3: Japonés rebelde.

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La respiración poco a poco iba regulándose, pero aún podía percibir ese aroma a planta que poco a poco iba agradándole, pero que aún le ponía un poco nervioso. Subió las escaleras después de dejar su bolso en el piso de la entrada y quitarse sus zapatos de deporte. Tocó la puerta de madera café que pertenecía a la habitación de Kunhang y esperó a que respondiera, pero no escuchó nada proveniente del otro lado. Chascó la lengua y abrió la puerta sin más, llevándose la sorpresa de no encontrarlo allí, la habitación estaba vacía.

Del bolsillo de su pantalón sacó su teléfono y marcó al número de su hermano, esperando que al menos atendiera su llamada. Después de cinco timbres, por fin contestó.

¿Bueno? —escuchó la voz de su hermano menor.

—Hay un tipo buscándote —le dijo.

¿Quién?

No lo sé, Hendery, no es como que conozca a la gentusa con la que te juntas —le dijo un tanto agobiado, escuchó la risa de su hermano del otro lado de la línea—. Venía llegando y lo encontré sentado afuera, tiene cabello gris y un olor fuerte a melisa.

Oh... Sí, sé quien es, dile que se largue y que después yo lo busco.

—¿En qué andas metido, Dery? —preguntó un poco temeroso.

En nada, en serio. Es amigo de Doyoung y lo ha integrado hace poco al grupo.

—Claro, como sé siquiera quien es Doyoung.

El novio beta de Jungwoo —respondió Hendery, ahora Sicheng logró reconocer ese nombre—. El chico que me busca es Yuta, un japonés rebelde que no tiene mucho de haberse mudado aquí.

—Bien, no tardes en llegar. Le diré que no estás.

Colgó la llamada y volvió a guardar su móvil. Tras un largo suspiro, se armó de valor y bajó las escaleras rápidamente para poder salir y hacer que ese chico se fuera. Logró percibir de nueva cuenta aquel aroma, pero ahora ya no le sofocaba la nariz, tampoco le fatigaba o hacía doler la cabeza, más bien se estaba convirtiendo en algo soportable e incluso agradable. Abrió la puerta un poco temeroso, nervioso de volver a encontrarse con aquella mirada que sentía le atravesaba hasta el cráneo. Salió y bajó los pocos escalones del porche, pero no logró ver al chico que había dejado allí parado minutos atrás. Caminó un poco más, acercándose a la reja de metal que rodeaba su casa.

—¿Y bien? —escuchó aquella voz grave. Dejó salir un escandaloso grito por el susto que aquello le había provocado, logrando que Yuta soltara una carcajada por su maldad recién hecha.

Sicheng se giró rápidamente y se encontró con aquel alargado rostro de una tez casi blanquecina. Los rostros de ambos quedaron a centímetros de distancia, una no tan prudente para un omega y un alfa que apenas y habían cruzado unas cuantas palabras. El chino se alejó unos cuantos pasos hacia atrás, intentando no demostrar lo incómodo que se sentía en esa situación, aunque aquel japonés podía sentir lo que el menor pensaba.

—Dios mío —murmuró Sicheng desviando la mirada, con sus brazos rodeó su propio cuerpo en simulación de un abrazo.

—¿Y el imbécil de tu hermano? —preguntó ignorando el casi ataque cardíaco del chino.

—No está, le llamé y me pidió que le dijera que él después lo buscará —respondió intentando con todas sus fuerzas el no atragantarse con sus propias palabras o titubear.

Pero hiciera lo que hiciera, Sicheng no podía dejar de verse como un lindo e inocente omega indefenso para ojos de aquel alfa de piel lechosa y rostro encantador, pero que ocultaba demasiado por detrás.

Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora