49. Enfrentarlo

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Luego de caminar por toda la ciudad, explorando tiendas y pasear en canoas, decidimos que ya era hora de buscar algo para comer.

—De acuerdo, chicas, prepárense— dijo Woo Bin, con una sonrisa en su rostro que iluminaba su expresión. Su entusiasmo era contagioso, y las chicas se miraron entre sí— Las llevaremos al mejor restaurante de toda la ciudad— su voz resonaba con orgullo y emoción.

Los chicos nos guiaban a todas, marchando al frente, mientras nosotras, intentábamos animar un poco a Jan Di, quien lucía un poco perdida en sus pensamientos.

[...]

Ya en el restaurante, que parecía repleto, Ji Hoo se adelantó con un propósito claro: encontrar un lugar vacío en la segunda planta.

Desde abajo, noté que Ji Hoo paró abruptamente de caminar. Su mirada se veía perdida, como si estuviese atrapado en sus propios pensamientos. Una preocupación sutil comenzó a formarse en mi mente, intranquila por su repentino cambio de actitud. Con el ceño fruncido, esperé ansiosa a que se decidiera a compartir lo que le pasaba. Mientras estábamos a escasos centímetros de cruzar a la segunda planta.

—¿Qué pasa?— preguntó Yi Jeong, levantando una ceja, notando también el raro comportamiento de Ji Hoo. Su tono reflejaba curiosidad, pero también un ligero nerviosismo.

—¿Acaso no hay mesas?— indagué. La atmósfera se tornó tensa.

—Don't worry guys, Jun Pyo es conocido aquí, pasaremos rápido— afirmó Woo Bin con confianza, acercándose a donde estaba Ji Hoo, su seguridad intentando disipar la tensión. Pero la determinación en el rostro de Ji Hoo no se desvaneció.

—Vámonos ya— exigió Ji Hoo, su tono frío, dejando claro que había algo más en juego que una simple búsqueda de una mesa.

Woo Bin volvió a mirar hacia donde anteriormente había visto Ji Hoo, y repitió la misma expresión de asombro que llevaba en su rostro, dejándome aún más confundida. La tensión en el aire era palpable.

—Ya sé, parece que tienes antojo de comida italiana— intervino Yi Jeong de manera despreocupada, intentando suavizar el ambiente haciéndose cómplice de los dos chicos.

Miré a los chicos, con los ojos entrecerrados, y confirmé— Aquí también venden comida italiana.

—Vamos, no es lo mismo— me dijo Woo Bin, volviendo a mirar hacia adentro del restaurante, como si quisiera que descifrará un mensaje oculto.

—El lugar está repleto— añadió Ga Eul, frunciendo el ceño, claramente impaciente— Vamos, tengo hambre y no quiero esperar más— hizo un puchero, mostrando su frustración, y tomó del brazo con fuerza a Jan Di.

—¿Pero...?— Jan Di quien estaba incluso más confundida que yo, solo podía fruncir el ceño.

—Vámonos, conozco a un excelente chef italiano— decidió finalmente Woo Bin con determinación. En un instante, bajó de manera rápida y nos guió hacia la salida.

Salimos con la mente revuelta, llenas de dudas y enredadas emociones. Ninguno de los chicos nos ofreció alguna explicación; fue como si un pacto de silencio se hubiera establecido entre ellos para protegernos.

Mientras caminábamos, los pasos resonaban en el suelo y el murmullo distante de la ciudad se mezclaba con el zumbido de mis pensamientos. Para esa hora, después de todo lo que habíamos caminado, estaba completamente agotada de buscar un lugar para comer y, honestamente, solo quería dejar todo atrás y volver al hotel, donde podía descansar y pensar en otra cosa.

Así que, cuando no se percataron, tomé la decisión de seguir mi propio camino y empecé a caminar en dirección contraria, hacia el hotel.

—¿Por qué me sigues?— pregunté sin mirar hacia atrás, sabía que alguien estaba detrás de mí.

𝓶𝒆𝓳𝓸𝓻𝒆𝓼 𝓺𝓾𝒆 𝓵𝓪𝓼 𝒇𝓵𝓸𝓻𝒆𝓼 | Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora