Capítulo 18

974 67 27
                                    

Mimi

Rubia, apúrate que no llegamos y Raoul y Mireya llegan en diez minutos.

- Es que a quien se le ocurre quedar casi a las ocho de la mañana, ¿me lo puedes explicar?

- Porque son unas cuantas horas en coche, Mimi. Acaba de hacer la puta maleta y deja de preguntar. - Ricky caminaba de un lado a otro de mi habitación.

- Es que no entiendo en qué momento decidís que irnos a Asturias teniendo sitios más cerca es una buena idea.

- ¿Tú no dijiste que te daba igual? Pues ya está. Además cuando veas la casa vas a flipar.

- ¿Me da tiempo a tomar un café? - Dije bostezando mientras el mallorquín negaba con la cabeza suspirando.

- Haberte levantado antes. Si te lo bebes como si fuera un chupito puede que nos de tiempo. 

Justo cuando estaba acabando de meter la cápsula en la cafetera, Mireya tocó al telefonillo.

- Se te jodió el café. - Dijo Ricky riendo mientras iba a contestar al telefonillo.

- Dile que en menos de cinco minutos estamos abajo. - Continué haciendo el café como si nada.

- Lo tuyo no es normal. - Soltó una carcajada.

A los cinco minutos estábamos saludando a Raoul y a Mireya y metiendo las cosas en el coche de Raoul, menos mal que tenía un coche grande, no se cómo iban a coger en el coche de Ana las maletas de los otros tres.

- No te creo, Mimi. - Dijo Mireya al verme con el vaso del café en medio de la calle

- ¿Piensas meterte en mi coche con el vaso del café? - Preguntó Raoul.

- No me ha dao tiempo, joder. - Hice un puchero. - Yo necesito un café para ser una persona normal

- Tú no fuiste normal en tu vida ni lo serás. - Me respondió Ricky mientras Raoul y Mireya reían.

- Ponte de copiloto, anda. - Cedió el rubio.

- Trae la cuchara y todo. - Mireya se deshacía en carcajadas. - Mimi eres mi ídola.

Raoul arrancó mientras yo me acababa el café y elegía una playlist para el viaje. Habíamos acordado que cambiaríamos el copiloto cada vez que paráramos y que Raoul se intercambiaría con Mireya a mitad del viaje.

- ¿A qué hora sale el resto? - Pregunté.

- Ana me escribió antes de que vinieramos a buscaros, salieron una media hora antes que nosotros. - Respondió Mireya. - Van a parar antes de llegar a la casa a comprar algunas cosas para hoy.

- ¿Y dejáis que esos tres vayan a comprar? Van a comprar de todo menos comida.

- Están amenazados. - Dijo Raoul. - O compran comida o duermen al fresco, y no se lo recomiendo, dan mal tiempo.

El viaje transcurrió sin mayor complicación. Paramos dos veces para descansar y poco antes de la una y media estábamos aparcando al lado de la casa, estaba abierta así que supuse que el resto había llegado, aunque no veía el coche de Ana por ningún lado.

- Aparcaron dentro, que hay una especie de garaje. - Me dijo Mireya al verme observar la parcela.

Bajamos las maletas y mientras Ricky, Raoul y Mireya entraban me quedé fumando fuera. Desde fuera, la casa era alucinante. Dos plantas, jardín y una piscina enorme. Además, no estaba muy alejada del pueblo, si necesitábamos algo podríamos ir con facilidad. Habían elegido bien.

Al acercarme a la puerta iba oyendo las risas y el jaleo que estaban montando dentro, entré en el hall y frené en seco al oírlos hablar.

- ¿Habéis comprado comida o acabasteis las existencias de alcohol? - Oí a Ricky.

Dos Extrañas En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora