CAPÍTULO 15: Carrusel

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Desperté temprano en la mañana, poniéndome manos a la obra para preparar el desayuno; hoy haría que fuera un día especial para Luna. Mientras lo preparaba llamé a Amy para avisarle que hoy no necesitaría que cuidara a la rubita y luego llamé a Irina para ponerla al tanto del itinerario de hoy sin mi presencia.

—Espera, déjame ver si entendí. Tienes tu idea boom para la Semana de la Moda después de estar semanas estancada y ahora que tienes todas esas ideas frescas en tu creativa cabeza, simplemente decides no venir hoy —recapituló Irina del otro lado de la línea telefónica.

—Exacto.

—Gina... —lloriqueó exageradamente.

—Iri, sabes que cuando tengo una ''idea boom'', como tú dices, siempre termina siendo un éxito. Un día más o un día menos no hará ninguna diferencia.

—Lo sé, pero...

—Pero nada —la interrumpí—. Ayer tuve mi primer gran problema con Luna y necesito pasar el día de hoy con ella.

—Ok, no soy madre, pero soy tía y sé que los niños a esa edad necesitan atención, sobre todo porque tu relación con ella no es...típica —suspiró.

—Me alegra que lo entiendas.

—Ok, pero mañana quiero que vengas con todo. Adoré la idea de moda vintage para madres e hijas.

—Estaré allí, lo prometo.

—De acuerdo. Bye, Gin.

—Bye, Iri —colgué y dejé mi teléfono a un lado para continuar con mis labores culinarias.

Tomé el bowl en el que preparé la masa de panqueques y vertí la misma en la sartén caliente. Adoraba los panqueques, y no solo yo...Derek también los amaba. Solía ser nuestro desayuno favorito cuando vivíamos juntos. La nostalgia se había apoderado de mí los últimos siete años y había dejado de comerlos. Por eso, aplicándome la misma terapia que utilicé anoche con Luna, reemplazaré el recuerdo triste por uno feliz.

—Qué rico huele —dijo una vocecita detrás de mí.

Posé mi vista en ella. Estaba despeinada, aún llevaba puesto su pijama y al parecer se había acabado de despertar. No me extraña en lo más mínimo, suele despertarse con el aroma del desayuno, es como su alarma personal.

—Buenos días, rubita —le sonreí.

—Buenos días. ¿Estás haciendo panqueques?

—Sip, es mi desayuno favorito.

—Yo adoro los panqueques —sonrió.

—Y yo, pero ahora debes ir a asearte. Si quieres, puedes quedarte con el pijama puesto.

—Ok, ahora regreso —asintió y me obedeció sin rechistar.
 
Aproveché la ausencia de la niña para terminar de cocinar los panqueques, preparar jugo de naranja y poner la mesa para desayunar. Luna suele tomarse su tiempo para asearse, así que yo también me tomé el mío en mis tareas para que todo quedase perfecto. Para cuando terminé, Luna ya había regresado.

—Wow, se ve delicioso —babeó un poco al ver los panqueques.

—Todo esto es para nosotras.

—¡Fantabuloso! —chilló, sentándose.

—¿Qué le pongo a tus panqueques? —pregunté, señalando la serie de agregos disponibles que coloqué sobre la mesa.

La ojiazul se quedó pensativa por un corto rato, debatiéndose mentalmente acerca de la "importante" decisión que tomaría a continuación.

Por siempre, mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora