23. EL ESPOSO DE MIRANDA

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Roman dejó a Miranda en la casa para salir en el auto de la chica.

Se encontró minutos después en casa de Amy. La chica sonrió extrañamente nerviosa al verlo. Roman supo que no estaba sola. Un hombre bien parecido estaba con ella. Vestía un traje caro y parecía modelo.

—Cliff el es Roman. Roman el es Cliff mi jefe en la agencia.

—Disculpa que haya llegado de repente.

—Yo me retiro —dijo el hombre, notando lo alto y musculoso que era el novio de la rubia.

—No, yo me iré rápido. Tal vez Amy necesitará tu atención después de lo que vengo a decirle. No me mires con miedo, no soy un bully. Y si ella tuvo un desliz contigo por mi no hay problema.

Amy se puso roja. Cliff empezó a temblar.

—Roman, no es así... Solo somos buenos amigos.

—Amy, se que he sido un pésimo novio y que no te merezco porque simplemente no estoy enamorado de ti y tú lo sabes.

—Roman...

—Nunca te he mentido, y tú has sido muy honesta conmigo, demasiado. Ya no quiero seguirte engañando y vine a terminar esta relación sin sentido.

—Roman, lo siento, lo que tengo con Cliff es solo una aventura.

—No tienes por qué explicarme nada, linda. Yo debo ser honesto conmigo antes que con nadie. Hablé con Miranda y me explicó absolutamente todo lo que ocurrió. Todos sabían la verdad menos yo porque no quise escucharla. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

—Ella no es buena, es una mujer dura y difícil.

Roman sonrió.

—No lo es. Por eso me enamoré, porque es la criatura más dulce y tierna sobre el planeta. Además tenemos una hija a la que amamos.

—¿Te reconciliaste con ella?

—Después de que casi destruyó mi auto, me tiró tierra en la cara, dijo el nombre de otro mientras yo intentaba hacerle el amor... Sí... y también me advirtió que si no terminaba contigo cada vez que tratara de seducirla mi vida correría riesgo.

—¡Dios santo esa mujer está loca! —exclamó Cliff.

Roman se rió.

—¡Lo sé y me encanta!

—Entonces, ya no te volveré a ver —musitó Amy.

—Lo siento. Te pido perdón por todo el tiempo que te hice perder.

Amy lloró en silencio. Roman supo que debió terminar con ella mucho tiempo atrás. No es que le hubiera dolido menos, pero ahora Miranda no estaría aún con desconfianza.

—Gracias por tu honestidad.

Se despidió de ambos. Ahora tenía que pasar por una imprenta. Planeaba atrapar a Miranda legalmente cuánto antes. Sonaba sumamente posesivo de su parte pero a la loquita le gustaba tener un contrincante a su altura.

Casi dos horas después regresó a la reunión familiar en donde ya estaban sus padres, los de ella a quienes les presentó. También estaba su hermano y más caras conocidas. Había muchas luces colgadas para iluminar la que sería la ruta de las olimpiadas familiares.

En cuanto comenzó el concurso de salchichas, no faltaron los chistes subidos de tono acerca de la habilidad de Miranda para meter más de una en su boca.

—¡Y jumbo! —fanfarroneó Roman vistiendo la ridícula camisa rosa de malla que apenas cubría sus pechos. Cumplió con ponerse un short tan corto que a su futura esposa le pareció un tanto pornográfico pues sus atributos frontales eran evidentes. Lo resolvió quitándose el tutú y se lo puso enfrente.

MIRANDA BUSCA NOVIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora