16: El peligro que albergan tus ojos.

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—Si no me explicas lo que está pasando, no podré ayudarte —susurraba el beta con cuidado, la mirada que su mejor amigo le daba lo preocupaba totalmente.

—Perdí.

Nada de lo que el alfa decía tenía sentido para Doyoung.

—Puta madre, Nakamoto, déjate de rodeos y habla claro —dijo perdiendo la paciencia. Yuta, por primera vez desde que había llegado, lo miró directamente a los ojos.

—Perdí bajo mis propias reglas del juego, Kim... Yo... Yo me enamoré de él —susurró con sigilo, con vergüenza sobre sus sentidos, pensando en que era el verdadero colmo.

—Es una broma —aseguró el menor, el alfa negó levemente con la cabeza.

¿Y ahora qué seguía?

Doyoung soltó una risa amarga, no podía seguir mirando a Yuta. No podía creerlo.

—Doyoung —le habló con la suavidad que no era característica de aquel imponente alfa.

El beta volvió su mirada sobre él. Entre abrió ligeramente sus labios por la sorpresa de ver a Nakamoto en aquella situación; sus ojos brillaban como cristales a causa de las lágrimas que contenía al filo de sus lagrimales, quizá reteniendo un sinfín de emociones que eran como un mar en alerta roja, ese que prometía ser un desastre al primer intento. Doyoung se preocupó, jamás pensó vivir lo suficiente para ver aquella imagen sobre Nakamoto Yuta.

En ese momento comprendió que ya nada volvería a ser lo de antes. Bueno o malo debía afrontar los cambios, solamente esperando que no fuera tan difícil para el alfa.

Aunque sinceramente no tenía ni idea.

—No es... No es para tanto, Yuta, al menos ya has sido capaz de aceptarlo en voz alta, ahora ya no hay marcha atrás...

La rígida voz del mayor lo interrumpió.

—No lo entiendes.

Doyoung lo ignoró y siguió hablando, pensando en que entendía perfectamente a lo que se refería y a lo que sentía.

—Dícelo a Sicheng, entrégate a él y dile que estás dispuesto a luchar por él, a enmendar tus errores y hacerlo tu ome...

¡No lo entiendes, Kim! —gritó usando su voz de mando. Doyoung no se inmutó, solamente se quedó en silencio y observó con recelo al de casta, socialmente, superior a la suya. Se cruzó de brazos y esperó a que Nakamoto se tranquilizara, pero para ese momento las lágrimas de aquellos ojos tan profundos como el mismo mar rodaron cuesta abajo.

El corazón de Doyoung se sintió incómodo.

—Me he metido en dónde no debí y ahora no hay marcha atrás.

Doyoung permaneció en silencio, deseando estar equivocado sobre lo que creía era la raíz de aquella situación tan extraña.

—Ni para Sicheng, ni para mí.

Doyoung estaba en lo correcto. Nada volvería a ser como antes.

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Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora