Folio N° 16: Persecución

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Cuando creímos tener un poco de tranquilidad, nuestro antagonista la destruye, desquitándose con su motocicleta contra el auto e insultándonos.

— ¡¿Tienen las agallas para exponerme ante la Ley?! ¡¿Eh, las tienen?! —de un puñetazo rompe el vidrio situado cerca del asiento del copiloto. Destiny esconde su rostro en el volante para no cortárselo por sus filosos fragmentos.

— ¡¿Te comenté que acepto sugerencias, Francisco?! —recupera su orientación al frente, y a la vez le pega en la mano sin parar, evitando que abra la guantera.

— ¡Acelera, genia!

Me hace caso y pisa el pedal, pero aun así, no nos alejamos lo suficiente.

— ¡Ja! ¡Elijan una muerte, o por accidente o a sangre fría! —grita en la lejanía.

— ¡¿No puedes ir más rápido?! —me lamento exaltado.

— ¡Dile eso a mi coche! —responde de la misma manera.

— Tiene que haber una buena vía de escape —digo para mí.

— Una que no sea acelerar más —rezonga—. Recuérdame no aceptar una sugerencia TUYA para la próxima situación.

De eso no te preocupes. Yo mismo nos libraremos de él.

Estudio detenidamente el panorama, el cómo de la solución.

Me alegro sinceramente de haber participado en persecuciones policiales. Así hayan sido traumáticas, me enseñaron a analizar en apuros como este.

Varios pros y contras pasean confusamente en mi cabeza. El precio que tenga que pagar por ellos no me interesa; solo actuar rápido.

Okay, el esquema está listo. Imploro al cielo que funcione.

— No lo dije en serio —recapacita.

Ni siquiera te presté atención.

Siento a Valery y le abrocho el cinturón. Necesito enfocarme en mantenernos a salvo y seguros.

— Ay ¡vamos! ¡Perdón si te hice enojar y llegar al punto de ignorarme!

No es que quiera hacerlo, Destiny. ¡Estoy muy concentrado!

Me cuelo al asiento del copiloto, y abro la guantera. Están guardados incontables estuches de maquillaje y lociones. No sé si se prepara demasiado bien o despilfarra sus ganancias en esto.

— No me controlo, ¿okay? —admite. Me pregunta al sentirme rebuscar en su desorden—: ¿Q-qué buscas?

— El dardo... ¿Dónde lo guardaste?

— ¡Te dignaste en hablar! En el único estuche amarillo. En los más hondo de la guantera.

Acatando el color, revuelvo todos los objetos y lo encuentro. ¿No pudo guardarlo en uno menos llamativo?

— El amarillo alegra mis días —sonríe nerviosa.

No debería. Nos están persiguiendo un posible asesino serial.

Lo que estoy a punto de hacer será muy arriesgado. Espero que mi mente no me traicione.

Saco con cuidado el arma, y rápidamente guardo el estuche en su sitio.

Abro la puerta y visualizo al sujeto acercándose poco a poco a nosotros. Me preocupa fallar, porque ya se acerca diciembre y se siente el ímpetu del viento. Temo porque no le dé al objetivo.

Ya no hay marcha atrás.

Me encaramo en la puerta y preciso la puntería justo en el neumático delantero.

Acta del Veredicto (EN PAUSA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora