2. Donde todo comenzó

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El suceso tan traumático que vivimos tanto mi padre como yo, nos llevó a tomar la decisión de irnos lejos, muy lejos, donde nadie nos pudiera reconocer. Queríamos dejar atrás esa vida en Londres para comenzar de nuevo, con una nueva oportunidad. Fue mi padre quien se encargó de alejarme de todo lo que estuviera relacionado con el mundo exterior. Solo me permitía interactuar con unas pocas personas, y siempre eran empresarios amigos de mucha confianza de él. Aunque esto me protegía de pasar momentos difíciles, también me dificulta interactuar con más gente.

Sin embargo, la mudanza a Corea nos brindó cierta tranquilidad. A pesar de que aún luchaba contra mi miedo hacia los lugares con mucha gente, poco a poco me fui liberando de la tensión de los recuerdos de mi vida anterior.

[...]

—Cariño, te vas a quedar con Robert el día de hoy. Tengo una reunión muy importante con unos empresarios. — comentó mi padre, mientras yo lo observaba de reojo.
Él se abotonaba su saco oscuro. Pude percibir el ligero olor a colonia que dejaba rastro en el aire.

—¿Puedo ir? —Pregunté con curiosidad, mis ojos se iluminaron con una chispa de esperanza. —No quiero estar con Robert, es muy enojado —reproche, cruzando los brazos y dejando un silencio tenso en el aire. Mi padre soltó una pequeña risa.

—Supongo que no habrá problema siempre y cuando te portes bien, aunque ahí también te vas a aburrir un poco ¿no crees? —dijo, aceptando mi petición con cuidado. Podía notar en su mirada la preocupación.

—No importa —insistí, determinada a no desaprovechar ni un segundo de escapar de mi soledad. Aunque no tuviera a nadie con quien interactuar, el salir de casa sería un respiro para el alma.

—Bien, entonces sí quieres puedes ir. Ve y alístate —dijo acercándose a mí y depositando un beso suave en mi frente.

Fui corriendo a buscar ropa. Me cambié lo más rápido que pude, reafirmando mi independencia y habilidad para hacer las cosas por mí misma. Siempre estaba sola y ahora, por más que estuviera deprimida, anhelaba el mundo exterior y la libertad que traía consigo.

—Ya estoy lista —Grité con alegría, bajando las escaleras de la casa.
Mi padre sonrió.

—Bien, solo te pido por favor que cuando llegues ahí saludes con reverencias a todos y que no te alejes mucho ¿Entendido? —asentí comprendiendo la preocupación de mi padre por mi seguridad.

—Subamos al auto entonces —tomó mi mano con firmeza mientras caminábamos hacia la puerta. Sentía el latido de mi corazón acelerado, sabiendo que este día sería diferente.

Llegamos a nuestro destino. La casa era una imponente mansión blanca, que contrastaba con la explosión de colores del patio. Me quedé boquiabierta, maravillada por la belleza de aquel lugar. Aunque no sabía si me maravillaba por lo hermosa que era la mansión, o por tener tantos meses de no ver otra casa que no fuera la mía.

—Es lindo —susurré para mí misma, incapaz de contener mi asombro. Mi padre asintió y apretó mi mano con fuerza. —No me iré a ningún lado —reí en complicidad con mi pensamiento, sabiendo que mi padre se encontraba bastante asustado porque saliera de casa...

—Lo sé —rio —solo es para no perderte de vista en este momento

Nos dirigimos a la puerta y ya nos estaba esperando el secretario de la familia. Su figura elegante se destacaba en el vestíbulo, con una reverencia cortés nos dio la bienvenida y nos condujo dentro de la mansión.

—Pónganse cómodos en lo que le comunicó a la señora Kang que ya se encuentran aquí — dijo y subió las escaleras.

Mientras nos acomodábamos en los espaciosos sofás de color blanco crema, mis ojos exploraban el lugar con nerviosismo. Aunque mi padre continuaba hablando, sus palabras se desvanecían en mi mente aturdida. Ansiosa, mi deseo de huir de allí se mezclaba con el temor persistente de enfrentar el mundo exterior mientras pensaba "¿Por qué insistí en salir?"

𝓶𝒆𝓳𝓸𝓻𝒆𝓼 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪𝓼 𝒇𝓵𝓸𝓻𝒆𝓼 | Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora