Capítulo 3

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Mimi

La primera semana en la escuela estaba yendo sobre ruedas. Cada vez teníamos más alumnos, incluso habíamos tenido que abrir lista de espera. Acababa todos los días agotada pero merecía la pena, por primera vez estaba realmente haciendo lo que de verdad me gustaba y no todos tienen esa suerte. Aproveché que Claudia y Mónica estaban dando sus respectivas clases y todo estaba tranquilo para salir a fumar un cigarro.

Revisé mi móvil y contesté un par de mensajes de Ricky y de Mireya. Apagué el cigarro y cuando estaba a punto de entrar de nuevo, miré a la derecha. Error, Mimi, pa'que haces na. El cuerpo se me tensó al momento, por un momento me faltó hasta la respiración. Esa melena rubia, esos rizos, y el perfil más perfecto que había visto en mi vida no podían ser de otra persona. Y por si quería acabar de confirmarlo a su lao iba Julia.

Daba igual el tiempo que pasase, Miriam siempre iba a estar tan guapa o más que el día que la conocí y seguía provocándome un torbellino de sentimientos. Nunca iba a ser inmune a Miriam.

Entré casi corriendo de nuevo a la academia, no quería que me viese, ese no era el momento para reencontrarme con ella después de tanto tiempo, no eran las formas. A los cinco minutos Mónica acabó su clase y se sentó en uno de los sillones del hall.

- Estoy muerta. Menos mal que hasta dentro de dos horas no tengo otra. - Me miró pero no reaccioné, me había quedado mirando a un punto fijo. - Eh, Mimi, ¿estás ahí? - Dio una palmada que me asustó.

- Joder, Mónica. - Me sobresalté.

- ¿No me has escuchado nada, no? ¿Estás bien?

- Acabo de ver a Miriam.

- ¿Dónde? ¿Aquí? ¿Ha venido? - Se sentó en la mesa, al lado de mi silla.

- Pasaba con Julia hacia el gimnasio ese que está una calle a la derecha.

- ¿Y no dijiste nada?

- Pues no, tía. ¿Qué le digo? "Eh, Miriam, que estoy aquí." - Suspiré. - No me parecía lo indicado.

- ¿Y qué es lo indicado, Mimi? ¿LLevar aguantando los más de seis meses que llevas aquí las ganas de verla y hablar con ella para solucionarlo?

- No lo sé, ahora mismo no sé nada.

Dama, que entraba por la puerta en ese mismo instante se dio cuenta el momento de que algo pasaba.

- ¿Qué pasa aquí?

- Nada, da igual. - Resolví.

- No, no ¿cómo que da igual? - Mónica me miró con una ceja alzada. - Que ha visto a Miriam antes de pasada y está asimilando.

- ¿A tu Miriam?

- Si, a mi Miriam. ¿Conoces a otra?

- A ti. - Respondió seria. Mónica y yo soltamos una carcajada.

- ¿Ves? Ya te has reído. Algo he hecho bien. Y en cuanto a las ocho acabemos, nos vamos a tomar algo. ¿Claudia sigue dando clase?

- Si, - miré el reloj. - Le quedan diez minutos y luego entramos nosotras.

- ¿Saydi?

- Descansa. ¿La llamo y que se venga, no? - Pregunté aún sabiendo la respuesta.

- Id a cambiaros, anda. - Dijo Mónica. - Yo aviso a Claudia cuando salga.

- Pero vamos cerca de mi casa, que así dejo la bolsa. - Sentencié antes de subir al vestuario.

- Su casa dice, ya se la apropió, si la oye Ricky... - Oí decir a Dama antes de seguirme para cambiarse.

Dos Extrañas En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora