Capítulo 11

1.1K 65 16
                                    

Mimi

- ¿Qué has dicho? - El corazón se me iba a salir por la boca al escucharla.

- Que te quiero.

Abrí la puerta del todo y Miriam pasó al interior de mi piso. La abracé y cuando nos separamos juntamos nuestras frentes sonriendo como tontas.

- Yo sí que te quiero, Miriam. Más que a . - La agarré por el mentón y la besé.

- Necesitaba decírtelo. - Suspiró.

- ¿Has venío solo a eso casi a las once de la noche?

- En el fondo llevo unos días queriendo decírtelo pero es que me daba vergüenza. - Bajó la cabeza como una niña pequeña que acaba de hacer una travesura.

- Y yo sé que estas cosas te ponen nerviosa y valoro muchísimo que rompas la vergüenza, mi amor. - Besé su frente. - Pero ya que tu estás siendo sincera y viendo por qué camino vamos yo también tengo que decirte una cosa. - La llevé de la mano al salón y nos sentamos frente a frente en el sofá.

- ¿Está todo bien? Me estás dando miedo.

- Tengo miedo, Miriam. - Me atreví a confesar.

- ¿Por?

- Contigo estoy genial, de hecho creo que estamos como nunca. Pero después de todo sigo con el temor de que... bueno. - solo pensarlo me provocaba el mismo nudo en la garganta.

- Ven. - Me acercó a ella y rodeó mis hombros con su brazo mientras me acariciaba. - Ahora tranquilamente me lo cuentas, pero primero relájate, te noto super tensa, Mimita.

- Miriam es que estoy acojoná. Tengo mucho miedo de que me vuelvas a dejar tirá cuando más te necesito conmigo. - Si no lo decía del tirón ya no se lo decía nunca. - Que sé que yo tampoco fui una santa y que te hice pasarlo muy mal pero entiéndeme, no sé si estoy lista para verte marchar otra vez.

- Mimi, mírame. - Me giré para mirarla. - A mi también me da mucho miedo que volvamos a repetir los mismos errores. Pero es que contigo me arriesgo a todo. No pienso renunciar a estar contigo por miedos que si nos paramos a pensarlo con calma son normales. No hemos tenido una relación que se haya terminado porque se acabó el amor, lo dejamos porque la situación nos desgastó.

- ¿Y si vuelve a pasar?

- Tenemos una cosa que antes no teníamos, Mimita. Ahora tenemos la experiencia de antes y sabemos cómo acabó, así que sabemos que no podemos cometer los mismos errores. Yo confío en nosotras, ¿tú?

- Claro, Miriam, si no estaría haciendo el imbécil contigo y no es el caso. Confío en nosotras hasta un punto que da miedo. Por eso no me quería precipitar con todo esto.

- Mimi yo sé que lo hice muy mal, que nunca tuve que actuar como actué ni decir muchas de las cosas que dije. Pero si pasa algo, si recaes, si en algún momento algo te agobia, si te ves sin salida, yo estoy contigo Mimi, y lo voy a estar. Y si te rompes en pedazos yo voy a estar ahí a tu lado para recogerte y ayudarte a salir aún más fuerte de todo.

Y ahí fue cuando de verdad lo noté. En ese momento me di cuenta de que esta vez Miriam estaba dispuesta a todo con tal de estar conmigo. No fueron sus palabras lo que acabaron de convencerme, solo me hizo falta mirarla a los ojos para encontrar toda la verdad que buscaba.

Sin dudarlo me lancé a su boca y me siguió el beso, cuando íbamos a ir a más, me frenó.

- Tengo que irme, Mimi. Que está mi hermano en casa.

- Jo, Miri...- Me aferré a ella. - Es que llevábamos cuatro días durmiendo juntas, ya me había acostumbrao.

Lo último que me apetece es irme, y más después de la conversación que acabamos de tener, pero son solo unos días, luego me vuelves a tener de okupa las noches que haga falta. - Dijo sonriendo y acariciando mi mejilla.

Dos Extrañas En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora