Es indescriptible el mar de emociones en el que me sumergí tan pronto vi esa larga cabellera rubia, sus ojitos azules y su sonrisita traviesa. Han pasado semanas desde la última vez que la vi y cada día ha sido peor que el anterior; su ausencia fue una de las experiencias más dolorosas que he vivido. Ahora está aquí y su presencia parece tan irreal.
Las lágrimas de alegría comienzan a acumularse en mis ojos conforme la emoción crecía en mi ser. Tenía mucho que decirle, pero nada de lo que había planeado decir en todos mis escenarios imaginarios de este reencuentro salía de mi boca.
—Rubita... —me agaché hasta quedar a su altura y, sin decir una palabra más, la envolví en mis brazos—. No tienes idea de lo mucho que te extrañé.
—Yo también te extrañé —murmuró en mi oído con su vocecita quebrada.
Me separé de ella y acuné su pequeño rostro entre mis manos. En efecto, estaba comenzando a llorar. Eliminé todo rastro de esas lágrimas de sus mejillas, la idea de verla llorar me incomodaba incluso si era de felicidad.
—Mi niña.
—Sra. Parker, si no le molesta, me gustaría pasar para ponerla al tanto de la situación con Luna —nos interrumpió la Sra. Larsson.
—Claro —me reincorporé, tomando la manita de mi pequeña—. Pase, por favor.
Caminamos al interior de mi departamento para luego tomar asiento en mi enorme sofá con Luna entre ambas.
—Extrañé mucho este lugar —sonrió mi rubita, observando todo a su alrededor como el día en que llegó, aunque nada ha cambiado desde su partida.
—Es tu casa, mi amor —acaricié su melena dorada—. ¿Te gustaría ir a tu cuarto?
—¡Sí! —chilló, tomando la pequeña mochila con la que vino para dirigirse a su habitación casi corriendo.
Solo han pasado unos cinco minutos desde que regresó y ya ha vuelto la luz a este frío penthouse.
Me giré hacia la Sra. Larsson con la intención de agradecerle por traerla de vuelta. No es menos cierto que en un principio fue ella quien la alejó de mí y nos provocó un sufrimiento innecesario, pero ahora la trajo y me consta que está muy comprometida con su trabajo y el bienestar de los niños.
—Sra. Larsson, yo...
—Discúlpeme que la interrumpa, Sra. Parker, pero me gustaría ofrecerle una disculpa. Soy una persona capaz de admitir sus errores y me equivoqué al separar precipitadamente a Luna de usted. No me estoy justificando, pero, en el momento, la evidencia me parecía muy preocupante y decidí actuar de inmediato.
—No se preocupe. Entiendo que en el momento fue la mejor opción desde su punto de vista y posición de trabajadora social. Además, las calumnias de mi madre no ayudaron mucho que digamos.
—La verdad no entiendo el motivo de la posición de su madre. Mi estudio hizo notar lo evidentemente buena que es la relación que comparten usted y Luna, positiva para ambas. Según los especialistas que han tratado a la pequeña, el cambio y mejoría han sido notables. Los adultos que se han relacionado con la niña opinan lo mismo y también alegaron un gran cambio en el estado de ánimo de usted.
—Me alegra que la evidencia haya apuntado hacia la verdad.
—Además, a lo largo de toda mi carrera nunca vi a un menor llorar y rogar por volver con sus padres sustitutos —confesó cierta emoción.
Durante un segundo me sentí identificada por el modo en que lo dijo; de una forma especial.
—¿Es idea mía o hay algún asunto personal detrás de sus palabras? —cuestioné a pesar de parecer indiscreta.
ESTÁS LEYENDO
Por siempre, mi Luna
ChickLitBilogía Por siempre #1 Sufrir la pérdida de un ser querido es uno de los eventos más duros que nos toca enfrentar; Gina Parker lo sufrió por partida doble. Siete años atrás era una mujer feliz junto al amor de su vida y su pequeña bebé próxima a nac...