18: Infinitamente roto.

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Los olores le desagradaban. Odiaba estar allí metido, pero no tenía más opción que hacerse cargo de sus malditas estupideces y hacerle frente a lo que sea que viniera. Apretó la mandíbula con tanta fuerza que sus dientes rechinaron, el imponente alfa sentado a su lado movió las orejas en señal de estar al tanto del más mínimo detalle que sucediera a su alrededor. Yuta se sentía irritado y Taeyong lo sabía claramente.

-Sonríe -le susurró tan despacio que Yuta y apenas le escuchó. El japonés gruñó e hizo una mueca.

-¿Me quieres explicar qué demonios hacemos aquí? -cuestionó molesto. El alfa con aroma a fuego rio.

-Tu deber por hoy es ser lindo, Yuta, así que si quieres salir en una pieza sonríe y bébete el jodido whiskey -espetó Taeyong sin dejar de sonreír. Nakamoto odiaba todo el misterio que se esforzaba por mantener el mayor. Gruñó desde su interior, su lobo estaba inquieto, sabía que no era seguro estar allí.

Tomó el vaso enano que tenía frente de sí en aquella mesa de centro, movió un poco el recipiente de cristal y bebió de él, disfrutando del líquido amargo y helado. Observó el lugar a su alrededor, pensando en que aquella sala era de lujo, seguramente el dueño era algún maldito millonario que se llenaba los bolsillos con negocios ilegales y crueles justo como los de Lee Taeyong. Suspiró de nueva cuenta y se terminó de una el líquido del vaso que le habían entregado justo cuando llegó junto al otro alfa.

Las puertas de madera alta se abrieron frente a ellos, Taeyong se levantó del sillón de cuero y jaló de la camisa a Yuta para que lo imitara, de mala gana se levantó y tomó la misma postura que el mayor. Frunció el cejo al ver a tres mujeres entrar por aquellas inmensas puertas: eran altas, esbeltas y sumamente hermosas. Vestían vestidos de seda con botas altas y de colores oscuros. Sus figuras eran perfectamente proporcionadas y los rasgos de sus rostros delataban que no eran asiáticas en su totalidad. Yuta recuperó la compostura tras unos segundos, dándose cuenta que se había quedado ensimismado en la belleza aturdidora de aquellas misteriosas mujeres. Taeyong les sonrió y se acercó rápidamente a ellas, saludándolas con un beso en cada mejilla y después un corto abrazo. La escena hizo sentir incómodo a Nakamoto, pero se quedó quieto y en silencio en su lugar, dándose cuenta de los seis hombres que también entraron a la habitación detrás de las jóvenes mujeres y cerrando las puertas cuando el último gorila* entró.

-Mis queridas chicas -habló Taeyong sin dejar de sonreír-, tan bellas como la última vez que las vi.

-Lee Taeyong, debo confesarte que tu última llamada me ha llenado de gratificación.

Había dicho una de ellas.

—Lucy, es un placer responder a tus peticiones.

-Me gustan los cachorros obedientes -dijo la mujer de nombre Lucy-. ¿Y él?

La atención por fin fue dirijida para el otro alfa. Taeyong corrió a su lado, por un segundo Yuta pudo ver el miedo en aquellos ojos que parecían no conocer la debilidad y la vulnerabilidad.

Nakamoto en ese preciso momento supo que no podía jugar en aquella situación. Aquellas mujeres debían ser algo descomunal como para que el mismo Lee Taeyong le mirara de aquella manera.

-Este es Nakamoto Yuta -le presentó y Yuta hizo una reverencia ante ellas. Las tres chicas no dejaban de mirarlo- y ellas son Lucy, Olivia y Diana.

«Nombres extraños, no me gustan» pensó el lado lobo de Yuta, pero tuvo que ignorarlo para comenzar a sonreír lo mejor que pudo.

-Siempre traes tesoros exquisitos, Tae -dijo la que Taeyong había presentado como Olivia. Las otras dos chicas rieron ante el comentario de la pelirroja; Lucy era pelinegra y Diana rubia.

Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora