LAS CARTAS DE "EL CLUB 69 DE ARIES."LA SIRVIENTA
CAPÍTULO 03
Ese mismo día eran cerca de las diez de la noche, cuando Alicia se despidió de toda la familia para alistarse a dormir, ya que comenzaría su día de trabajo con sus nuevos patrones, solo les preguntó por reafirmar detalles de su trabajo, para no cometer errores y poder tenerlos contentos.
-Entonces; me llevo a los dos jóvenes a la escuela después de darles de desayunar. ¿A Rebeca primero? O ¿Hay algún cambio? -
-Bueno, como ya te expliqué esta mañana dejas a Rebeca en la escuela de señoritas y enseguida te llevas a Gerardo en su escuela prepa...
¡Ah! Perdón, lo olvidaba, se me estaba olvidando, no... Gerardo no tiene clases mañana, solo dejas a Rebeca en su escuela y a Gerardo lo dejas dormir otro rato más, por cierto te dejo una lista de compras, preparas la comida
y... yo siempre llego a las siete de la mañana a mi empresa, para checar al personal porque mi manager Irma a veces no puede checar a todos los trabajadores en sus distintas áreas, cualquier cosa Alicia recuerda mi empresa es papelería O.E.C. (Oficina, Escuela, Casa) Aquí te dejo la dirección. -
La sirvienta recibía en su mano derecha un papel con lo escrito, contestando: -Muchas gracias, no sabía bien la dirección, pero más o menos me imaginaba donde se encuentra tu tienda enorme de papelería Graciela.
-Okey ahora ya lo sabes con exactitud Alicia, tal vez yo venga a comer en la tarde, no sé si pueda venir hasta acá, porque luego llega algún tráiler con embarques de mercancía y me toma tiempo checar los papeles, pero no te preocupes por mi Alicia, si no puedo venir yo, comeré en mi trabajo para no dar tantas vueltas, tú ya estas para checar que se porten bien estos dos malcriados, lo importante para mí es que los gemelos tengan su comida lista y coman a sus horas. -
-Entiendo Graciela a Rebeca la recojo a las dos de la tarde en punto en su escuela. -
-Si Alicia, y checas que Gerardo haga algo útil porque tiene dieciocho años, y parece como un niño de cinco años. Por favor te llevas la camioneta, destructor del camino, las llaves de los carros deportivos y de la camioneta siempre están colgadas en la entrada, cuando tú vuelvas pones las llaves en el mismo lugar, si no luego no las encontramos y es desesperante buscarlas por toda la casa. -
Después de esta explicación, la sirvienta contestó: -Está bien Graciela entiendo, tendré mucho cuidado con todo... confía en mí. -
-Eso estoy haciendo Alicia, confiando en ti. -
-Yo. Alicia, yo...-
Expresó Hugo, levantando la mano derecha, entonces siguió diciéndole: -A veces en el día vengo solo a recoger algunos papeles de mi estudio, por favor cuando limpies te lo suplico, no toques ninguno de mis papeles, porque yo entiendo todo mi desmadre que tengo, escúchame muy bien, mis hijos...
entiende esto Alicia, ellos tienen prohibido entrar en ese estudio que es mi oficina. ¿Me escuchaste? Nadie entra por ningún motivo, tengo papeles muy importantes y yo no quiero perder ninguno, te repito no me los toques ni me los revuelvas. -
La sirvienta muy atenta le contestó:
-Si don Hugo, estaré al pendiente, trataré de no tocar nada, y checar que sus "niños" no entren ni que toquen nada de ese cuarto, perdón su estudio. -
-Solo dime Hugo, no don Hugo. Alicia... tú ahora eres de la familia, si te estamos dando la confianza como te la dio Socorro Esquivel, es porque somos una familia, dime Hugo... llámame, Hugo. ¡Okey! -
-Que puedo decir... gracias, gracias, Hugo por aceptarme como parte de tu familia. -
Respondió con una sonrisa la sirvienta, agachando la cabeza mordiéndose los labios.
- ¡Ah! Si alguno de estos dos se porta mal, has me lo saber, cualquier cosa tú ahora eres la única responsable de sus vidas en nuestra ausencia, sobre tu cabeza Alicia y no bromeo. Sobre de ti si algo les pasa a ellos. -
Indicó Graciela muy seria, señalando a sus hijos, en señal que no bromeaba. Su trabajo le adsorbía el tiempo y necesitaban quien se los cuidara. Ellos miraron a su madre con seriedad pelando los ojos sin decir ni una palabra, nadie reprocharía la autoridad que le daban a Alicia sobre ellos.
-Sí, ellos te obedecerán en todo Alicia, en todo para facilitar todas las cosas en esta casa. -
Señaló Hugo mirando a sus dos hijos también muy serio.
-Bueno gracias por el trabajo, que pasen una buena noche, ya me voy a mi recámara para dormir, mañana será otro día. -
Se despidió la sirvienta moviendo la mano derecha, en señal de hasta mañana.
- ¿Trabajo? ¿Cuál trabajo? Eres de la familia Alicia, la camioneta, destructor del camino cuatro por cuatro, ya es toda tuya, cuídala porque en ella iras a donde necesites ir. -
Explicó Hugo con alegría.
-Perdón, gracias por aceptarme en su familia, Hugo. -
Comentó Alicia con una mueca de simpatía caminando rumbo a las escaleras, moviendo su delicioso culito sin mirar más a Graciela, para no hacer sospechas de su primer revolcada con ella, pero Hugo, ese cabrón no perdía ni un detalle de cada paso que daba Alicia en las escaleras, esas hermosas nalgas que hacia resaltar el pantalón de mezclilla ajustado, las dos grandes nalgas se meneaban de forma exquisita invitándolo al pecado, y que decir de ese par de grandes senos que se le cimbraban a cada paso que daba.
Hugo los tenía que manosear a su antojo, ahora ignorando completamente, que su puta vieja ya en la mañana la había tenido totalmente encuerada, chupándole a la sirvienta el bizcochito a su antojo hasta hacerla venirse.
-Me iré a dormir que mañana me cuesta trabajo levantarme para ir a trabajar. -
Comentó Graciela bostezando, cubriéndose la boca con su mano derecha. Hugo miró el cansancio de su esposa, por lo que indicó: - ¡Todos a dormir para que no se les haga tarde mañana!
Yo checaré unos papeles en el estudio y te alcanzo al rato mi amor. Trataré de no despertarte cuando entre a la recámara para acostarme a dormir. -
Para Graciela no era raro, ya que, como abogado, siempre su esposo se dormía después de las doce de la noche checando sus documentos, se iba como a las ocho de la mañana, porque habría su oficina a las nueve.
Graciela por su parte tenía una tienda, una papelería, sí, era una enorme empresa, ella llegaba siempre a las siete de la mañana para checar a su personal, para estar al pendiente de su negocio.
La sirvienta ahora término de subir las escaleras, entrando directo a su recámara, cerrando la puerta sin poner el seguro, entro al baño a cepillarse los dientes, al terminar se desnudó completamente en frente al espejo, que era no menos de uno noventa de alto por un metro de ancho.
Admiró todo su hermoso cuerpo de piel blanca, se colocó una pequeña tanguita blanca muy transparente, un camisón que también era de tela muy transparente, para no tener calor en la noche, apago la luz de su recámara enseguida se dispuso a dormir en su nuevo hogar.
Planeando como agarrar al calenturiento de Gerardo, quien estaría solo con ella en la mañana, después de pensar un plan la venció el sueño quedándose dormida.
Como a las doce y veinte de la noche, Hugo apago la luz de su estudio, se subió muy despacio las escaleras, con mucho cuidado abrió su recámara, pero solo se asomó por un momento mirando que su esposa estaba bien dormida, cerro con cuidado la puerta, todo el pasillo se veía muy obscuro,
pero él caminó muy despacio dos cuartos más, pasó un baño y se detuvo en la recámara de la sirvienta.
Cabe señalar que la recámara de él y de la sirvienta tenían baño integrado; las otras dos recámaras usaban el baño que Hugo pasó en el pasillo.
Ahora al estar enfrente de la recámara, colocó su mano derecha en la perilla y la fue girando, abriendo la puerta muy despacio, apretando hasta las mandíbulas y entre cerrando los ojos, tratando no hacer ningún ruido, casi reteniendo la respiración, abrió muy despacio la puerta, enseguida entro con cuidado a la recámara de la sirvienta, dio dos pasos casi de puras puntitas.
Alicia tenía el sueño muy ligero, o la conciencia muy intranquila, cuando Hugo giró la perilla de su puerta, ella abrió de inmediato los ojos, mirando abrirse la puerta, enseguida miró entrar una silueta grande a su recámara.
Ella en total silencio solo entre cerró los ojos, la luz tenue que entraba de la calle por las ventanas de su recámara, eran suficiente para identificar al pinche invasor, cuando se acercó este un poco más a la cama de Alicia.
Hugo media uno ochenta de estatura, ancho de espalda y medio panzón, por eso su sombra no pasaría inadvertida en el cuarto por muy obscuro que este estuviera, lo podía oír respirar de lo agitado de subir la escalera, la sirvienta se hizo pendeja que estaba bien dormida, no se movió para nada, solo para ver hasta donde llegaba Hugo, o cuales eran sus intenciones al entrar a su recámara.
Hugo se detuvo frente a la cama admirando la silueta de la joven, después de casi un minuto de estarla admirando, con su mano derecha jaló con cuidado la sabana que cubría el cuerpo de la sirvienta, solo tenía el camisón transparente cubriendo su cuerpo, dejándole ver sus blancos y enormes senos, pudiéndole ver sus grandes, rosas y deliciosos pezones, que disque se los cubrían el camisón transparente, pero no los tapaba para la vista de este cabrón.
Al no ver que se moviera la sirvienta, ahora Hugo con cuidado le jaló un poco más, bajando toda la sábana, la pelirroja ya había entreabierto las piernas, cuando escuchó abrirse la puerta, creyendo que era Graciela,
quien entraba a su cuarto y que le daría otra buena cogida esa noche, pero no se esperaba que fuera este pendejo morboso.
Hugo entre esa obscuridad que dominaba la recámara, a cómo podía miraba ese bizcochito que estaba bien rasurado, casi se lo cubría una diminuta tanguita transparente, medio labio vaginal estaba de fuera, tal parecía que Alicia se lo había jalado metiéndose una parte de la tanguita en su pequeña papayita.
El licenciado trago saliva, al ver tremendo manjar enfrente de su cara. La sirvienta no se movía en lo más mínimo, solo esperaba que su presa atacara, realmente eso deseaba ella por dentro, con sus dos piernotas medio separadas invitaba a la tentación.
Así que Hugo con mucho cuidado acercó su cara, poniéndosela entre las piernas casi rosándole el bizcochito,
abrió la boca y con la lengua le lamio el labio vaginal, que estaba destapado tragándose la tanguita.
Enseguida Alicia sintió la respiración agitada de él, la cálida lengua chocaba en su panochita, pero ella aguanto sin protestar, ni moverse ni un milímetro, solo entreabría los ojos para mirar un poco al invasor. Rápido ella armo un plan, este era el juego de la sirvienta.
Hugo era como un pajarito, que come de las migajas que están debajo de una caja de cartón, ella no quitaría el palito para que se cerrara la caja, ya que el pajarito se podría espantar, volar e irse.
La pelirroja aguantaría hasta que el pajarito estuviera muy adentro de la caja, entonces de seguro el pajarito quedaría bien atrapado y sin ninguna salida...
Si amigos, como se los dije al principio, para ser puta se necesita inteligencia y mucha... mucha paciencia.
Al ver el intruso que no protestó la sirvienta ante el lengüetazo, que le dio en el bizcochito. Hugo alzo la vista mirando el cuerpo de la joven, entonces se agachó otra vez, abrió la boca sacó la lengua y de nuevo le metió otro lengüetazo, ahora metiéndole la lengua saboreando todo el sabor del bizcochito de Alicia,
pero al ver que esta no se despertaba, le lamio de nuevo su delicioso labio vaginal, metiéndoselo en la boca dándole una mamada.
-Duerme como piedra esta rica putita. -
Pensó Hugo paseándose la lengua por sus labios saboreándose el bizcochito. Ahora decidió arriesgarse un poco más, con sus dos dedos pulgares los puso en cada extremo de la tanguita, muy despacio se la fue bajando un poco, todo su bizcochito quedo al descubierto, con la tenue luz que entraba por las ventanas y la obscuridad, Hugo habría enormes los ojos queriendo ver el delicioso cuerpo de la sirvienta, el cabrón calenturiento se arriesgó de nuevo lamiéndole la panochita, desde abajo hasta hundir la lengua en su clítoris, ahí puso a danzar la punta de la lengua, sobre el delicioso y rosado clítoris.
Claro, la sirvienta sentía deliciosas las lamidas en su pepita, pero la cabrona seguía firme en su postura, disfrutando las mamadas de bizcochito que le daban, una tras otra ya sin parar de lamer y mamar ese delicioso bizcochito.
Ahora levantó la cara Hugo después de lamer, miró a la cara de la sirvienta. Quien seguía sin ninguna expresión en su rostro, simplemente "dormía", sus dos blancos y enormes senos se antojaban para mamárselos y estrujárselos a dos manos.
-No sé qué tomaría esta pendeja, que no se despierta, pero la jalaré con cuidado a la orilla de la cama, le joderé todo su bizcochito, tal vez no se despierte para nada la muy pendeja... no sabrá con quien perdió el culo. -
Comentó Hugo entre dientes. "el pajarito", quien confiado seguía las migajas que la sirvienta le daba, ingenuo dio un paso más dentro de la caja, sin tener ninguna precaución,
arriesgándose un poco más, pues las migajas que le ponían le sabían deliciosas, yo describiría exquisitas.
El licenciado con cuidado y sin hacer el menor ruido se enderezó, el muy hijo de puta decidido a cogérsela, se quitó los pantalones y el calzón. Sin que él lo notara, Alicia entreabrió un poco sus ojos dejando ver sobre la tenue luz, un gordo garrote de unas doce pulgadas de largo, que se blandía en el aire por su excitación, mientras con cuidado él dejaba caer al piso su ropa.
Se paró Hugo a la orilla de la cama donde van los pies, enseguida se inclinó y con sus dos manos despacio la agarró de los dos tobillos, muy lentamente la fue jalando hacia él,
las nalgas de la pelirroja se deslizaron en las sabanas de seda, mientras sus brazos quedaron como si estuviera ella desmayada, estaban estirados al lado de la cabeza.
La sirvienta en silencio le seguía el juego, sin moverse por su cuenta ni un pinche milímetro. Vaya que era astuta y aguantadora la pelirroja, realmente parecía una muñequita de carne para dar placer sexual.
Con ambas manos la siguió jalando Hugo, deteniéndose hasta dejar las blancas y grandes nalgas desafiando la orilla de la cama, recargó las piernas de la sirvienta en sus hombros, con mucho cuidado colocó sus dedos en cada lado de su pequeña tanguita, le deslizo la transparente tanguita, pasando las rodillas hasta llegar a los pies de ella, quitándosela suavemente dejándola caer al piso.
Sosteniendo las piernas en el aire con sus manos, entonces se las abrió muy despacio, estaba tratando de mirarle todo su bizcochito. Hugo parado en la orilla de la cama, con mucho cuidado le acercó su hinchado y erecto garrote, esa pequeña papayita estaba bien abierta, esperando ser penetrada profundamente por él.
Hugo abría los pinches ojos grandes, en esa obscuridad trataba de mirar mejor la delicia que tenía enfrente de sus narices, dos labios vaginales calientitos y mojados, un clítoris
rosita y su pequeño fundillito hundido entre las dos nalgas, se miraba tentador y sumamente apetecible.
Lo que hace unas horas vio solo de lejos, en este momento estaba desnudo y a unos milímetros de su cara, la papayita en esta posición se encontraba completamente abierta y lista para joderla, podía verla, olerla y valía la pena el arriesgue que estaba teniendo Hugo en ese momento tan excitante.
La sirvienta con mucha precaución otra vez entreabrió los ojos, solo vio su par de piernas separadas en el aire, las manos que las sostenían levantadas, pero todavía así, Alicia aguantaba inmóvil para hacerle un gran escándalo a este pendejo.
Quien ignoraba que en cualquier momento caería la caja sobre él, atrapando al pajarito mientras comía sus migajas.
Hugo no se resistió al ver la papayita abierta, quería probarla de nuevo, así que se inclinó con mucho cuidado, manteniéndole las piernas abiertas y separadas, abrió la boca sacó su lengua, metiéndole una tremenda mamada en el bizcochito.
La pelirroja sintió la lengua caliente cuando le metió una mamadota desde su pequeño fundillito, hasta besar y jalar con sus labios el rico clítoris, haciéndola estremecer de placer de pies a cabeza, era una deliciosa mamada de bizcochito la que le estaba dando.
El hijo de puta mamaba divino todo el bizcochito. La sirvienta ya no aguanto más, esta vez sin quererlo ella soltó un débil quejido: - ¡Ah! -
Hugo al escucharla solo se quedó muy quieto, sosteniendo la respiración por un instante, mirándola dormir sin moverse.
-Esta pinche puta está bien perdida. -
Pensó metiéndole enseguida y sin más pensarlo otra buena mamadota de panochita, desde abajo hasta el clítoris, dándole un pequeño jaloncito con sus labios.
- ¡Ah! -
Se quejó otra vez Alicia, que sentía deliciosa la mamada de bizcochito. Sin inmutarse más, al ver que la sirvienta no se despertaba para nada, le metió mamada tras mamada en el
bizcochito, algunas veces tronando la boca, ella al sentir tan delicioso muy despacito comenzó a caderear.
- ¡Ah! Alejandro... Ale... ¡Ah! -
Dijo Alicia entre murmullos y suspiros. Ya no aguantó la delicia de mamadas que le estaba metiendo Hugo en su bizcochito, que ya la puta pedía a gritos la gruesa vergota que el hombre se cargaba. Hugo se quedó quieto, pensaba que la sirvienta tal vez soñaba con algún amante.
Ahora Hugo se enderezó, pensando que era hora de cogérsela, así que, con su mano derecha se agarró su tieso garrote que ya estaba bien duro, mojado y excitado, se la colocó en la entrada de la pequeña papayita,
sintió muy caliente los labios vaginales, ya también estaba muy mojada la rica panochita, le dio tres pequeños empellones con el garrote,
abriéndose camino la gruesa cabeza en la papayita, sacándole unos quejidos más altos de placer a la sirvienta.
- ¡Ah! ¡Así! ¡Alejandro! ¡Ah! -
Alicia sintió delicioso entrar en su panochita tremendo garrote, apretó los dientes para no gritar de gusto ante el grosor de la reata, que se hundía más cada pulgada sin detenerse en su bizcochito.
Estaba hirviendo la pequeña cuevita, su vocecita de la sirvienta lo calentó más, metiéndole solo seis pulgadas de grueso y duro garrote en el pequeño bizcochito.
- ¡Ah! ¡Que rico! ¡Alex!... -
Hugo sacó casi la punta de su garrote de aquella pequeña papayita caliente, solo para hundírsela hasta donde pudo, casi once pulgadas le abrieron el bizcochito, se echó para atrás cadereando y bombeo de nuevo, una y otra vez esa papayita estaba bien apretadita.
La sirvienta no se contuvo ante la embestida de la gruesa vergota, ahora se quejaba de puro placer en un tono más alto: - ¡Ah! ¡Más!... ¡Más! ¡Ah ¡Dame más! -
Ese grueso garrote le llegaba hasta el ombligo. Este hijo de su puta madre no bajaba ni un momento el ritmo en sus empellones, sus ojos ya se habían acostumbrado a la tenue luz, y ya veía muy bien todo, como los dos grandes senos se le movían en cada empujón que él le daba a la sirvienta.
Alicia a pesar de que gozaba de esta cogida, decidió que ya era tiempo de que quitara el palito, y "el pájaro " quedara atrapado dentro de la caja, decidió que era hora de "despertarse", así que la muy puta quejándose le expresó: - ¡Ah! ¡Alex jode por mi fundillito! ¡Ah! ¡Mi fundillito!
¡Ah! ¡Dame! ¡Ah! -
El escuchar estas palabras, le causó escalofrió a Hugo. Quien ya sentía la leche en la punta, esta pinche perra estaba deliciosa, apretaba muy rico esa panochita, pero estaba ella tan caliente que ya pedía por el culito el grueso garrote.
Ahora sin esperarlo para sorpresa de Hugo, mientras le metía y sacaba su garrote, levantó la cara la sirvienta abriendo sus ojos, ella enseguida colocó los codos en el colchón, enseguida giró su cara de derecha a izquierda, haciéndose la desorientada después miró hacia Hugo diciéndole:
- ¡Ah! ¡Así! ¡Así!... y... y. ¿Y tú quién eres? -
Como buena actriz que era, puso cara de sorprendida la muy puta desvergonzada. "El pájaro" cayó en la trampa, la caja había caído sobre Hugo sin dejarle la salida, el drama estallaría.
El licenciado le dio otro empujón dejando todo el grueso garrote hasta adentro de la apretada papayita, ante la pregunta de la pelirroja paró en seco de caderear, ya estaba con la leche en la mera punta, les juro que tres empujones más y le batía todo el mojado bizcochito a la sirvienta.
-Yo... soy yo, Hugo no te espantes Alicia... no te espantes, soy Hugo. -
Le contestó en tono bajito el hijo de la chingada, quien con sus dos manos le sostenía las piernas abiertas, mirándola a la cara con los ojos bien abiertos y dilatados.
- ¡Oh! ¡Dios mío! ¿Qué me estás haciendo? ¿Qué me haces? ¡Esto no puede ser! -
Le preguntó la sirvienta haciéndose la sorprendida, mirando para todos lados de la recámara, como si estuviera muy confundida. Mientras en tono bajito escuchaba que Hugo le decía: -No te enojes Alicia escúchame, me gustas mucho, entre en tu recámara y no me contuve, te moví y no despertaste para nada. -
- ¿Me estas violando? ¡Hijo de tu puta madre! ¿Me metiste tu pinche garrote? -
Gritó Alicia poniendo cara de enojo.
-Cállate, cállate. Shu, baja la voz por favor. -
Suplicó Hugo en voz baja, con miedo miraba hacia la puerta de la recámara, esperando que alguien entrara encontrando a los dos encuerados, y con su garrote adentro de la panochita de la sirvienta.
- ¿Que me estás haciendo cabrón? Mira como me tienes con las patas para arriba, y.... y... ¿Mi tanguita? ¿Tú me quitaste mi tanguita? -
Reclamó la sirvienta haciéndose la digna. Las piernas seguían aún abiertas y sostenidas por las manos de Hugo, y su grueso garrote seguía todavía bien clavado en el pequeño bizcochito, que ya no se podía cerrar con tremenda vergota dentro de esta.
-No grites Alicia, por favor. Shu... te va a oír Graciela... shu... shu. -
Volvió a suplicar Hugo en voz baja, mirando espantado hacia la puerta de la recámara, como esperando que ahora se abriera de sopetón.
- ¿Que no grite? Y ¿Qué quieres que haga? Entras a mi cuarto me quitas mi tanguita me levantas las piernas, pones mi culito en la orilla de la cama, y me coges a tu pinche antojo pendejo. ¿Qué quieres que haga? Dime. ¿Qué quieres que haga? -
Protestó la sirvienta, pero ahora bajando la voz. Alicia en la obscuridad miraba a la cara a Hugo. Quien se veía ya espantado, la pelirroja sabía que era hora de negociar, porque ya lo tenía bien agarrado de los huevos, esto era algo que ella todavía no planeaba y ya lo tenía sin salida, ahora lo escuchó en voz baja decirle: -Siempre me has gustado Alicia, por eso acepte que trabajaras aquí. -
- ¡Ah! Mira que detalle, me querías a dentro de tu pinche casa, para cogerme a tu pinche antojo, eres un degenerado, un puerco, un pinche depravado de mierda, eres un hijo de tu puta madre. -
La sirvienta sintió como del susto, el garrote de Hugo perdía fuerza y se iba bajando dentro de su panochita.
-No..., no hagas escándalo shu... shu por favor, Alicia mira, te compensaré. -
Comentó Hugo mirándola a los ojos, con una cara de súplica. Mientras su grueso garrote seguía dentro de la caliente panochita.
Ahora era tiempo para que la sirvienta se justificara, y no se viera tan puta o descubierta en su trampa, del porque lo dejó hacer todo hasta donde llego Hugo, porque su garrote todavía estaba bien ensartado,
entonces le expuso: -Me tome unas fuertes pastillas, porque me punzaba la cabeza de los moretones que tengo en la cara, confié de mi privacidad, dices que somos ya una familia y cuando recobro el pinche sentido, me estas cogiendo mi bizcochito, eres un pinche abusivo Hugo, si no lo has notado aún tengo tu pinche garrote bien metido en mi bizcochito. -
El licenciado la escuchaba, giraba su cara mirando hacia la puerta, con miedo que esta se abriera y apareciera su esposa, así que le pidió: -Baja la voz Alicia por favor... tú decías que te diera más y más...-
-Pues creí estar soñando con... con alguien, pero mira abro los ojos y.... y hay un pinche violador en mi cama, estas si son chingaderas... yo confié en ustedes... -
-Perdóname Alicia, si aceptas no decir nada yo haré lo que sea, lo que sea... pero no grites. Shu, no grites se enterará Graciela... shu. -
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LAS CARTAS DE EL CLUB 69 DE ARIES. LA SIRVIENTA.
Ficción GeneralDespués de terminada la novela erótica titulada: NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el ca- mino a la perdición. Ahora solo queda leer, estas historias eróticas tituladas: Las cartas de EL CLUB 69 DE ARIES. En donde las personas dan su punto d...