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« 𝐆𝐎𝐒𝐒𝐈𝐏 »
Lucy exhaló con fuerza y, a regañadientes y realizando un puchero un tanto infantil, dejó que Loke cogiera una de las bolsas que llevaba. Por su parte, el espíritu ensanchó su sonrisa y ayudó a su adorada propietaria a cargar con la compra.
Al despertar, la blonda se encontró con la inquietante sorpresa de que Natsu y Happy habían arrasado con todos sus suministros de comida. ¿Quiénes se pensaban que eran? Era SU casa, SU comida. Tras hacer un berrinche propio de una infante, se vistió y agarró un poco de dinero que consiguió en su última misión con toda la tranquilidad de la que disponía en aquel instante; alterarse no le llevaría a ninguna parte, pero resultaba imposible. Sin haber sido invocado, el líder del zodiaco hizo acto de presencia e insistió en acompañarla. A pesar de que en ningún momento aceptó su propuesta, fue con ella igualmente.
—Mi querida esposa, ¿no somos un matrimonio encantador? —entrelazó su mano desocupada con la libre de la fémina, acariciando el dorso de esta con su pulgar mientras meneaba su cabeza de un lado a otro, ensimismado en sus fantasías.
La blonda entrecerró los párpados con suavidad y sintió sus sienes palpitar cuando los ciudadanos de Magnolia centraron su atención en ella.
—¿No es Lucy Heartfilia de Fairy Tail?
—¿Será su novio?
—¡Él la ha llamado esposa! ¿No son adorables?
"Genial. Soy el chisme del día", se maldijo internamente, inhalando profundamente para calmar su creciente ira. Leo no podía estar más encantado por la situación. De pronto, una fugaz idea surcó por su mente. ¿Lucy se enfadaría? Estaba convencido de que sí. ¿Lo haría igualmente? También.
El espíritu frenó su caminar, obligando a su propietaria a parar. Esta elevó una de sus cejas, inquiriente, ganándose una sonrisa juguetona del león. Aquello no le inspiraba confianza.
—No seas tímida, mi amor —rompió el agarre de sus manos para abrazarla por la cintura, realizando una tenue presión para acercarla a él.
—¿Qué haces, Loke? —un potente rubor se adueñó de sus mejillas y, instintivamente, llevó su mano disponible al pecho del nombrado, intentando que la distancia entre ambos creciera, sin embargo, no surtía demasiado efecto.
Los murmullos aumentaron y la maga celestial se sintió desfallecer. ¿Por qué adoraba atormentarla de aquella manera? ¿No se suponía que eran amigos? Aunque pensaba que ya estaba acostumbrada a las acciones vergonzosas del de cabellera anaranjada, siempre conseguía que acabara con el rostro completamente rojo y una gran vergüenza invadiéndola del pies a cabeza.
