Estuve dos semanas y media con Luna en el penthouse haciendo todo tipo de actividades divertidas. Estuvo fantabuloso, como ella dice. Pero no podía pasar el resto del verano con ella, debía cuidar y dirigir mi empresa y no podía seguir haciéndolo desde casa, muchos asuntos requerían de mi supervisión personal.
Tuve que comenzar a buscar una niñera. Estuve horas con una exhaustiva búsqueda de la idónea en internet, no me sentía segura dejando a Luna con una extraña y menos con todo lo que la pequeña ha pasado, sentía que nadie podría cuidarla tan bien como yo. La niña solo nos tiene confiaza a Ally y a mí, pero ambas estamos muy ocupadas con nuestros respectivos trabajos.
Luego de dos horas descartando todas las opciones, decidí tomarme un respiro. Luna estaba aburrida y yo necesitaba despejar, así que, ¿por qué no dar un paseo por Central Park? Hacía un día excelente para ello.
—Rubita —la llamé y apareció en un dos por tres, como si fuera el genio y yo acabase de frotar la lámpara.
—Hola —me dijo con la vocesita apagada, y no la culpo, estar así de aburrida en pleno verano es depresivo para cualquier niño.
—¿Qué te parece si damos un paseo por Central Park? —propuse, dejando de lado mi laptop.
—¡Sí, por favor! —chilló, emocionada.
—Oh, rubita —fruncí los labios, empatizando con ella—. Lo siento por tenerte aquí tan aburrida, pero estoy buscando una niñera para ti.
—¿Tienes que hacerlo? No me gustan los extraños y tuve niñeras en los orfanatos y no eran nada buenas —se abrazó a sí misma, preocupada.
Su psicóloga me advirtió sobre la posible tendencia al aislamiento que presentaría producto al abuso que ha sufrido. Ha creado un gran lazo conmigo y con Ally, y estoy segura de que puede hacerlo con otras personas, pero deben ser procesos paulatinos y no pienso exponerla a ningún otro tipo de abuso o algo parecido.
—Pequeña, escucha —la senté sobre mi regazo y la abracé—. Si fuera por mí, me quedaría toda la vida aquí jugando, cocinando y viendo dibujos animados contigo, pero soy la dueña de una empresa que necesita que la dirija y no puedo dejarte sola.
—Lo sé, pero...tengo miedo, Gina —su tono esta vez sonó triste y se me encogió el corazón.
—Yo nunca dejaría que alguien te abusara de nuevo y jamás te pondría al cuidado de alguien que fuera a hacerte daño, te lo juro —me dedicó una pequeña sonrisa y salimos del edificio—. Ya resolveremos el tema de la niñera, ahora vamos a alistarnos para ir al parque.
Pasados unos minutos, ya estábamos listas. Luna llevaba un bonito vestido floreado con sandalias a juego y su cabello dorado iba a atado en dos coletas altas que yo misma peiné, he notado que le gusta que la peine, así que he dedicado un considerable tiempo en buscar ideas de peinados en internet. Yo por mi parte me coloqué un pantalón de mezclilla y una blusa suelta de tirantes color blanco, llevaba años sin vestir tan informal, pero para ir a jugar al parque no necesitaba ir super producida.
Abandonamos el apartamento y estando ya abajo en la entrada del edificio, subimos a mi auto, que habían sacado previamente del parqueo a petición mía. Conduje camino a Central Park, nos quedaba bastante cerca ya que vivimos en Upper East Side. Llegando al lugar, caminamos por los senderos hasta llegar a una zona donde conocía que regularmente iban padres en compañía de sus hijos para pasar un buen rato en familia. Al divisar a varios pequeños correteando, animé a Luna a ir a jugar con el grupito de niños, sería bueno para ella relacionarse y más con niños de su edad. Ha permanecido en el penthouse desde que fui a buscarla y solo ha salido una vez, cuando fuimos al supermercado para la compra semanal.
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Por siempre, mi Luna
ChickLitBilogía Por siempre #1 Sufrir la pérdida de un ser querido es uno de los eventos más duros que nos toca enfrentar; Gina Parker lo sufrió por partida doble. Siete años atrás era una mujer feliz junto al amor de su vida y su pequeña bebé próxima a nac...