-Estás jugando con fuego, Nakamoto.
Se escuchó la voz de Kim Doyoung por la pequeña sala de estar en donde se encontraban. Yuta levantó su vista de la botella de cerveza que sostenía entre sus dedos. Observó en silencio al beta que tenía al frente y rápidamente sonrió, adornando su expresión con una sonrisa procaz. La expresión de Doyoung no era ni un poco de divertida con comparación a la suya. El japonés bufó y puso los ojos en blanco, no entendía porqué todo el maldito mundo le tenía tanto respeto a un niñato como Hendery.
-Lo sé -respondió sin más ánimos de seguir hablando.
Se encontraban en la sala de la casa de Jungwoo, el novio omega de Doyoung. Había sido extraña la manera en que aquellos tres terminaron siendo mejores amigos que cualquiera de los demás chicos que conformaban al grupo. Sin duda la culpa había sido de Jungwoo al caer rendido ante los pies de un beta tan analítico e inteligente como aquel surcoreano, aunque Yuta sospechaba que el amor convertía igual de idiota a todo el mundo.
Doyoung y Yuta se habían conocido en el campus de su universidad, después de una de las dos clases que compartían juntos a pesar de no llevar la misma licenciatura. Al principio su relación no iba más allá de compañerismo, saludarse con ademanes de cabeza por los pasillos y conversar un poco mientras esperaban que el profesor de la asignatura llegara. A Yuta no le agradaba mucho recordar la manera en que su amistad llegó de un momento a otro a ser tan cercana y personal, no soprepasando ningún límite más allá, pero sí conociendo cosas uno del otro que mantenían en secreto frente al mundo entero. Si el japonés tuviera que relatar aquel suceso que los obligó a ser amigos, diría que simplemente había sido una mala jugada de la vida sobre el tablero.
Recordaba bien que era un día nublado, algo común en Seúl cuando las tormentas de nieve amenazaban con cubrir toda la ciudad, pero eso era algo de lo que Yuta no era del todo consciente. El motor de su auto había muerto por completo, dejándolo tirado en el momento más frustrante de su vida. Necesitaba salir de la ciudad con urgencia pues una llamada telefónica le había obligado a abandonar sus dos últimas horas de clase y buscar salir corriendo hasta una de las ciudades cercanas. Pensaba en llamar a un taxi e irse de inmediato, no le importaría pagar lo que sea con tal de llegar a ese lugar. Estuvo a punto de pedir el servicio a través de su teléfono cuando alguien lo llamó desde su hombro y con el enojo recorriéndole el cuerpo entero se giró y se encontró con el sonrojado rostro de Doyoung a causa del frío.
Fue difícil que Nakamoto aceptara el aventón que el menor quería darle como favor. Yuta no quería que nadie lo acompañara, no a ese lugar que era tan especial e importante para él. La nieve comenzaba a caer de a poco sobre las calles y la resistencia de Doyoung por ayudarlo era demasiada así que simplemente aspiró el aire helado y asintió sin más opción, ya no podía perder más tiempo siendo un idiota. El viaje había sido silencioso, un poco más largo de lo normal porque las patrullas policíacas cuidaban de las carreteras para que ningún vehículo sobrepasara la velocidad permitida y aún más para evitar accidentes por la nevada que caía en esos momentos.
Doyoung no hacía preguntas, simplemente escuchaba y acataba las indicaciones del mayor para llegar al destino que lo tenía tan impaciente. Si Kim hubiese sido una persona más libre como su novio, sin duda hubiera hecho todas las preguntas que se le atravesaran por la mente, pero sabía que eso solo sería descortés y entrometido de su parte. Viajaron en silencio una hora y media desde Seúl hasta Jeonju, una ciudad por más de pequeña comparada con la capital. El de cabellos negros guió su auto hasta las orillas de la ciudad, llegando con un poco de cuidado hasta una casa de madera de dos pisos que se encontraba dentro de un fraccionamiento rodeado por naturaleza y zonas verdes bien cuidadas.
Dentro de esa casa preciosa, Doyoung se dio cuenta de muchas cosas sobre la vida de Yuta.
Los gritos sacaron de sus pensamientos a los dos chicos. El coreano saltó del sillón, dejando la lata de cerveza de lado y corriendo hasta lo proveniente de los gritos del otro Kim que gritaba cosas ininteligibles. Las voces se hicieron más fuertes, incluso molestas y más cercanas. El lobo de Yuta estaba inquieto, reconociendo cada una de las voces que estaban en la entrada y comprendiendo que lo estaba buscando específicamente a él. La puerta de la sala se abrió con estruendo, mostrando a otro alfa con los ojos colorados en una expresión de enojo y furia. Cualquiera hubiera temblado al ver a Hendery de aquella manera, incluso Jungwoo y Doyoung estaban estáticos tras él.
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Hiroki Y Yo. ((yuwin omegaverse))
RandomUn lazo. Una marca, eso era lo único que Sicheng soñaba mientras veía sus doramas favoritos. +18 ✨ #4 - Yuwin 30.12.2020 ✨