39. La carta

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—Señorita, tiene una carta— gritó Robert desde abajo

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—Señorita, tiene una carta— gritó Robert desde abajo.

Yo estaba sumida en la lectura de un libro, su voz fue la que me sacó abruptamente de mis pensamientos, haciéndome fruncir el ceño en señal de confusión. Parpadeé varias veces intentando comprender de qué estaba hablando.

—¿Qué dijiste?— le grité, apartando el libro a un lado, aun frunciendo el ceño.

No respondió.

Decidí entonces que debía bajar para descubrir de qué se trataba por mí misma. Con un suspiro de resignación, me levanté de la cama y, arrastrando los pies con evidente desgana, bajé hasta la sala. Para mi sorpresa, Robert no estaba allí. Seguramente se encontraba en su refugio favorito: la cocina.

A punto de dar media vuelta y regresar a mi habitación, mis ojos captaron algo en la mesa de la sala desde el nivel de las escaleras. Había una carta. Intrigada y un tanto desconcertada, descendí los últimos escalones, acercándome lentamente. La tomé entre mis manos y la observé detenidamente. Todavía confundida, mis ojos se abrieron ampliamente cuando finalmente reconocí la dirección del remitente.

—¡La carta de Woo Bin!—, exclamé con un suspiro ahogado por la sorpresa.

Sin pensarlo dos veces, corrí hacia el patio de la casa, dónde aún quedaban esos cómodos sofás, recuerdos de un espacio infantil donde solía compartir mis días con los F4. Con el corazón latiendo alocadamente y las manos temblorosas, me senté y, tras un respiro profundo, dejé la carta a mi lado. La miré durante unos instantes, como intentando reunir el valor necesario para abrirla. Finalmente, con un nudo en el estómago y una mezcla de ansiedad y emoción, retomé la carta y la abrí con dedos que apenas podían contener los nervios.

Querida, __________.

En primer lugar: espero no pensarás que había olvidado lo que prometí.

En segundo lugar: No te negaré que al principio el saber de ti me molestaba, el que aparecieras sin decir nada y enterarme de esa forma no fue para nada agradable, pero entre más tiempo pasaba contigo me daba cuenta del porqué de tus acciones, y empecé a comprender de igual forma porque Jun Pyo te quería tanto... Realmente no se todo lo que has pasado, por eso las cosas que hice me parecieron normales, pues no he pasado por lo mismo que tú. Sin embargo, espero me des la oportunidad de disculparme, de saber como puedo ayudarte y comprenderte mejor.

Espero poder algún día ser igual de cercanos que en nuestra infancia, tanto como eras cercana con Jun Pyo. Te pido mis más sinceras disculpas por la broma que hicimos con Jun Pyo, aunque no era para ti, debimos saber que no era algo gracioso, no es excusa, lo tontos que somos no nos dejó pensar en cómo hacer que Jan Di confesara sus sentimientos e involucramos los tuyos. No quisiera que te vuelvas a sentir culpable, vulnerable o mal por nuestras acciones. Te aseguro que haré lo posible para no meterte en más problemas, para que puedas quedarte toda tu vida en corea y no tengas miedo de irte. Haré lo que sea necesario para que poco a poco puedas ser libre, libre de verdad, para que cuando estés lista puedas decirle a los chicos quien eres, los chicos que se que te echan de menos.

𝓶𝒆𝓳𝓸𝓻𝒆𝓼 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪𝓼 𝒇𝓵𝓸𝓻𝒆𝓼 | Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora