1: Un omega entre dos alfa.

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-Eres mía, Karin -habló Haku mientras sostenía las mejillas sonrojadas de la que, estaba seguro, era su omega destinada.

-¿Cómo puedes estar tan seguro? ¡No venimos del mismo mundo! -exclamó la chica mientras dejaba caer un par de lágrimas desde sus ojos-. Tú vienes de una familia de exitosos y ricos empresarios y yo... ¡Yo solo soy la hija de unos simples bibliotecarios! Tu familia jamás me aceptará, es mejor que olvidemos lo nuestro...

-No, Karin, Haku está dispuesto a dejar todo por ti -susurró Sicheng al filo de su sofá en la sala de su hogar, tenía una frazada sobre todo su cuerpo que le cubría del frío que hacía-. ¡Tú también lo amas, no la hagas!

La chica del dorama japonés se retiró del toque de su amor prohibido e intentó irse de aquella mansión que servía como el hogar de Haku, pero antes de que pudiera dar un paso siquiera, el japonés de larga estatura jaló la mano de la chica para que regresara a su lugar sobre su pecho. Karin intentó protestar, pero el más alto no la dejó y comenzó a besarla sobre sus finos labios.

Las manos de Sicheng llegaron hasta su boca, tapándola mientras soltaba un chillido de emoción por la escena que estaba presenciando. Siempre era su momento favorito. Después de treinta y tres capítulos, por fin la pareja principal estaba teniendo un gran avance, Sicheng solo esperaba que...

-¡Muérdela, carajo! -gritó el chino con desesperación. Escuchó un regaño de su madre desde la cocina-. Perdón.

-Te amo, Haku -murmuró la japonesa después de separarse pocos centímetros de la boca de su amante-. No sería capaz de permitir que dejes todo por mí.

-Eres lo único que me importa -habló el japonés-, nada tiene sentido si no estamos unidos... ¡Nacimos para estar juntos!

-Las almas predestinadas son un cuento infantil...

-¡No, sé que tú no crees eso! -exclamó Haku con desesperación. Estaba torpemente enamorado de esa omega. Sicheng soltó un suspiro-. Tú y yo lo sentimos... Nuestros lobos aullan con pesar cuando estamos lejos... Mueven su rabo cuando nos sentimos cerca... Tu olor me llama como el mío a ti...

Ambos japoneses comenzaron a derramar pequeñas lágrimas casi invisibles, pero que estaban allí para demostrar lo fuerte de sus sentimientos. Habían nacido para estar juntos, ninguno de los merecía morir por culpa de la presión social que los quería mantener lejos y obligados a vivir una vida infeliz e incompleta. El alfa retiró el cabello castaño que caía a cada lado de la cabeza de la omega, dejando libres las hombreras de ese abrigo gris que tenía perfectamente colocado y abotonado. Se miraron a los ojos, conectando sus pensamientos y los latidos de su corazón. Ambos personajes lo querían, los espectadores desesperados también. Ya no había nada más que pensar.

-¿Puedo? -preguntó el hombre con paciencia en la voz. Esa era la mayor virtud de Haku: siempre había sido amable y comprensivo a pesar de todo lo que tenía a su alrededor para disfrutar y de lo mal que sus padres habían intentado criarlo.

Karin lo dudó, sus ojos bailaban sin poder dejar de ver a ese hombre que era dueño de su corazón. Ella lo sentía tanto como él, pero tenía miedo. Miedo de arruinar todo y que no pudieran lograrlo y al final terminar con un lazo roto, pero no quería seguir pensando y seguir huyendo como había estado haciendo todo ese tiempo. Confiaba en que su alfa la protegería y no dejaría que su amor muriera de buenas a primeras. Era momento. Asintió despacio, pero no soportó más y descubrió su blanquecino cuello, dejando toda libertad para que el mayor lo hiciera y por fin la marcara.

Haku se inclinó en el cuello de la omega y aspiró ese aroma a algodón de azúcar que siempre le parecía lo más dulce y adictivo de entre todas las cosas que jamás había conocido. Abrió su dentadura y dejó que sus colmillos crecieran y sus dientes tomaran esa fuerza natural que solo aparecía en los momentos indicados. Posicionó sus dientes sobre la curvatura del cuello, y tras cerrar sus ojos con alivio, abrió la delicada piel y bebió de ese líquido rojizo que sabía a metal y fierro. La omega gimió por el dolor y el placer que sentía por por fin sentirse ligada a ese hombre que siempre deseó y soñó.

Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora