Capítulo 16

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Miriam

A los cinco minutos de la llamada de Ana, me tocaron al timbre. Al abrir me encontré con una imagen que difícilmente se me podría borrar de la mente. Ricky y Ana sujetaban a Mimi, que se balanceaba de lado a lado y no podía apenas mantener los ojos abiertos mientras su mandíbula iba tan pronto a la izquierda como a la derecha.

- ¿Cómo cojones ha terminado así? ¿Se lo habéis permitido?

- ¿Estás loca? En mi vida la dejaría volver a pasar por esto. - Me respondió Ricky. - No la vimos en toda la noche, no sabemos dónde se metió.

- Se fue, Miriam. En cuanto te vio salir. Seguramente viese a la gente con la que se juntaba siempre y unas horas después vino Mireya bastante asustada a buscarnos y contándonos cómo estaba, no sabía qué hacer. No sabemos ni lo que se metió. - Dijo Ana mirándome con miedo.

- Mimi- La agarré por la barbilla. - Mimi. - Repetí al ver que apenas reaccionaba. - Ana, ayúdame a meterla en la bañera a ver si espabila un poco. Mimi por tu madre, contesta.

- ¿Os ayudo a algo? - Preguntó Ricky. - ¿Podéis solas?

- Vete a por algo de ropa a mi habitación, está helada.

Ana y yo la llevamos como pudimos al baño y conseguimos meterla en la bañera, se acomodó y mientras yo le enjabonaba el cuerpo, Ana intentaba que le hablase, pero solo emitía sonidos que en poco se parecían a palabras.

- Miriam...- Murmuró de repente. - Tengo frío.

- Ya acabamos, dame cinco minutos, pero pon de tu parte, Mimi, joder. 

- No me encuentro bien. -Dijo casi susurrando.

- ¿Quieres vomitar o algo? - Le preguntó Ana.

- Quiero dormir, pero cierro los ojos y me mareo.

- Eres una irresponsable. - Le espeté.

- Miriam, calla, por fa. - Me respondió.

- Ni se te ocurra volver a mandarme callar, Doblas. Tienes lo que te mereces.

La ayudamos a salir y mientras Ana la sujetaba la ayude a ponerse la camiseta y las mallas que Ricky había cogido de mi armario. La ayudé a meterse en la cama y viendo las horas, mientras ella intentaba descansar, invité a Ricky y a Ana a desayunar.

- Miriam, te juro que nosotr...

- Lo sé, Ana. -La corté. - Pero no entiendo cómo se le pudo ocurrir semejante mierda. Hace unos días estaba llorándome porque no quería volver a pasar por lo mismo. - Bufé.

- A Julia y a mi nos dijo que habíais discutido. - Siguió la canaria.

- Precisamente por este tema. La estuve llamando muchísimas veces una tarde y no me contestó, luego me dijo que se había encontrado a su camello y había estado hablando con él, y la ataqué. Y ayer la evité desde que llegue a su piso contigo. -Señalé a Ana. -Hasta que discutimos antes de entrar a la discoteca.

- Cuando Mireya nos avisó y la vimos, nos asustamos un poco, al menos yo. -Dijo Ricky.

- Hacía tanto que no la veíamos así y pensamos que no la veríamos nunca más, que fue un shock.

- Pues imaginaros yo cuando desperté y vi todas esas llamadas. -Apoyé los codos en la besa y me cubrí la cara con las manos. - ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?

- Hablar con ella y solucionar la idiotez por la que discutisteis lo primero. Y con lo de esta noche... intenta tener paciencia, Miriam. -Me aconsejó el mallorquín.

Dos Extrañas En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora