42. Justicia por mis propias manos

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De la última vez que supe de Jan Di había pasado tiempo, la última vez que la vi fue cuando la molestaron, más cruelmente que de costumbre.

Esa vez, sonó la alarma de incendios repentinamente, y todos salimos de clase asustados, corriendo hacia los pasillos sin entender lo que estaba pasando. Pero luego nos enteramos de que todo había sido una broma pesada dirigida únicamente a Jan Di. Según los rumores, Haje había intervenido para defenderla. Sin embargo, yo no vi nada con mis propios ojos, lo único que alcancé a ver fue a él llevándola en brazos, mientras ella yacía inconsciente.

Lo que logré averiguar sobre el incidente fue que la habían encerrado en el aula de química y alguien activó la alarma utilizando algún tipo de químico que provocó un pequeño incidente. Después de aquel día, ya no la volví a ver por tres días en la escuela, lo que me pareció muy extraño.

Decidí que tenía que asegurarme de que estaba bien. Así que después de clase, me dirigí hacia la casa de Jan Di, esperando obtener alguna respuesta. Tal vez, aprovechando que era viernes, podría pasar tiempo con ella y descubrir qué estaba pasando.

Ya estaba afuera de la casa de ella, un tanto ansiosa mientras esperaba que alguien abriera la puerta. Mientras esperaba, me quité la mascarilla.

—Querida—, la mamá de Jan Di me regalaba una amplia sonrisa mientras abría la puerta— ¿A qué debemos tu linda visita?

—Perdonen las molestias, solo quería saber cómo se encontraba Jan Di, no la he visto por la escuela— respondí mientras hacia una reverencia.

—¿No te comentó nada? Que sorpresa— El señor Geum sonrió, aunque parecía un poco confundido.

—¿Contarme?—, fruncí el ceño, sintiendo una punzada de inquietud en el estómago.

—Un chico nos llamó para decirnos que tuvo un viaje con los F4— Explicó la señora Gang, tratando de tranquilizarme.

—¿Un viaje?— pregunté, ahora verdaderamente intrigada y preocupada— ¿A dónde?— intentaba fingir una sonrisa para que no se preocuparan, aunque realmente era difícil actuar con calma.

—Pues siempre viaja mucho con ellos así que no le preguntamos— respondió el señor Geum, con una expresión de tranquilidad que no lograba contagiarme— Está en buenas manos con esos chicos, así que no quisimos molestar con preguntas.

—Cierto— forcé una amplia sonrisa, aunque los nervios crecían cada vez más— Bueno, solo quería saber si estaba bien, pero ya se que lo está— solté una pequeña risa, que ellos siguieron sin dudar. Mi mente estaba en mil lugares diferentes, imaginando todo tipo de escenarios— Espero verlos pronto, gracias— hice una reverencia más profunda que de costumbre, intentando mostrarme agradecida a pesar de la tormenta de sentimientos que se revolvía dentro de mí.

—Un gusto, cariño. Visítanos cuando quieras— dijo la señora Gang con una sonrisa cálida mientras cerraba la puerta tras de mí. En cuanto estuve fuera, la fachada de calma se desmoronó.

Mientras pedaleaba de regreso a casa, mi mente no dejaba de maquinar un plan para averiguar que rayos le estaba pasando a Jan Di, en especifico si estaba bien o si en efecto y mis mil escenarios ficticios eran ciertos: la habían secuestrado. Mi principal preocupación era Robert. Debía encontrar la mentira perfecta para poder ponerme manos a la obra.

Finalmente, llegué a casa. Antes de abrir la puerta, me detuve, respiré hondo y volví a ponerme la mascarilla con tranquilidad para evitar un regaño. Entré con calma, escondiendo mi agitación. Dejé mi mochila en el sofá y me dirigí a la cocina, donde encontré a Robert ocupado con un café.

—Ya vine— dije mientras me acercaba a él con paso tranquilo, tratando de no levantar sospechas con mi tono de voz— ¿Sabes? Estaba pensando en si podría quedarme en casa de Jan Di este fin de semana. Hace mucho tiempo que no salgo con ella porque he estado muy ocupada con las clases. ¿Me das permiso?

𝓶𝒆𝓳𝓸𝓻𝒆𝓼 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪𝓼 𝒇𝓵𝓸𝓻𝒆𝓼 | Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora