Capítulo 22

1K 74 5
                                    

Miriam

Mimi y yo cruzamos nuestras miradas intentando descifrar cuál de las dos tendría el valor de empezar cuando sonó el timbre.

- Igual son Ana y Mire. Me dijeron antes que iban a venir. - Le dije mientras me acercaba al telefonillo.

- Qué oportunas. -Rió cuando le confirme que eran ellas.

- Tranquila, cuando se vayan hablamos, ¿si?

Asintió con la cabeza y deje un beso en su cabeza cuando tocaron a la puerta.

- Amiga, ¿cómo estás? - Mireya abrazó a Mimi.

- He pasao una noche de mierda, maricón.

- Y te la ha hecho pasar a ti, ¿no? - Dijo Ana casi afirmando mientras me miraba.

Pobriña, lo pasó mal de verdad. -La miré con ternura.

- Anda que te quejarás tú de enfermera. - Ana miró a Mimi sonriendo.

- Que va, si me ha tocao la mejor.

Ana y Mireya nos miraron a nosotras para luego mirarse entre ellas con cierta complicidad.

- Qué asco dais, cabronas.

- ¿Por? - Pregunté.

- Porque sois monas hasta enfadadas.

Mimi y yo nos miramos y nos sonreímos. Pude ver como se sonrojaba y bajaba la mirada para que ellas no lo notaran.

Fui a la cocina a buscar algo para beber, Ana me acompañó.

- Se os ve bien.

- Estamos bien. O eso creo.

- Te has ofrecido a cuidarla y ha aceptado. Es un gran paso. - Me respondió la canaria.

- ¿Has mirado lo que te dije?

- Sí, puedes ir el jueves por la tarde.

- Mil gracias, amiga.

Hacía unos días que había quedado con Ana para comer cerca de su trabajo cuando vi que se alquilaba un piso por la zona. Le pregunté a la canaria y casualmente era de un compañero suyo de trabajo que se mudaba porque él y su novia iban a ser padres y el piso se les quedaba pequeño.

Llevaba un tiempo pensando en irme a vivir sola, creía que ya era hora de dar el paso. Al llegar a casa ese día, hablé con Raoul y me dijo que le parecía bien, él seguiría en nuestro piso y yo me iría un poco más cerca del colegio.

- Luego te paso el número. - Asentí y volvimos al salón con Mimi y Mireya.

- Oye. - Ana se dirigió a Mimi. ¿Y tú cómo se supone que te vas a arreglar sola en casa?

- Pues no lo sé, pero soy muy apañá. No puede ser tan difícil.

- Ni hablar, tú te quedas aquí con Raoul y conmigo hasta que te dejen apoyar un poco.

- Olvídate, Miriam. No voy a molestaros a los dos ese tiempo.

- Pues me voy contigo a tu piso. Tú eliges.

- Ya, ¿y cuando tengas que ir a trabajar? - Ana y Mireya nos observaban como si fuese un partido de tenis.

- A ver. - Intervino la malagueña. - Tú tienes que estar a reposo, y Miriam a las dos y poco llega a casa. Te quedas en la cama hasta que llegue y listo. Ya quisiera yo vivir así.

Mimi nos miró a las tres. Mireya sonreía, Ana ponía cara de "tiene su lógica" y yo la miraba expectante esperando a que dijera algo.

- Mimi, que si te vas a sentir incom...

Dos Extrañas En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora