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« 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 »
Lucy largó un sonoro suspiro y contempló por el rabillo del ojo a Happy, el cual descansaba plácidamente sobre su regazo. Tras la fiesta, la reina Hisui había insistido en que los gremios permanecieran un tiempo en Crocus, alegando que ella se haría cargo de todos los costes.
Había transcurrido una semana desde las declaraciones de Rogue y Lisanna. Una larga y fatídica semana en la que Lucy evitó de todas las maneras posibles a sus enamorados, y no fue sencillo: Lisanna era su compañera de gremio, así que, resultaba casi imposible no encontrársela —sobre todo si a ello le sumaba que se hospedaba en la habitación contigua a la suya—; por otra parte, Sabertooth también había aceptado la solicitud de la reina y permanecía en la ciudad. ¿Cuántas veces había huido al divisar a Rogue a lo lejos por la calle? Había perdido la cuenta.
Llevaba sin descansar adecuadamente desde la celebración. Sabía que debía darles una respuesta pues, aunque ambos dijeron que se tomara todo el tiempo que necesitase, sabía de sobra que estaban ansiosos.
—¿Lucy? —la susodicha dio un respingo y elevó la mirada, encontrándose con el rostro de Titania—. ¿Estás bien?
—Ah, Erza —esbozó una débil sonrisa—. Estoy algo cansada. ¿Qué pasa? —preguntó, cambiando de tema rápidamente.
—Vamos al mercado, ¿vienes?
Lucy se humedeció los labios y dirigió la mirada a una mota de polvo que había en el suelo de la habitación.
—No —se llevó la diestra a la cabeza y acarició al exceed con la mano contraria—. Creo que me quedaré descansando.
Erza analizó el estado de su compañera: su piel poseía un tono más pálido de lo normal, detalle que acentuaba aún más las ojeras violáceas que adornaban sus párpados inferiores. Además, cabeceaba inconscientemente, incapaz de mantenerse erguida o tener los párpados abiertos durante un par de minutos.
—Está bien —suspiró, agarrando a Happy de la cola para dejar a la rubia descansar—. Si necesitas algo, no dudes en decírnoslo, ¿vale?
Lucy asintió a modo de respuesta, aunque Erza no se quedó tranquila con aquello, pero decidió que lo mejor sería proporcionarle privacidad y tranquilidad. Una vez que la taheña abandonó la habitación, la agotada sonrisa de Heartfilia desapareció, dando lugar a un largo bostezo que cubrió con su antebrazo.
Tal vez, debería dejar de lado sus pensamientos y dormir. Sin embargo, su cerebro no tenía la intención de darle un pequeño descanso.
—Mierda —musitó, haciendo chocar sus dientes entre sí ante el dolor de cabeza que se iba intensificando por momentos.
