5. FUÉ DOBLE 💕

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La fiesta terminó muy de madrugada con Roman acosado por su hermano, quién quería saber por qué se tardó tanto.

—Deja de molestar quiero ir a dormir

—¿Vas a regresar con la bella durmiente que vive al lado?

—Mitch, estoy cansado.

—Y despeinado.

Roman se tocó la espalda y su hermano lo notó con preocupación.

—Realmente necesito un descanso.

—No debiste moverte demasiado, Roman. Tu lesión en la espalda fué seria y próximamente tendrás un evento. Así será imposible cumplir.

—Mañana veré al médico. Tal vez sea la falta de costumbre. Hazte cargo, por favor.

—Claro, yo también me sentiría agotado si me tomo una hora haciéndolo y más si volví a ser virgen —se burló viéndolo retirarse.

Roman le levantó el dedo medio como despedida.

Un par de días después, muy de mañana, Miranda despertó sobresaltada al oír voces.

Se levantó presurosa, corrió a la ventana para descubrir, no sólo un grupo de trabajadores de la construcción, sino máquinas y más máquinas. Se preguntó si Román andaría entre ellos. Buscó los binoculares y se los puso para localizarlo sin obtener buenos noticias.

No debía ilusionarse. Lo que pasó esa noche sólo fué una aventura. Era de tontas esperar que por un rato de pasión, él querría pasar el resto de su vida con ella.

¿Qué me pasa? Se reclamó. ¡No estoy desesperada por tener un hombre a mi lado!. He vivido muy tranquila todo un año, y después de lo que Gustav me hizo, debo ser cuidadosa.

Regresó a la cama y se cubrió hasta la cabeza, recordando la infidelidad de su ex marido.

La acusó de no ser suficiente mujer para satisfacerlo. Pero ahora, después de probar el sexo con Roman, se dió cuenta, por primera vez, de que en una pareja la pasión debía ser inmensa arrolladora y no lo que creyó que tenía con aquel hombre.

Roman era fuerte poderoso, dominante, mas nunca buscó su propia satisfacción.

Con ese desconocido se entregó como nunca, nunca con Gustav, a quien amó hasta que lo descubrió besando a otra mujer.

—No estoy satisfecho contigo —replicó cuando Miranda le reprochó su engaño—, no eres una mujer completa.

Y con esas palabras la hirió profundamente.

—Tú sabías que yo nunca podría darte un hijo —le recordó la chica llorando.

—Lo sabía, pero ahora no te quiero. Con ella si podré tener lo que tanto deseo: ser padre.

Miranda se derrumbó.
Un día, de lejos, pudo ver a la chica con la que Gustav había decidido hacer su vida. La misma que se embarazó de él y con ello lo arrancó, definitivamente de su lado.

Si antes de conocerlo, le había resultado casi imposible pensar en compartir su vida con alguien, con Gustav lo corroboró.

Con su rechazo a causa de su incapacidad para procrear, Miranda se prometió que nunca más volvería enamorarse y mucho menos a ilusionarse con un hombre.
Si volvía a ver a Roman, haría de cuenta que no pasó nada.

Roman sonrió más forzado que con gusto al ver a Valerie, su prometida desde hacía cuatro meses. La bella doctora de treinta y cuatro años se acercó, con su caminar de diva hasta él, quien la esperaba afuera del hospital privado donde trabajaba, junto al Mercedes.

MIRANDA BUSCA NOVIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora