7: Arte inverosímil.

834 120 145
                                    

—¿Por qué tengo que acompañarte? —preguntaba Chittaphon mientras bajaba las escaleras con su alfa detrás.

Johnny rio al escuchar, de nueva cuenta, aquella misma pregunta que el menor no había dejado de hacerle desde que le dijo que asistirían juntos a una de las fiestas que sus amigos harían en casa de Lee Taeyong.

—Porque eres un buen novio, amor, por eso —respondió el rubio con la misma calma de siempre. El tailandés que caminaba frente a él bufó poco contento con la respuesta.

Ten no había estado de acuerdo en ningún momento con hacer aquello, pero tampoco había podido hacer demasiado ante las dulces peticiones de su destinado. Lo había convencido con un par de lindas palabras y besos aquí y allá que siempre le hacían cosquillear el estómago, así que ahora se encontraban en aquella situación; sábado por la noche y ambos estaban listos para salir de casa, bien arreglados y poco preparados para lo que sea que les esperara en aquella fiesta.

Cuando el omega había conocido a aquel alfa de labios bien delineados, de inmediato supo que era alguien de cuidado, alguien a quien no debía confiarle su corazón ni sentimientos sino quería resultar gravemente herido, pero su mente parecía haber entendido totalmente lo contrario, ignorando las advertencias que se iba encontrando en el camino que lo guiaban hasta los brazos de aquel chico. Quizá fue la sinceridad de Johnny lo que le hizo caer rendido, o sus grandes ojos avellana y su suave cabello con un olor tan peculiar que no había encontrado en nadie más. Lo había sentido desde un inicio, pero se negaba a aceptarlo por el miedo que el pasado del alfa le provocaba; el lidiar con una antigua adicción a las drogas siempre sería difícil y una carga con la cual caminar por siempre, pero al final decidió confiar en Suh, en la honestidad brillante de sus ojos y en la serenidad de su rostro.

Al final del día no parecía haberse equivocado.

Johnny no era el alfa perfecto de novela, pero Ten sabía lo mucho que se esforzaba para ser alguien bueno y seguirse alejando de lo que su vida fue en el pasado.

Así que sí, Chittaphon siempre había sido débil ante los deseos de su alfa, por eso simplemente no hacía más que bufar y cruzarse de brazos al verse en la necesidad de complacer al mayor. En todo eso siempre iba incluido el tener que soportar el ver a sus amigos, todos esos tipos que jamás le habían dado buena espina y que le caían mucho peor que solo mal.

—Papá, nos vamos —fue Johnny el que alzó la voz para que el padre del tailandés le escuchase y se acercara a ellos.

—Saben que la puerta se cierra a la media noche —respondió el alfa de la familia. Se plantó frente a su hijo y su novio y los miró de manera estricta.

—Aquí estaremos sin problemas —prometió el rubio. La dura expresión del señor Lee se suavizó cuando sus labios se curvaron en una sonrisa. Confiaba en que Suh cuidaría bien de su cachorro.

—¡Vámonos antes de que Tern insista en querer ir! —exclamó el omega con una fuerte risa. Johnny lo imitó y salieron casi corriendo de la casa como si fueran niños pequeños.

Ambos llegaron hasta el auto del mayor en donde Johnny abrió la puerta por él y le dejó subir. Rodeó rápidamente el auto y lo puso en marcha cuando ambos estuvieron dentro. El camino hasta el hogar de Taeyong no era demasiado largo, mucho menos cuando lo único que el omega deseaba era jamás llegar. El viaje le resultó ridículamente corto, parecía que apenas y habían dado la vuelta a la manzana de su casa.
No era la primera vez que el tailandés visitaba aquel lugar o que asistía a una de esas fiestas, pero aún así no lograba sentirse cómodo con la idea. Los amigos de su novio siempre habían sido groseros con él, ni siquiera le gustaría imaginar cómo serían las cosas si Johnny no estuviera para defenderlo de alfas descerebrados como aquellos.

Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora