Capítulo 28.2

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Miró el paisaje desde donde estaba, melancólico, un poco aturdido aun cuando llevaba despierto varias horas.

Ladeó sus labios, inconforme.
Después de todo, perder a alguien como él lo hizo no es algo simple, olvidable al primer momento.

Bebió del vaso que previos momentos agarró, algo anormal en él, ya que era una bebida alcohólica.

Y aunque la utilizaba para poder olvidar el dolor, seguía viendo su vívida imagen, aún cuando todo su alrededor se volvía opaco, borroso.

Cuidándose de no manchar su elegante vestimenta negra ante la ocasión.
Habría usado su bastón de ser necesario para sostenerse.

Deseaba que su preciada mujer siguiera ahí, tal vez siendo igual de irritante que él, no exigía nada, rogaba que todo lo que vivía fuese mentira.

Y la rosa roja que tenía en su mano, la olfateó, el aroma le recordaba a los perfumes que ella solía usar.
El color era como sus hermosos labios carnosos y cubiertos por labial.

Parpadeó mientras suspiraba, extrañaba al menos tener el ruido de todos sus pequeños jugando por la casa, de su esposa conversando con él, no el silencio que ahora tendría que acompañarlo quien sabe por cuanto tiempo.

Y ahora parecía como si todos hubieran muerto, nadie vagaba en esa gran y vacía casa, solo él, se mantenía ahí, sentado, bebiendo alcohol en la taza en la que normalmente bebería té.

Se lamenta de su comportamiento tan estúpido, también infantil y dependiente.
Tal vez por ello todos le abandonaron, no sabía, y con la sobriedad le resultaba más complicado pensar, ver con claridad.

Dejando el orgullo que parecía siempre cargar consigo, terminaba derramando lagrimas y soltando sollozos que frente a alguien jamás haría.

Le gustaría al menos jamás haber vivido todo lo que tuvo con su ex esposa, tanto que la amó y que desprendió de ella emocionalmente, esa mujer sabía cómo podría romperlo si hacía lo que hizo y de todas formas lo hizo.

Está claro que quería herirlo, ella quería herirlo.

Por eso, quería desesperadamente y rogaba poder enterrar todo sus recuerdos de su familia, tal vez seis metros bajo tierra, donde fuera, quería solo olvidar todo lo que pudiera herirlo bastante como para agonizar.

Para dejar la taza que tenía en su mano y comenzar a tambalearse mientras se levantaba, ayudándose del bastón negro que a su lado conservaba con él.

Dejó su monóculo en una mesa para que no le pasara nada -caerse o algo- y caminó para comenzar a poner leña en el espacio de la chimenea, ya que comenzaba a hacer más frío por el clima de afuera.

La lluvia se colaba en pequeños charquitos por aberturas en las esquinas de las ventanas, al igual que un poco del viento.

También era el agua que caía la que humedecía las paredes del lugar, haciendolo más frío de lo que a UK le gustaría, no tiene que soportar más de lo que está dispuesto.

Aunque ello provoque una situación algo extraña y divertida donde solloza mientras pone la madera en su lugar, soltando algunos quejidos maldiciendo a todo lo que se le cruzara por la mente.

¡Todos a por él!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora