Capítulo 23

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-- Entonces, ¿quieren que vayamos los tres a un lugar apartado para "convivir"? --alzó una ceja

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-- Entonces, ¿quieren que vayamos los tres a un lugar apartado para "convivir"? --alzó una ceja.

-- En eso consiste --Centro sonrió.

Norte miró con desconfianza a ambos tricolor; bueno, no es cosa de todos los días confiar en dos perdonas que revivieron y ahora tienen poderes de demonio, además de que querían llevarlo a un lugar apartado, "donde no se escuchen mis gritos" pensaba Norte, claro que le daba mala espina, pero, ¿cómo debía decirlo?

-- No, no mames, no voy a confiar en alguien que se corta partiendo un aguacate --excusó mientras miraba a Sur.

-- Fue un accidente, ¿okey? Centro me distrajo --mencionó el sureño con los brazos cruzados.

-- No, tú fuiste el idiota que volteó cuando yo le estaba hablando a Norte --sacó la lengua infantilmente, haciendo que Sur hiciera lo mismo.

Tal vez no era una mala idea, los dos parecían inofensivos y sin intención de lastimarlo.

Suspiró, resignado;-- Está bien, vamos.

-- ¡Yo conduzco! --exclamaron al mismo tiempo.

El comentario lo tomó por sorpresa, pues justo iba a tonar las llaves de donde estaban colgadas.

-- ¿Si quiera saben manejar?

-- No --rieron.

Sí, aquel viaje no iría bien.

Salieron, subieron al coche -el cual Norte el día anterior había mandado a polarizar los vidrios para poder subir a Centro y Sur y que estos no se vieran- y partieron, siendo el norteño quien manejaba, acatando las direcciones que le indicaban sus acompañantes.

Los estados se quedaron en la casa, extrañados del comportamiento de sus padres.
Claro que lo estaban, antes todos eran enemigos y ahora se tratan como hermanos de toda la vida. Es decir que lo que discutieron entre ellos -que solo había provocado odio y una ruptura- no sirvió para nada.

Se rehusaban a cambiar de opinión, mas, ¿cómo mantener el odio hacia alguno de sus padres si estos ya no se odiaban?

Después de algunos minutos de que los mexicanos se fueran, un carro rojo tornado se estacionó a pocos metros de la entrada.
Algunos, de costumbre, miraron curiosos por las ventanas, removiendo las cortinas a un lado.

Del carro bajó un bicolor de franjas rojas y una blanca -que estaba en medio de las otras dos- y caminó hacia la casa de México.
Chiapas rápidamente bajó la cortina y se escondió, como si intentasen hacerle daño o algo así.

-- ¡¿Qué vergas hace Austria aquí?! --cuestionó asustada y alarmada acercándose a los demás, quienes estaban en la sala.

-- ¿Por qué te asustas? --habló Zacatecas sin despegar la vista de su teléfono.

¡Todos a por él!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora