14. UNA GRINCH EN TU JARDÍN

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—Lo del novio funcionó bien por un tiempo —dijo Josh a sus papás —, pero luego...

—¿Y saben quién era el novio?

—Creíamos que era Roman —respondió Selena.

—¿Por qué? —inquirió Olivia con curiosidad.

—Pues... —la adolescente de quince años se ruborizó.

—¿Qué pasó? —preguntó Ted.

—Ellos parecían llevarse muy bien... demasiado —aseguró Cameron —el día de la alberca, tuvimos que regresarnos por la noche por causa de Samuel.

—Sí —musitó su madre recordando lo extraño que le pareció.

—Pues resultó que fue porque ella tenía otros planes y nos advirtió que callaramos que Roman estuvo con ella para evitar problemas con el supuesto novio que tiene, porque nos ahorcaría.

—Luego le hablamos para preguntar si al día siguiente iríamos al cine como habíamos quedado.

—Yo bien claro oí la voz de Roman muy, muy romántico.

Olivia levantó las cejas.

—¿Creen que tienen algo que ver a espaldas de Gustav? —preguntó Olivia cada vez más interesada

—Yo no creo que tenga nada que ver con ese tipo —aseguró Ted molesto. Ese ex marido de Miranda era detestable.

Miranda cerró la cortina con disgusto pues el ruido de la construcción era mucho, sin embargo veía que la casa ya lucía como tal.

Roman pasó varios días revisando que todo fuera tal como deseaba y aprovechaba para recuperarse, aunque sus heridas físicas requerían varias semanas más.

Era desesperante que Miranda siguiera evadiéndolo después de la noche que pasaron.

Ella le había dejado bien claro que sí se acercaba se iba a arrepentir.

Al cabo de una semana la buscó y pronto vió las consecuencias de su incumplimiento.

Notó que su jardín poco a poco empezaba a secarse, mientras que del lado de Miranda todas las flores estaban hermosas.

—¡Miranda, ábreme! —se atrevió a reclamarle, golpeando con fuerza la puerta trasera de la casa.

La chica estaba adentro, pudo verla esa tarde en el invernadero del jardín.

Miranda lo escucho hablar por varios minutos más, incluso llegó a pensar que tiraría la puerta.

—¡Vete de mi casa! —le gritó desde adentro.

—¡Deja de comportarte como una niña y enfrentame!

—¡Ya no voy a hablar contigo!

—¡No me moveré de aquí! —rugió erizándole la piel.

Miranda se armó de valor. Iba a abrir la puerta cuando vió cerca de ella una pistola, específicamente una de paintball.

—¡Será mejor que te marches Roman o pagaras por ello. Ya te dije que no tenemos nada de que hablar!

—¡Eres tan testaruda!

—¡No solo éso, también estoy loca, así que lárgate! —gritó tomando la pistola.

Roman tocó con más fuerza, cada vez más frustrado.

Miranda respiró profundo y sus ojos brillaron. Corrió escaleras arriba, hasta su habitación y desde allí pudo ver la bellísima casa recién pintada, con hermosos ventanales...

MIRANDA BUSCA NOVIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora