Mimi
Había pasado un mes y medio desde mi accidente entrenando y desde hacía unas dos semanas, ya podía caminar con cierta normalidad y sin molestias. Estaba bien pero necesitaba bailar, moverme... no había nacido para estar quieta, y haberme obligado a parar lo había reafirmado. En un años tendría que acabar operándome pero en ese momento me importaba lo más mínimo.
Miriam no se había separado de mí en todo ese tiempo. Tal y como habíamos acordado, vino a mi piso y se ocupó de que no me faltara de nada durante mi reposo. Aguantó sin quejarse mis noches sin dormir, mis quejas, mi mal humor y mis malas contestaciones sin rechistar.
Las cosas entre nosotras estaban mejor que nunca, habíamos aprendido a escucharnos, respetarnos y a hablar las cosas de manera adulta y civilizada. La convivencia no fue difícil, al contrario, nos habíamos entendido a la perfección, parecía que volvíamos a tener otra vez veinte años y que los últimos meses nos habían servido para darnos cuenta realmente de las cosas y de que lo que había entre nosotras era más fuerte que todo.
Hoy iba a ir por primera vez a la academia después de todo. Evidentemente no iba a dar clase, me quedaría haciendo varias gestiones para tenerlo todo a punto, y ya que tenía la opción de hacerlo fuera de casa, no dudé ni un minuto. Aunque eso supuso madrugar considerablemente. Total, iba a tener que hacerlo si o si.
Como tenía las llaves, Miriam me dejó delante de la escuela antes de ir al colegio. Me dio un beso para despedirse, me repitió veinte millones de veces que ni se me ocurriera bailar y salí del coche para entrar en la academia.
Caminé por todo el espacio en cuanto lo pisé. Entré en las diferentes aulas e hice lo mismo. Echaba de menos pasarme las horas preparando clases o simplemente bailando con las chicas por placer. Toqué todo el material como si fuera la primera vez que entraba.
Cuando salí y me disponía a entrar en el despacho escuché la puerta abrirse.
- ¡Hombre! Si has vuelto. - Mónica me dio un abrazo que casi me tira.
- Vengo a hacer papeleo. Aún no estoy al 100%.
- Saydi y Claudia vienen ahora. Últimamente venimos todas las mañanas para organizarnos. Dama se va a un campeonato con uno de sus grupos esta tarde, igual no se pasa hoy.
- No te preocupes, luego la llamo. ¿Os habéis arreglado bien?
- Si, tranquila. Te echamos de menos pero sobrevivimos como podemos. Nada roto y todas sanas. - Ambas reímos.
Claudia y Saydi me vieron por el cristal y abrieron la puerta corriendo para venir hacia mi.
- Calma, locas. Qué habéis estao hace tres días en mi casa. - Dije mientras me abrazaban igual que había hecho Mónica antes.
- No es lo mismo. - Respondió Saydi rodando los ojos.
- ¿Has venido caminando? - Preguntó extrañada Claudia.
- No, Miriam me trajo en coche antes de entrar a trabajar. Me prohibió venir a pie.
- Ya decía yo. ¿Seguís juntas en tu piso, ¿no?
- Sí. Pero ahora que ya estoy bien, supongo que querrá recuperar su vida. - Reí.
- Tú tienes que ser tonta o algo. - Dijo Mónica.
- ¿Qué dices ahora? - Pregunté.
- ¿Estás viviendo con tu novia y la vas a mandar de vuelta a su casa? - Insistió.
- A ver, en parte tiene sentido lo que dice, Mimi. - Dijo Claudia. LLeváis casi dos meses así, ¿por qué no le pides que se mude contigo definitivamente?
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Dos Extrañas En La Ciudad
FanfictionMimi y Miriam han estado juntas durante tres años. Un día, en un momento delicado para las dos, una discusión acaba con todo. Dos años después, el destino parece que las vuelve a reencontrar. ¿Es el momento de darse una segunda oportunidad?