Capítulo 5

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-- ¿Está todo listo? --preguntó una chica

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-- ¿Está todo listo? --preguntó una chica.

-- Espera, solo falta una vela --el chico se acercó a el pentagrama recientemente trazado y colocó una veladora de la figura de la Santa Muerte, prendiéndola y alejándose, asintiéndole a la chica. (1*)

-- Oh, señor del inframundo, el cual tu enemigo es Dios, quien muchos veneran pero pocos cuestionan --levantó sus manos junto a su mirada, cerrando los ojos-- Ven a mí, ya seas tú o alguno de tus discipulos. Te prometo veneración hasta el último día de nuestras vidas --la tierra dentro del pentagrama comenzó a desmoronarse, creando una grieta-- Prometo no fallarte como tus semejantes lo hicieron en el pasado. Prometo serte de voto si cumples mi petición --una aura negra comenzó a emanar de ella mientras el chico comenzaba a asustarse.

No tanto por la invocación, no era la primera a la que iba; si no porque, de la grieta, un brazo de tono rojo débil había emergido de ahí, tratando de aferrarse a algo para poder subir.

La chica abrió los ojos y bajó la mirada hacia el pentagrama, sonriendo maliciosamente;-- ¡Señor tenue del infierno! Te ruego escuches mi plega-... ¿qué mierda? --susurró confundida al ver un brazo verde salir.

-- Eh, L-luna, mejor v-vámonos --retrocedió hasta topar con la camioneta.

La chica se quedó estática cuando vió salir se la grieta a una persona; o eso quería creer, pues aquello llevaba los colores de la bandera de México, junto con el emblema de águila, pero los colores eran muchísimo más bajos.

La criatura avanzó lentamente hacia la mujer hasta quedar frente a ella; una vez ahí, miró fijamente a la muchacha a los ojos, haciendo que esta entrase en un trance al ver aquellas pupilas cafés.

-- La lealtad no existe, niña --tomó con ambas manos el cuello de la chica, comenzando a extrangularla-- Son solo mentiras que usan para aprovecharse de tí.

Luna luchaba por soltarse, pero sus fuerzas fueron desvaneciéndose; sus ojos se volvieron completamente blancos y dejó de pelear, pues ya había caído muerta.
Lanzó el cuerpo inerte de la mujer hacia la grieta para después mirar hacia el chico.

-- ¡P-por favor, no me haga daño, señor! --cayó de rodillas mientras lloraba y juntaba ambas manos, pidiendo piedad-- ¡ha-aré lo que sea por usted!

El tricolor lo miró serio desde distancia; caminó, quedando frente al joven quien había bajado la mirada.

Sonrió;-- ¿En serio? Bien, ¿porqué no me llevas con la representación de este país? --dijó mirando al chico.

Abrió los ojos sorprendido mientras levantaba la mirada, observando a Sur;-- P-pero señor, él está en Estados Unidos.

-- Ese ya no es mi problema --caminó hacia aquella camioneta-- Ah, y desaste del cuerpo de tu novia.

-- Ella no es mi novia --se levantó desconfiado para hacer lo que se le había pedido.

-- ¿Ah no? --lo miró burlesco-- Hahaha, pobre.

¡Todos a por él!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora