12: Amar es de valientes.

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Alguien alguna vez se lo había dicho, en algún lugar logró escucharlo de alguien que había vivido mucho y hasta antes de que todo se conformara en un inmenso caos lo creía como una verdad a medias. Pero en esos momentos comenzaba a entender un paso más allá de ese lado que no todos son capaces de logrará vivir, ese lado que las películas románticas no te exponen realmente porque jamás te logran hacer sentir ese inmenso dolor que el amor puede llegar a causar.

Amar era solo para valientes.

Realmente así lo era. Se necesitaba de mucho para poder amar realmente a alguien.

Sicheng había caminado sintiéndose como un ciego, dejándose guiar solamente por sus instintos y por la energía de su propio cuerpo. El enojo no lo dejaba pensar con claridad, tampoco quería detenerse a pensarlo porque sabía que se daría cuenta de todo lo mal que estaba haciendo. Logró guiarse por el aroma a melisa que sentía incluso con la distancia, dejó que su lobo olfateara desde su interior y de repente se encontró frente a una pequeña casa que no reconocía ni que jamás había visto hasta ese preciso momento. La vivienda era amplia y de un solo piso, las paredes estaban pintadas de color blanco y la única puerta de entrada era de metal café. La música se escuchaba un poco fuerte, pero no lo suficiente como para molestar demasiado a los pocos vecinos que había. Las dos ventanas que adornaban el frente estaban cubiertas desde dentro con cortinas blancas, pero a pesar de ello pudo darse cuenta que las luces de adentro iluminaban en una tonalidad rosada y tenue.

«Aquí está. Él está allí dentro» pensaba su animal con desesperación. Fue el mero impulso primitivo que lo obligó a acercarse a la puerta e intentar tocar, pero cuando su puño golpeó el metal la puerta se entreabrió, dejando escapar el ruido que había dentro.

El omega la abrió lo suficiente para poder entrar. Se encontró con el recibidor vacío y a oscuras, pero de inmediato dedujo de dónde provenían las voces y el ruido de la música. No se molestó en quitarse su calzado, simplemente entró e intentó caminar en silencio, esperando que nadie se diera cuenta de su presencia en un lugar donde no había sido invitado y en donde nadie lo conocía. El ambiente apestaba a miles de aromas combinados. Sicheng sentía que podría vomitar por aquel olor tan fuerte y desagradable, pero aún así siguió caminando con la espalda un poco corva por la inseguridad que le albergaba el estar allí. Se sentía como si estuviese atrapado en una pequeña habitación sin ventanas, sin poderse mover demasiado porque el espacio era pequeño. Su respiración era errática y muy en el fondo tenía miedo. Sus lágrimas habían dejado de caer desde que dejó a su familia atrás y con una confusión incomparable, pero aún así se seguía sintiendo como una completa basura al estar buscando lo que más debía dejar bajo tierra.

Era ridículo lo que estaba haciendo, solo en esos momentos fue capaz de darse cuenta. Su omega anhelaba al alfa que le había destrozado el corazón, no podía evitar dejar de amarlo y sentir la inmensa necesidad de tenerlo cerca, sentir su olor y permitirle que lo hiciera suyo. Sicheng anhelaba el amor que Yuta podía darle, pero seguía siendo un reto el entender porque para el japonés era tan difícil corresponderle.

Quería convencerse que quizá Nakamoto sí lo amaba de una manera diferente; más dolorosa; más masoquista; más egoísta.

Era aquello que había estado buscando sin un rumbo y sin una razón exacta. Amaba a Yuta porque su omega estaba convencido de que se trataba de su alfa y si el estar con él implicaba el luchar una dura guerra de tropiezos y rupturas lo haría.

De repente sintió una presencia detrás de su cuerpo, una fría nariz que aspiraba el aroma que la piel de su cuello desprendía, ese olor a miedo y melaconlía que volvería loco a cualquiera, aún más si se trataba de aquel hombre.

—Sabía que vendrías —le susurró sobre la curvatura de su cuello en donde plantó un beso húmedo.

—Vine a partirte el culo —respondió rebelde. La risa de Yuta sobre su piel le hizo erizarse como un cordero desprotegido ante un hambriento lobo.

Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora