11. CRUEL

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La infección de Isaac no resultó tan grave y tras recibir la atención médica, se lo pudieron llevar a casa de Gustav, donde Miranda lo atendió con el cariño que la caracterizaba.

—¡Qué tarde es! —dijo mirando su reloj de pulso.

—Es medianoche, deberías quedarte.

—No, tomaré un taxi.

—Miranda...

—Ssshh, baja la voz —señaló al bebé que dormía en su cuna.

—Insisto en que te quedes.

—Gustav...

—Me comportaré, lo prometo.

—No te quedará de otra.

—Hazlo por él, ¿qué tal si vuelve a recaer?

—Solo dale el medicamento como es.

—Soy muy torpe para hacer eso.

—Gustavo, ¡no seas imbé...!

—¡Por favor Miranda! ¡Hazlo por él!

La chica hizo una mueca cuando oyó sus últimas palabras: hazlo por él.

Pensó en Roman. Estaba casi segura de que los siguió al hospital y luego hasta la casa, como si dudara de su veracidad al decirle que lo había engañado. Fué aún más doloroso confirmar lo interesado que lucía.

—Déjame averiguar algo y te responderé.

Se asomó por una de las ventanas con discreción y pudo ver el auto en la calle. Se le rompió el corazón.

Esa noche no pudo dormir, no sólo porque Isaac que despertó varias veces, sino por la insistencia de Roman, quien con seguirla tan sólo le demostraba que su interés por ella era real y no pasajero como pretendió hacerle creer en casa de su hermana.

La construcción de la casa cesó durante diez días. Los trabajadores desaparecieron.

Era temprano, cuando una camioneta se estacionó frente a la abandonada construcción.

Miranda vió bajar de la Rav4 a una mujer y frunció el ceño. Su apariencia le resultó familiar.

Cerró la cortina beige de su recámara y se dispuso a salir de la habitación metida en una bata, pues acababa de ducharse. Tenía hambre, sin embargo había empezado a sentirse enferma.

Bajaba la escalera cuando escuchó que tocaron a su puerta. ¿Quién podría ser? Se apresuró abrir creyendo que tal vez Roman apareció y había ido a buscarla.

Abrió la puerta. Al encontrarse de frente con la mujer que había llegado se sorprendió.

—¡Tu! —exclamaron al unísono.

—¿Qué haces en mi casa? — preguntó Miranda molesta.

—Así que tú eres la mujerzuela con la que mi novio se revuelca —replicó Valerie, mirándola con desprecio.

MIRANDA BUSCA NOVIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora