -
-Cuanto ciento, que así pasen las cosas. -
Ella miraba el camino, volteó por un momento su cara mirando a Luis. Graciela sabía, que su esposo Hugo tal vez anduviera con alguna putilla, y estuviera escondido en algún lado.
Así qué ahora le señaló:
-Hablemos para ver en donde está mi re cabrón. No hables Luis, que Hugo piense que estoy sola. -
Graciela marcó el número de teléfono de su esposo, poniendo la alta voz del vehículo, escuchándose timbrar el teléfono, después de seis timbrazos le contestaba:
- ¿Que pasó Graciela? -
-Es lo que yo me preguntó. ¿Qué pasó? ¿En dónde estás Hugo? Tengo que llamarte para saber adónde andas.
¿Por qué no me has contestado? ¿Por qué no me has llamado en estos tres días? Por lo menos quiero saber que estas bien. -
-Estoy en Cuernavaca. -
-Sí, ya me imagino, que estas en Cuernavaca... encuerado y con alguna vaca, digo, mujer. ¿Verdad? -
-No... no mi amor, estoy en el estado de Cuernavaca. Después de resolver el problema de la sirvienta, vine aquí
para un asunto de un cliente, muy importante, lo debí de haber atendido desde hace cinco días.
Pero me ganó la depresión, tú lo sabes. Mira, de seguro regreso para mañana mi preciosa muñequita. -
Al escuchar como la llamó, con una voz enojada le contestó:
-No me digas muñequita, que ya sé que estas con alguien, estas con una mujer. ¿Verdad? -
-Mi amor estoy con una mujer, que es mi cliente, estuve muy ocupado por eso no te he podido hablar. -
-Mira, escúchame bien, y entiende que en donde te cache con una zorra, no te la acabas cabrón. -
-Estoy trabajando chiquita, en verdad muñequita, estoy en el estado de Morelos. Mañana llego a Querétaro, te veo en la casa. ¿Te llegaron mis flores a tu oficina? -
-Sí, gracias. Pero.... ¿Crees que con eso lavas tu pecado? Estas con una vieja y no por trabajo, admítelo. -
Hubo un silencio en el teléfono. Luis miraba la cara de enojo de Graciela, hasta que escucharon decir:
-Mañana llego mi muñequita, no te preocupes por mí, estoy bien. -
Escuchó colgar el teléfono.
Graciela enojada, apagó el teléfono, respiró profundo evitando mirar a Luis. Ahora le decía:
-Ese pinche Hugo, siempre compra lo que quiere, eso de tener dinero a veces es una pinche maldición, ya lo
he cachado dos veces con unas putillas, y no se reforma para nada el cabrón. -
-Que puedo decir, yo nunca he tenido tanto dinero, como para comprar lo que yo quiera. -
-Pues ese pinche Hugo, mi llamado marido, ve una nalga y la compra, le gusto aquel bizcochito y lo compra, que aquella jovencita esta bizcochito, pues le llega al precio, diciéndome que es una clienta, y tendrá una cena de negocios.
Yo ahora debería hacer lo mismo, comprar al cabrón que me guste, pagarle y empinarme a disfrutar de sus caricias, dejar que me hagan lo que quieran... -
Luis miraba atenta a Graciela. Quien ahora le expresó:
-Perdón, estoy diciendo estupideces, perdóname, mi esposo me hace enojar... no más bien. ¡Me hace emputar! ¿Por qué yo tengo que ser una monja? ¿Por qué tengo que ser recatada? Yo podría comprar también las caricias de alguien. -
El trailero al escuchar estas palabras se atrevió a decirle:
-Estás en tu derecho, él compra a las mujeres y tú puedes también comprar, bueno sin ofender a nadie, puedes comprar a un hombre que te guste y que te entretenga. -
En ese momento se detenían en la calle marzo No 19, en una casa que era muy bonita y grande, abriéndose el zaguán café de forma automática. Gabriela giró su cara mirándolo al
rostro de Luis muy detenidamente.
Ella le preguntó:
- ¿Cuántos años tienes Luis? -
-Veinticinco años. -
Contestó enseguida, mirándolo directo a sus ojos cafés claros. Graciela dibujó una sonrisa diciéndole:
-Yo tengo treinta y nueve años de edad. -
-Eres todavía joven, además muy hermosa. -
Graciela aceleró, metiendo el carro en el garaje, deteniéndolo por completo, al estar ya estacionado bajo la sombra del techo.
Luis, enseguida observó los vehículos estacionados, una camioneta de color negro, de marca "destructor del
camino", cuatro por cuatro del año, y otra camioneta de nombre "dragón", de color amarillo, que era también del año.
Ahora, se abrieron las dos puertas del vehículo, bajándose del automóvil. Graciela en la mano llevaba el periódico del día. Luis al bajarse le comentó:
-Están hermosas tus camionetas. -
-Gracias, la camioneta negra es de Hugo, pero hace unos días el cabrón se compró un Infierno Interceptor deportivo... un convertible de color rojo, y desde entonces no lo he visto, y yo uso la camioneta amarilla. -
-Si deja la papelería. -
-Trabajamos duro, casi siempre entro a las siete de la mañana a mi empresa, para poder checar a mis trabajadores, checar los pedidos, los embarques, los arribos, a veces son un montón de dolores de cabeza. -
-Claro, nada es gratis en esta vida. -

Está historia continuará...
Gracias por seguirme.
Los invitó a leer mis novelas publicadas aquí en wattpad

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Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries.
davidarellano400








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