CAPÍTULO 17: Historias de amor y Coco

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Este era el límite de mi paciencia. Mi madre, la mujer más fría que he conocido en mi vida, se dirigía hacia Nueva York con la intención de ''reprenderme'', como si no fuera una mujer hecha y derecha de 28 años.

No quería verla, se lo dejé muy claro tanto a ella como a mi padre. No los quiero a mi alrededor, no cuando las cosas al fin parecen marchar mejor. No quiero escuchar un sermón por su parte y mucho menos que me cuestione con respecto a Luna, porque sin duda ese será uno de los tantos temas que tocará cuando llegue.

Decidí enfocarme por completo en mi trabajo las restantes horas laborales. Glamour & Women estaba en su mejor momento creativo y mi madre no estropearía mi buen humor. Para cuando el reloj marcaba las 4:45 p.m. ultimé un par de detalles antes de recoger mis cosas y salir de la empresa. Me encaminé a casa de los Richardson, llegando exactamente a las 5:00 p.m.

Di dos toques a la gran puerta de caoba y en un momento fue abierta por Amy.

—Hola, Amy —la saludé con un beso en la mejilla.

—Hola, Gina. Luna está adentro, dormida. Pasa —me invitó.

Entré al lugar y me senté en el gran sofá junto a Amy.

—¿Quieres algo de tomar? —me ofreció, sonriente.

—No, gracias.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —cambió de tema, removiéndose algo incómoda.

—Claro.

—¿Por qué no le cuentas a Luna quién es Derek? Se ha pasado todo el día hablando de eso.

Respiré hondo, buscando las palabras correctas para responder a esa pregunta. Ni siquiera yo misma entiendo por qué estoy tan cohibida al respecto.

—¿Podrías darme esa bebida? Necesito tomar algo para procesar lo que te voy a contar.

—Claro. ¿Quieres...un té?

—Sí, creo que lo necesito —asentí.

Juntas fuimos a la cocina, y luego de preparar dos tazas de té de menta, nos sentamos en el comedor para platicar del asunto. Removí con nerviosismo la bolsita de té en el interior de la taza, era obvio que no quería hablar del tema, pero a Amy no podía esquivarla como lo hacía con Luna.

—De acuerdo, Amy...esto es...un poco difícil para mí —musité, nerviosa.

—Si te sientes incómoda al respecto, no tienes que hablar de ello. Peter me contó parte de la historia y sé que no acabó bien, debe ser difícil para ti.

—Lo es...pero aun así quiero desahogarme. A veces guardarte para ti sola las cosas por tanto tiempo acaba carcomiendo parte de tu alma, te consume, y hablar de ello lo disminuye un poco.

—Entonces te escucho —me dedicó una pequeña sonrisa.

—Derek y yo nos íbamos a casar y...estábamos esperando un bebé. En el accidente que tuvimos no solo murió él, también murió mi hija. No tengo ni la más mínima idea de cómo contarle eso a Luna —expliqué sin poder retener mis lágrimas, era imposible cuando de este asunto se trataba.

Amy casi deja caer su taza por la impresión. Ella sabía gran parte de la historia y la única que ella y todos desconocen es la de mi hija, mis padres se encargaron de que nadie se enterara de ello.

—Oh, Gina. Amiga, no sabía lo del bebé, Peter solo me contó de la relación tan bonita que tuvieron y del accidente, pero...lo siento mucho —me abrazó llorosa, tanto como yo—. No quiero ni imaginarme lo duro que debió ser para ti perder a tu bebé.

Por siempre, mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora