Frustración, un conjunto de sentimientos que aparecen tras un deseo o ilusión incumplida. Todo el mundo tiene herramientas que permiten soportar la frustración y todo lo relacionado a ella, pero justo en ese momento, Sicheng sentía que no podía más.
No entendía su repentino mal humor, su irritabilidad estaba por los cielos y nada le sentaba bien. Absolutamente nada. Fue una mañana en particular donde el mundo comenzó a darle vueltas, su estómago estaba completamente revuelto apesar de estar en ayuno y el impacto de su cuerpo contra el duro suelo apenas y fue significante. Había vomitado en todo el suelo de su habitación, incluso su alfombra estaba un poco sucia. Comenzó a llorar al ver todo el desastre delante suyo, el sentir su cuello húmedo por los restos del líquido caliente y sus manos empapadas y sucias.
Kun había llegado corriendo al escuchar todo el ruido, encontrándose con un escenario que antes de darle asco, le dio miedo. Miedo porque Sicheng tenía el estómago más fuerte que conocía y desde que era apenas un niño de siete años es que había vomitado por última vez.
—Deberíamos ir a urgencias —dijo el hermano mayor. Sicheng lo miró a través del espejo del baño mientras lavaba su boca y rostro.
—No es para tanto, solo me alteré un poco al estar vomitando, pero simplemente mi cuerpo rechazó la cena —dijo sin muchos ánimos. Había dejado de llorar en el momento en que Kun le levantó del piso y su madre llegó asustada, diciéndole que ella limpiaría el desastre.
El alfa le miró inconforme, pero en realidad Sicheng no se mostraba enfermo o decaído, así que decidió creerle e irse de la habitación, dejando a la mujer omega y al chico solos. El menor salió del baño y ayudó a su madre a limpiar, sacaron la alfombra blanca y la dejaron en el pasillo, Sicheng no quería volver a verla en toda su vida. El piso de madera volvió a ser brillante y el olor a vómito había desaparecido tras abrir la ventana y esparcir aromatizante por el lugar. Se dejó caer sobre su cama aún desecha y amó el sentimiento que le producía un sábado sin pendientes o deberes por hacer. Su madre se paró al borde de la cama, con ese característico semblante de preocupación sobre su rostro. La mujer omega no vivía tranquila desde el momento en que se convirtió en mamá. Sicheng abrió los ojos y la miró. Se veía incluso más preocupada que de costumbre.
—¿Pasa algo? —preguntó curioso. Ella apretó sus labios en una mueca.
—No, hijo. Solamente quiero saber si todo está bien, amor —dijo la mujer de cabellos castaños como el chocolate amargo. El omega se asustó ante la pregunta—. Puedes hablar conmigo sobre lo que sea.
Sicheng en realidad era demasiado distraído para entender el propósito de aquello que su madre decía. El menor dio un bufido, haciendo un ademán con la mano, restando importancia a lo sucedido en esa mañana. Aseguró que nada pasaba, que el mundo seguiría girando sin problemas por haber vomitado y sentirse mal durante unos cuantos momentos.
El mundo iba a ser el mismo. Pero su vida no.
Observó la prueba de embarazo. Cerró los ojos con una fuerza innecesaria y la volvió a mirar, encontrándose con el mismo desastroso resultado.
Positivo. Un resultado positivo, pero que era totalmente negativo en esos precisos momentos.
Jadeó frustrado... asustado... conmocionado... sintiéndose como si el mundo entero dejara de tener sentido y nada valiera ya la pena. Su vida comenzaba a reducirse a un destino que jamás planeó o deseó. Porque era eso.
Él no deseaba eso que crecía en su vientre.
Salió del cubículo de aquel baño de su facultad, metió de mala gana aquel pedazo de plástico dentro de su mochila y abrió el grifo del lavabo para lavarse las manos. Se apoyó a cada lado del lavabo, dejando correr el agua y escuchando el ruido de fondo. Se miró a los ojos y encontró dos orbes oscuros llenos de brillo y luz. Se sentía jodidamente mal, jodidamente asqueado y solamente podía pensar en que eso que crecía a sus extensas quería matarlo en su interior, revolviéndole los intestinos y rechazando todo lo que ingería. Habían pasado tres semanas desde aquella mañana donde las cosas dejaron de ser normales. Había pasado días enteros intentando recomponer su vida; volver a tener energías para bailar, para asistir a clases... Pero de repente todo eso lo tenía perdido. Siempre tenía hambre, pero en el momento en que comía algo, lo devolvía un par de horas después en forma de asqueroso vómito. Siempre estaba cansado, lleno de sueño y de un genio de perros. Nadie a su alrededor le tomaba importancia, incluso su padre le había dicho que eran síntomas de un celo próximo y que debía de comenzar a tener cuidado y tomar precauciones.
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Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))
RandomUn lazo. Una marca, eso era lo único que Sicheng soñaba mientras veía sus doramas favoritos. +18 ✨ #4 - Yuwin 30.12.2020 ✨