Folio N° 24: El tormento grita auxilio

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Narra Francisco

Si bien Taylor se comportó de manera grosera con todo el tribunal, eso se convierte en un punto a nuestro favor. Se está demostrando poco a poco sus debilidades, y tarde o temprano, cantará para nosotros todo lo que esconde detrás de sus resistentes escudos verbales. Lo que nos queda por hacer es darle lógica a nuestras ideas.

Para empezar, entre las pertenencias de la Señorita Azote se encontraban mi teléfono, el dardo y el látigo. Sólo se ha concluido que ella robó los dos primeros, pero ¿y el látigo qué?

— Francisco, ¿qué hora es? —Destiny denota obstinación mientras se desliza en el sillón hacia abajo.

— Doce y media —respondo con el tiempo marcado en mi celular.

— Ha pasado una eternidad —termina de caer lentamente al suelo de pilar, con el acentuado fastidio acompañando a sus palabras—. ¿Cuándo va a acabar esto?

— El momento en el que tengas paciencia.

— Para ti es fácil decirlo, eres Fiscal —gesticula hasta que deja caer sus brazos y piernas extendidos—. Siempre esperando el tardío veredicto de culpabilidad.

— Tenemos tiempo más que suficiente y lo desperdicias quejándote.

Se levanta amenazante y rápidamente me agarra del cuello de mi chaqueta, sacudiéndome bruscamente—: ¡Se trata de John Christown, el actor más guapo de Cuidados Intensivos!

— Ey, cálmate —mi voz es temblorosa. No sé cómo esta chica infringe temor en mí. De pronto gruñe y detiene la sacudida, sin soltarme del apretado agarre.

— Hola, ¿cómo están? —en eso interviene...

— ¡Ah, John! —Destiny me empuja de regreso al espaldar del mueble, aunque mi lóbulo occipital impacta contra la pared. Mientras los quejidos emergen de mi boca, ella camina hacia John a pasos cortos y rápidos, cambiando radicalmente a alegría— Nosotros estamos bien, ¿y tú?

— Bien; un poco inquieto, pero bien.

— ¿Inquieto por qué? ¿Qué ocurre? No tienes que estarlo —ay no. Por cómo se pega a él y lo toma de los hombros, ya me hago una idea de sus verdaderas intenciones. Será mejor que lo ayude o irá más allá.

— Eh... Bueno...

El pequeño —y quizás seductor— interrogatorio cesa cuando jalo la cola de caballo de Lady Loca hacia abajo, abriéndome el camino. Intenta escaparse en vano, arañando el dorso y la muñeca de mi mano diestra.

— Supongo que es por Taylor y la Srta. Melean, ¿me equivoco?

— Sí —exhala con pesadez—. Yo jamás supe... que Taylor, la cual considero como una hermana, tuviese un lado tan... tan salvaje. Desde siempre ha sido una chica dulce, ¿y es capaz de hacer uso... de un látigo, o de amenazar a todo un tribunal?

Se ve que se siente... decepcionado.

— Dr. Christown, muchas personas tienen puestas máscaras para disimular perfección, pero pronto son destruidas cuando la estocada penetra en el ser más profundamente escondido. En este caso, Taylor ha quedado, y disculpe la palabra, como la calumnia en carne y hueso con el apoyo de las pruebas y su propio testimonio. Ella es así, y Melean, también.

En toda mi oración, Destiny ha insistido en su liberación, y a lo último, berrinchuda, se detiene... por fin. Y creo que cada palabra pronunciada ocasión la instantánea aflicción en el semblante de John.

— El milagro de que ellas reflexionen lo veo nulo. Sólo nos esforzaremos para que usted, quede libre de cargos.

— Admito... que no fueron agradables sus comentarios...

Acta del Veredicto (EN PAUSA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora