Capítulo 22

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-- ¡Deja de moverte tan brusco! --exclamó enfadada la veracruzana

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-- ¡Deja de moverte tan brusco! --exclamó enfadada la veracruzana.

-- ¡Pues dile a este pendejo que no me esté aplastando la mano! --contestó de igual forma Nuevo León.

-- No sean jotos, ¡a mí me están aplastando el pie! ¡Quítate a la verga, Yucatán, pesas mucho! --mencionó el sonorense con dolor.

-- ¡No! ¡Me dijiste "enano" y te comiste mi chocolate!

-- ¿Por qué te ofendes? Sí estás enano -- se burló.

El yucatés hizo más fuerza para que el pie de su hermano le doliese.

-- ¡Aplácate o te meto unos chingasos!

-- ¡Bueno! ¡¿Qué puto griterío traen, chingada madre?! --Norte bajó las escaleras hasta llegar frente a sus estados-- ¡Son las putas nueve de la mañana y no dejan dormir!

-- Pa', son las doce de la tarde.

-- Oh... Bueno, eso no quita que no dejen dormir; verga, ¿qué traen? --preguntó harto, pues había dormido hasta la madrugada y no se encontraba de humor.

-- 'tamos jugando twister --sonrió el nuevoleonés.

-- ¿Juegas? --invitó Veracruz mientras todos se levantaban de la manta con círculos de colores para iniciar otra vez.

-- No lo sé, yo ya 'toy viejo y- es un chiste, va --se acercó para jugar con ellos.

Reían de vez en cuando por alguna burrada que decían o hacían, como cuando Tlaxcala cayó arriba de Yucatán y este lo pellizcó, o los comentarios sin sentido de Norte por el dolor que le provocaba tener que estirarse de la forma que el juego le obligaba.

-- ¿Qué clase de ritual se supone que están haciendo? --cuestionó una voz desde arriba de las escaleras.

Todos voltearon al lugar donde provino la voz, topándose con Sur y Centro, observándolos confundidos.
La situación era extraña, todos en poses extrañas y casi casi inhumanas mirando un poco avergonzados al sureño y a la mujer.

-- Eh, solo estamos jugando --habló Jalisco entre todo el silencio pesado e incómodo.

-- Pues que juego más raro --confesó Centro mientras llegaba al final de las escaleras junto a Sur.

-- ¡Oh! ¡Deberían jugarlo, es muy padre! --sugirió San Luís Potosí.

El mismo recibió miradas de desaprobación de sus hermanos;-- B-bueno, si quieren no...

-- ¿Podemos jugar? --preguntó Centro, ilusionada con una sonrisa en su rostro.

Comenzaron a intercambiar miradas.
Aunque no hablaban, parecía que los estados se decían con la vista "dilo tú", todo eso hasta llegar a Edo. Méx, quien miró a Norte con un "te toca a tí", cosa que lo hizo bufar.

¡Todos a por él!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora